martes, 12 de julio de 2011

INFORME DE SITUACIÓN: ¡IMPERDIBLE!


Aerolíneas Argentinas, ejemplo de un vaciamiento sin fin

La Aerolínea de bandera sufrió durante los casi 18 años de aventura privatizadora un desguace de sus activos por parte de los españoles. Qué acciones fueron utilizadas para servir a este vaciamiento de la empresa y por qué funcionarios de los distintos gobiernos nacionales colaboraron para que Aerolíneas Argentinas quede al borde la desaparición

En el año 2008, y sumergido en medio de una gran polémica con los sectores más concentrados de la economía, el gobierno nacional decidió estatizar Aerolíneas Argentinas, volviendo a contar nuestro país entre su capital a la aerolínea de bandera. La empresa sufrió durante los casi 18 años de aventura privatizadora un desguace de sus activos por parte de los españoles, que la llevaron a ser ejemplo de lo que no debe hacerse en materia empresaria.
 

En el año 1990, en pleno auge del gobierno menemista con su ola privatizadora, se decidió la entrega de Aerolíneas Argentinas, ganando la licitación la empresa española Iberia. Luego pasaron por la dirección de la empresa American Airlines, para pasar a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), y en el año 2001 al Grupo Marsans, a través de la empresa Air Comet.
 
La historia de la empresa ya en manos privadas, marca un total vaciamiento de la aerolínea de bandera, que se dio conjuntamente por la inacción por parte de los representantes argentinos, de controlar y hacer cumplir la ley, que hizo que los dueños de Aerolíneas Argentinas hicieran lo que quisieran a lo largo de 18 años, y que terminó con una empresa totalmente desguasada y que será muy difícil volverla a poner en pié.
 
Historia de un desguace
 
Aerolíneas Argentinas significó por lejos, la peor privatización de la época menemista, con la complicidad de muchos dirigentes del entonces gobierno nacional, dándole a Iberia todo tipo de concesiones, que terminaron despilfarrando la posibilidad de control que tenía el Estado argentino. Los constantes incumplimientos por parte de Iberia, no generaron la rescisión del contrato, sino que por el contrario, se le dieron más beneficios y renegociaciones que mejoraron el capital de la empresa española en detrimento del Estado nacional.
 
Al momento de privatizar la empresa en el año 1990, el gobierno argentino absorbió 868 millones de dólares de deuda y la empresa se entregó con pasivo 0, y el año pasado, al momento de decidirse la reestatización, el Estado nacional se hizo cargo de una empresa que se calcula extraoficialmente que tiene una deuda cercana a los 900 millones de dólares, comprando la Argentina un nuevo dolor de cabeza que nadie logra entender,  y durante todo el año 2008 el gobierno nacional transfirió a empresas públicas $5.061 millones, entre las cuales Aerolíneas Argentinas recibió $1.064 millones.
 
Aerolíneas Argentinas (AA) fue prácticamente vaciada en sus activos por los españoles en sus distintas administraciones. En 1990, cuando todavía era propiedad del Estado nacional, Aerolíneas Argentinas tenía en su flota 28 aviones propios y uno solo alquilado, y todos estaban en perfecto funcionamiento. Hoy en día, a casi 18 años de haberse privatizado, la aerolínea de bandera nacional, sólo tiene 1 avión propio, y el resto de su flota son 30 aviones que están en leasing, es decir, que están arrendados con derecho a compra.
 
Pero el escándalo de AA al momento de privatizarse fue mayúsculo. En el contrato que firmó la empresa con el gobierno menemista, se estipulaba en una cláusula que Iberia podía incluir en el pasivo de la empresa argentina la deuda que Iberia había adquirido para comprarla, ya que había pedido innumerable cantidad de créditos para hacerlo. De esta manera, la Argentina se hizo cargo de la deuda de una empresa extranjera, que quería hacer negocios en nuestro país. Este fue uno de los tantos escándalos de corrupción que rozaron a la época menemista, de la cual todavía no hay nadie preso.
 
Los trabajadores denuncian que al momento de privatizarse la empresa, AA le hizo entrega a la española Iberia de todas sus rutas a países como Holanda, Francia, Alemania, Inglaterra y Suiza, ocasionando un perjuicio incalculable para la aerolínea de bandera nacional, con las pérdidas económicas y de prestigio que esto trajo aparejado. Además, se denunció en reiteradas oportunidades, que durante todos estos años, había entre Madrid y Buenos Aires cuatro vuelos diarios, siendo los tres primeros propiedad de Iberia y el cuarto de AA, pero al momento de vender los pasajes, primero se vendían los vuelos correspondientes a Iberia (que además estaban en los mejores horarios), y luego, lo que quedaba, era suministrado a AA. Por eso los aviones de Iberia viajaban diariamente completos, mientras que los de AA estaban en un 60 o 70 por ciento, y todos ellos en el último horario, que es cuando menos gente viaja.
 
Cálculos extraoficiales muestran que el patrimonio de AA al momento de ser privatizada en 1990, ascendía a alrededor de 640 millones de dólares, contando la empresa además de los aviones, con lujosas e impresionantes oficinas en los grandes centros turísticos internacionales, como son las ciudades de Roma, París, Nueva York, Miami, Madrid, Bogotá, Lima y Caracas, que fueron pasadas directamente a las empresas que las compraron, perdiendo AA un patrimonio que todavía hoy en día es reclamado.
 
Pero el tema no quedó ahí, sino que AA perdió más de 110 mil pasajeros en el mercado europeo cuando la empresa decidió restringir los vuelos propios a Madrid y entregar las combinaciones con París, Londres y Frankfurt a Iberia. AA también traspasó a Iberia la red de teleprocesamiento de datos y el sistema de reservas, quedándose sin nada y absorbiendo todas las pérdidas que la empresa española generaba.
 
En el contrato original, Iberia se había comproimetido a sumar a AA 36 nuevos destinos de vuelos, entre ellos Atenas y Barcelona, y esos destinos nunca fueron incorporados. Además, se había comprometido a realizar una inversión en los primeros cinco años de gestión de más de 600 millones de dólares, cuando en realidad esa inversión apenas superó los 250 millones, es decir, menos de la mitad a lo que se había comprometido al momento de la privatización.
 
Este vaciamiento se hizo con la complicidad y la inacción de los funcionarios argentinos, que dejaron que Iberia y las demás empresas que fueron dueñas de AA hicieran virtualmente lo que quisieran, mirando para otro lado, sin ejercer ninguna clase de control sobre el accionar de las empresas privadas y haciendo la vista gorda a un descontrol mayúsculo, que terminó con un vaciamiento gigantesco que todos los argentinos tendrán que pagar a lo largo del tiempo.
 
Ejemplos del descontrol
 
Uno de los casos paradigmáticos del vaciamiento que sufrió AA fue el de los simuladores de vuelo. En 1990, la empresa estatal contaba con tres simuladores propios que eran usados para la capacitación del personal de la empresa, así como otras empresas pagaban para usar estos simuladores para la capacitación de sus personales. Hoy en día no hay ninguno, fueron sacados del país o vendidos por Iberia, encontrándose uno de ellos en Madrid, que sirve para la capacitación de la empresa de origen español, mientras que si los pilotos o profesionales de AA quieren capacitarse, deben viajar a las grandes ciudades del mundo que cuentan con simuladores, con el consiguiente costo económico que eso conlleva, cuando podrían haber estado haciéndose en la Argentina.
 
El principal de esos simuladores, fue justamente vendido en un precio irrisorio por parte de AA a Iberia (cerca de 700.000 dólares), se encuentra en la capital española capacitando a la empresa de origen español. Otro de los simuladores, el del Boeing 737, se encuentra en la ciudad de Miami, donde fue comprado por la empresa Pan American, y lo paradójico es que los pilotos de AA van a Miami, Madrid o a Brasil a capacitarse, cuando si se hubieran mantenido los simuladores, esas capacitaciones se podrían haber hecho tranquilamente en nuestro país.
 
Al momento de la privatización, AA era la única aerolínea de América Latina que contaba con simuladores propios, y los pilotos de las demás aerolíneas latinoamericanas venían a la Argentina a capacitarse, con la consiguiente ganancia económica que eso representaba. Con la venta de estos simuladores, se permitió que nuestro país perdiera un buen negocio y el mismo pasara a formar parte de Iberia o de otras empresas que se vieron beneficiadas en la compra de estos simuladores a un precio mucho menor que el del mercado.
 
El de los simuladores es una pérdida importante del pasivo, ya que un simulador suele costar el doble de lo que sale un avión, es decir, que si un avión cuesta 200 millones de dólares, un simulador sale alrededor de 400 millones de la moneda estadounidense, con lo que el tema de los simuladores resultó ser un enorme negocio para las privatizadas.
 
Los constantes incumplimientos por parte de Iberia, no generaron la rescisión del contrato, sino que por el contrario, se le dieron más beneficios y renegociaciones que mejoraron el capital de la empresa española en detrimento del Estado nacional. Pero la responsabilidad de los funcionarios argentinos no quedó sólo allí, sino que además el Estado nacional nunca ejerció la denominada “acción de oro”, es decir, la capacidad de veto que tiene el Estado respecto a la gestión privada, pudiendo cambiar cualquier decisión que ésta hubiese llevado a cabo. Además se dieron fondos públicos a la empresa española que no estaban estipulados en el contrato original y se compraron acciones de la empresa en los primeros años de los ´90 que nunca se podrían haber comprado.
 
Dentro de esta inacción por parte del Estado nacional en bregar por el cumplimiento de las condiciones establecidas en el contrato original, hubo muchos nombres de funcionarios públicos que no hicieron los deberes como tendrían que haberlo hecho y que sólo sirvieron para que el Estado perdiera poder sobre la empresa y se contribuyera al vaciamiento de la misma.
El vaciamiento que sufrió la empresa fue tan grande, que se llegó a este momento en el cual la empresa está casi al borde la quiebra y el Estado nacional tuvo que hacerse cargo de la misma para evitar su ocaso. El Estado ahora tendrá que llevar adelante una política de transporte aerocomercial que sirva para sanear a la empresa de las pérdidas ocasionadas por la ola privatizadora, y que llevaron a que Aerolíneas Argentinas sufriera uno de los peores vaciamientos de empresas cometidos en nuestro país.
 
El caso de Aerolíneas Argentinas demuestra claramente uno de los mayores casos de corrupción, pasividad e ineficiencia de un Estado que no controló, no supo o no quiso controlar a las empresas privatizadas, que hicieron que la aerolínea de bandera viviera uno de los mayores escándalos de vaciamiento de una empresa cometidos en nuestro país, y que se quiso tapar con la reestatización de la empresa.

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