PARADOJAS CRISTINISTAS
Ay Andrés ¿las Madres tienen una 'cueva' cambiaria?
La fuga del peso hacia el dólar es un problema para el que nadie en el Ejecutivo Nacional tiene respuesta. Tampoco en el resto del Frente para la Victoria. Sucede que no quieren abordar un debate no ideológico acerca de las motivaciones de esa preferencia de los argentinos, quienes votan por Cristina pero quieren dólares estadounidenses en su mano.
por EDGAR MAINHARD
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Andrés Pablo Asiain es un economista de estos tiempos: militante antes que investigador, voluntarista antes que científico, es de los que supone que en la economía prevalece la decisión política.
Él es investigador en el CEMOP (Centro de Estudios Económicos y Monitoreo de las Políticas Públicas), de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Si bien los economistas preferidos de Hebe de Bonafini son, por diferentes motivos, Amado Boudou y Felisa Miceli, Asiain se ha ganado un lugar en el think tank de la cuestionada ex protectora de Sergio Schoklender.
Además, Asiain columnista del diario Buenos Aires Económico, hoy controlado por el llamado Grupo Olmos, cristinistas kirchneristas con intereses en el negocio de las obras sociales y que también tienen el diario Crónica y la comercialización de Cronica TV.
En la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, Asiain se desempeña como profesor adjunto de Crecimiento Económico. Cátedra Nicolini; y es jefe de Trabajos Prácticos en la de Dinero, Créditos y Bancos, además de ser el docente organizador de la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche, y colaborador en Historia del Pensamiento Económico II (pensamiento económico argentino de la Revolución de Mayo al presente).
Pero no se trata específicamente de Asiain sino de lo que él representa. O que su punto de vista tiene muchos simpatizantes en el Frente para la Victoria, aquellos que hablan de "profundizar el modelo" cuando quieren decir más control, más estatización, más protección.
El diario Página/12 planteó un interrogante: "En los últimos 5 años, distintos actores de la economía compraron cerca de US$ 50.000 millones con la finalidad de atesorarlos fuera del sistema financiero. La cifra iguala el monto de reservas del Banco Central y se agudizó este año. Alternativas para evitarlo."
Hasta ahora, el eufórico Frente para la Victoria se deprime cuando se le reprocha lo que es, sin duda, su talón de Aquiles: la fuga cambiaria. ¿Cómo hablar de "modelo exitoso" cuando el público corre a cambiar sus pesos por dólares estadounidenses? (Recuérdese que, además, la economía estadounidense no pasa por su mejor momento pero al estándar cultural argentino, para zozobra del Cristinismo kirchnerista, eso no le importa).
Y el Frente para la Victoria no logró elaborar, todavía, una respuesta para los acontecimientos.
Ramiro Manzanal, un economista de la UBA que milita en la Asociación de Economía para el Desarrollo Argentino, propone a las autoridades esperar mientras "se insiste en el crecimiento vigoroso de la economía, en detrimento de las demandas de 'enfriamiento', que promueva altas tasas de inversión y desaliente el refugio en divisa extranjera". Algo así como una convocatoria épica, pero, de todos modos, según él, habría que convencer a las multinacionales que frenen la remisión de las utilidades al exterior e inviertan en el país sus utilidades.
Es complicado porque Manzanal puede estar proponiendo
> o que los ejecutivos locales de las multinacionales sean despedidos por accionistas enojados que reclamarán a los respecticos consejos ejecutivos porque no reciben su dinero de sus negocios en la Argentina;
> o que los ejecutivos locales de las multinacionales realicen todo tipo de maniobras irregulares para remitir el dinero que si no envían, ellos saben que frenará abruptamente sus carreras corporativas.
> o que los ejecutivos locales de las multinacionales sean despedidos por accionistas enojados que reclamarán a los respecticos consejos ejecutivos porque no reciben su dinero de sus negocios en la Argentina;
> o que los ejecutivos locales de las multinacionales realicen todo tipo de maniobras irregulares para remitir el dinero que si no envían, ellos saben que frenará abruptamente sus carreras corporativas.
A veces, China lo consigue pero es un mercado gigante y bastante previsible al que las multinacionales llegan apostando a ganar participación de mercado y permanecer.
Pero es interesante leer la columna de Andrés Asiain respondiendo al interrogante de Página/12: "Es recomendable implementar una serie de medidas administrativas e impositivas que hagan más costosa la compra de divisas para su atesoramiento. Y para ello hay que avanzar sobre el mito del liberalismo criollo de la ineficacia de los controles cambiarios."
La gente del mercado cambiario paralelo o azul estará feliz con los dichos de Asiain porque así ganarán más dinero. Más riesgo, abrirá las puntas entre tipo comprador y tipo vendedor, que es la diferencia que se queda el cambista. Y en las transferencias al exterior, incrementará las comisiones por riesgo.
Realmente es muy llamativo: ¿Quién tiene la mesa de cambio paralela? ¿Asiain o Bonafini o quién? De lo contrario, no se justifica ese enfoque que ya demostró, en el pasado argentino, su ineficacia. Esto sí que es curioso porque Asiain informa, en su curriculum-vitae, que él conoce sobre historia de la economía argentina.
Además, ¿cuánto demorará, cree Asiain, en corromperse/ser corrompida la estructura estatal de control que irá a hacer cumplir las órdenes de más control?
En verdad, el Frente para la Victoria no quiere debatir el fondo de la cuestión: preferir al dólar al peso tiene que ver con credibilidad del sistema bancario, con tasa de inflación normalizada, con un discurso más calmo pero no necesariamente por eso menos patriótico. Y, luego, con un cambio cultural que promueve, en teoría, Cristina Fernández.
En estos temas, el discurso chauvinista no sirve de mucho porque solamente incrementa la paradoja: el público vota por Cristina pero compra moneda extranjera.
Para ilustración, aqui va la nota completa de Andrés Asiain:
"En los últimos cinco años, distintos actores de la economía de nuestro país compraron cerca de 50 mil millones de dólares con la finalidad de acumularlos. La cifra crece a más de 70 mil millones si se pone la lupa sobre diversos mecanismos para hacerse del billete verde que oscurecen su registro. Es decir, que esos dólares no fueron utilizados para pagar importaciones con que sostener un proceso inversor, o para cancelar deudas con bancos extranjeros. No, la finalidad fue atesorarlos con la esperanza, la más de las veces bastante infundada, de que sea la mejor forma de mantener el valor de los ahorros.
Para tener una dimensión del monto “fugado” vale decir que equivale al del monto de las reservas del Banco Central. O bien, que el 15 por ciento del total exportado en ese período fue entregado a cambio de papeles pintados, una muestra de que la técnica del conquistador español de intercambiar oro por vidrio fue superada por el imperialismo financiero norteamericano. Pero los efectos nocivos de la compra de dólares pueden ser mucho mayores que el monto fugado, ya que puede afectar uno de los pilares del modelo económico de los últimos años, esto es, la acumulación de reservas que permite sostener la política cambiaria sin endeudarse en los mercados financieros y, por ello mismo, nos libra de viejos conocidos como el FMI.
En la “fuga de capitales” se encuentra desde el trabajador que materializó sus ahorros en la forma de billetes verdes en el colchón, hasta la multinacional que comercializa granos y subdeclara ventas dejando la diferencia en una cuenta bancaria en el exterior. Intentar contenerlo con medidas ortodoxas como un incremento en las tasas de interés locales implica simplificar el problema, además de generar un mecanismo distributivo perverso en el que un amplio sector de la sociedad vive de cortar cupones a costa de un presupuesto público invadido por las cargas financieras de la deuda. Este tipo de políticas ya fue implementado en nuestro país, dando lugar a un enorme déficit cuasi fiscal que fue una de las causas de la quiebra del Estado en la década de los ochenta.
En su lugar es recomendable implementar una serie de medidas administrativas e impositivas que hagan más costosa la compra de divisas para su atesoramiento. Y para ello hay que avanzar sobre el mito del liberalismo criollo de la ineficacia de los controles cambiarios. Si bien puede contribuir a generar un mercado negro de divisas, en ese mercado el dólar siempre cotiza más caro y, por lo tanto, disminuye el valor real fugado. La implantación de controles cambiarios a lo largo de la historia económica del país por parte de gobiernos de diferente signo ideológico muestra que no son el resultado de una tozudez estatista. Por el contrario, son la expresión de que constituyen una necesidad para el normal funcionamiento de un modelo económico que aspire a algo más que brindarle ganancias especulativas de corto plazo a un grupo de operadores. Esta solución de corto plazo debe ir acompañada de una serie de políticas que refuercen el frente externo de la economía y despejen del horizonte económico las nubes de una devaluación abrupta: profundizar la sustitución de importaciones, limitar la remisión de utilidades y dividendos de las multinacionales, aumentar la carga impositiva sobre sectores exportadores como la megaminería, etc.
Las políticas locales deben ir acompañadas de iniciativas a nivel Unasur que puedan ir generando una mayor autonomía de la región respecto del dólar. Las políticas como el fondo común de reservas (una especie de vaquita hecha por los bancos centrales de Sudamérica para asistir al país que enfrente problemas externos coyunturales) son un paso en esa dirección, lo mismo que la constitución del Banco del Sur o el intercambio comercial en monedas propias. Otro paso importante sería generar una moneda regional que no busque reemplazar a los signos nacionales (la experiencia del euro es aleccionadora sobre ese error), pero sí intente sustituir al dólar en su función de reserva de valor. La coyuntura de un excepcional valor de las materias primas e incremento de las reservas regionales es una oportunidad única para ello.
Una política seria y decidida, seguida adelante por un período largo pese a la previsible oposición de la potencia norteamericana, puede hacer llegar el día en que los sudamericanos guardemos la moneda regional en el colchón. Ese día se habrá dado un paso fundamental en la constitución de nuestra independencia económica, que como sabemos, viene acompañada de otras dos banderas."
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