EL CUMPLIMIENTO DEFICIENTE DEL TRATAMIENTO, UN DESAFÍO ACTUAL
Glaucoma: Informe especial para 1 millón de argentinos
Un gran porcentaje de pacientes con glaucoma que son tratados con hipotensores oculares tópicos padecen enfermedad de la superficie ocular (ojo seco) [1]. En el marco del encuentro panamericano de la especialidad que se realizó en Ciudad de Buenos Aires, se presentaron las novedades y tendencias en el manejo del glaucoma, un grupo de enfermedades que pueden dañar al nervio óptico y que de no tratarse pueden provocar la pérdida total de la visión.[2]
CIUDAD DE BUENOS AIRES. El glaucoma es un grupo de enfermedades que tienen en común el aumento sostenido de la presión intraocular y un patrón específico y progresivo de daño del nervio óptico que, de no tratarse, pueden provocar ceguera.[3]
Se estima que el glaucoma aparece en alrededor de una persona de cada 100 a partir de los 40 años; en general es un proceso hereditario y su incidencia aumenta con la edad, por lo que el riesgo es mayor a medida que se envejece.
En Estados Unidos, por ejemplo, el glaucoma es la segunda causa de ceguera evitable[4].
Cualquier persona puede ser afectada de algún tipo de glaucoma. El glaucoma primario de ángulo abierto, que es el más frecuente en la Argentina y no presenta síntomas por lo que se conoce como enfermedad “silenciosa”, afecta especialmente a personas de ambos sexos por encima de los cuarenta años de edad.
Cualquier persona puede ser afectada de algún tipo de glaucoma. El glaucoma primario de ángulo abierto, que es el más frecuente en la Argentina y no presenta síntomas por lo que se conoce como enfermedad “silenciosa”, afecta especialmente a personas de ambos sexos por encima de los cuarenta años de edad.
No hay estadísticas oficiales, pero se calcula que cerca de un millón de argentinos padece glaucoma de ángulo abierto y aproximadamente la mitad lo ignora[5]”. Se entiende por glaucoma a un grupo de enfermedades oculares que se asocian fundamentalmente a un aumento de la presión del líquido del interior del ojo[6], y que tienen en común la lesión progresiva del nervio óptico que es el responsable de transmitir las señales visuales desde el ojo al cerebro para poder ver.
La pérdida de visión por glaucoma es irrecuperable, por lo tanto la detección temprana de la enfermedad es fundamental. “Existe una sola manera de prevenir el impacto del glaucoma sobre la calidad de vida del paciente: diagnóstico en estadios iniciales de la enfermedad, correcto seguimiento y, por último, una correcta utilización del tratamiento por parte del enfermo., explicó el doctor Antonio Martínez, oftalmólogo español de la Universidad de Santiago de Compostela, La Coruña, de visita en Argentina para participar del 29º Congreso Panamericano de Oftalmología.
“El paciente debe acudir en forma periódica a realizar controles para que el diagnóstico de la enfermedad pueda realizarse antes de que se produzcan importantes alteraciones funcionales. Es fundamental además identificar progresión, para ello hemos de realizar pruebas periódicas y establecer criterios para poder detectar el avance de la enfermedad lo antes posible. En cuanto al tratamiento, el hecho de que parte de su eficacia dependa de la correcta administración por parte del enfermo es una barrera importantísima”, indicó el doctor Martínez.
Cuando el glaucoma se detecta a tiempo, el objetivo del tratamiento es evitar que la visión empeore, algo que puede conseguirse[7]. En la mayoría de los casos se logra mediante el tratamiento sistemático con medicamentos disponibles en forma de colirios y, en ocasiones, de comprimidos, y en algunos pacientes puede necesitarse también un tratamiento con láser o una cirugía. El tratamiento con colirios en general debe realizarse de por vida[8], y esto es uno de los principales desafíos de la enfermedad ya que puede suceder que la adherencia al tratamiento por parte de los pacientes no sea óptima. -
Fuentes:
[1] Buron N y cols. Invest Ophthalmol Vis Sci. 2006;47:4221–4230; Pisella PJ y cols. Br J Ophthalmol. 2002;86:418–423; Jaenen N y cols. Eur J Ophthalmol. 2007;17(3):341–349
[5] Declaraciones doctor Grigera
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