La Trata de blanca y un fenómeno que no para de crecer
El tráfico de personas sigue aumentando drásticamente en nuestro país, alarmando a toda una población que acude impávida a la inactividad e inacción de las autoridades nacionales y provinciales para detener el flagelo de la Trata de Blanca en la Argentina. Los por qué de un fenómeno que entristece a la sociedad y que sigue sin encontrar soluciones de los encargados de brindarlas
Este delito, que envuelve anualmente a miles de víctimas del tráfico y comercio sexual, es uno de los hechos alarmantes que la Argentina de hoy, plagada de los peores vicios mundiales, ve crecer sin que se haga políticas desde el Estado para el control y persecución de un delito tan vil como la trata de blanca, que devasta a familias enteras en toda la Argentina y el mundo.
Datos extraoficiales, aseguran que la Trata de Blanca mueve anualmente en todo el mundo, la friolera suma de 40.000 millones de dólares, lo que la convierte en el tercer negocio ilícito que más ganancias deja a nivel mundial después de la venta de drogas y de armas, de ahí la magnitud de su crecimiento y del peligro que representa para las sociedades modernas.
Las estadísticas sobre la trata de blanca en la Argentina no son muy confiables para los organismos internacionales que se dedican a la investigación de este aberrante delito, pero según lo que muestran estas, se refleja que al año desaparecen en la Argentina alrededor de 600 mujeres víctimas del tráfico y comercio sexual.
Hace poco más de 9 años que se produjo el secuestro y desaparición de la joven tucumana Marita Verón, que muestra a las claras el accionar de bandas delictivas que operan bajo el amparo de fuerzas de seguridad y sectores de la Justicia, que hacen el caldo gordo a uno de los delitos más aberrantes de la naturaleza humana.
Quien ha llevado adelante una tarea incansable en la búsqueda de Marita, es su madre Susana Trimarco, en una labor que ha adquirido relevancia nacional e internacional, dejando en claro los efectos de este delito en las familias de las víctimas. Trimarco ha indicado en reiteradas ocasiones que las mujeres víctimas de la trata de blancas, son engañadas con falsas promesas de trabajo, en el que se les ofrece un sueldo importante y estabilidad laboral. Sin embargo, cuando abandonan sus hogares y aceptan emprender viaje hacia otras provincias, la realidad para ellas cambia por completo.
El caso de Marita Verón es uno de los que mejor grafica este delito. Marita era una chica tucumana que a los 23 años de edad encaraba la vida con decisión y muchas esperanzas, con trabajo y la mira puesta en un futuro de plena realización personal y familiar. Pero un día salió de su casa para una consulta ginecológica y nunca más regresó.
Sus padres comenzaron una búsqueda empecinada y sin descanso pero hasta hoy sin resultado positivo. Esa búsqueda, entre otras cosas, ha revelado la existencia de una red de secuestro de chicas y su posterior sometimiento a la explotación sexual.
A raíz de la investigación se rescataron en La Rioja 19 jovencitas que eran mantenidas prisioneras y se las obligaba a prostituirse en las eufemísticamente llamadas "whiskerías" y que no son otra cosa que prostíbulos. No obstante ser todo esto de conocimiento público, ningún fiscal ha promovido investigación alguna y se guarda riguroso silencio oficial sobre el tema. Es más, cuando un funcionario puso crudamente el tema a la consideración pública, fue echado del Gobierno mientras los regentes de los lupanares eran recibidos en los despachos oficiales para buscar una solución al "grave problema social" que implicaba la clausura de los prostíbulos, por dejar a mucha gente sin su fuente de trabajo.
La desaparición de Marita Verón ha movilizado a sectores de la sociedad que mostraban cierta indiferencia ante temas de seguridad y fueron tomando conciencia de que las cosas no sólo pueden ocurrirles a los otros, sino que los "nosotros" también están expuestos. En el ámbito de los organismos de seguridad, de la provincia de Tucumán, el "caso Marita" actuó como hilo conductor para seguir la trama de una red de tratantes de blancas que opera principalmente en el Noroeste argentino y extiende sus contactos y ramificaciones a todo el país e incluso al exterior.
El modus operandi es casi siempre el mismo. Sea por "entregadores" o por "inteligencia" propia, "marcan" a la chica que les interesa como pieza de caza para someterla a explotación sexual. Luego, en un operativo tipo comando la "levantan" en un vehículo y de inmediato, por medio de la violencia (golpes y amenazas) la hacen tomar conciencia de su flamante condición de esclava. Para facilitar el traslado, se valen de somníferos u otras drogas. Cuando la víctima recobra su lucidez ya está en manos de regentes de prostíbulos donde de inmediato la obligan a comenzar a "trabajar".
Nuestro país ha dado pasos importantes en la lucha contra este delito, por ejemplo la sanción el 29 de abril del 2008 de la ley nacional 26.364, referida a la prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus víctimas; y aunque falta mucho por hacer en esta materia, la sanción de esta ley es un gran paso para acabar con uno de los delitos más aberrantes de la historia contemporánea.
De acuerdo a los últimos números del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, la cantidad de mujeres víctimas rescatadas a partir de la sanción de la ley asciende a 257 mujeres, 78 de ellas menores de edad. Las detenciones, en tanto, ascienden a 192. Considerada como la forma de esclavitud del siglo XXI, la trata de mujeres es uno de los principales delitos que azotan hoy no sólo al país, sino al mundo.
Acciones concretas y en conjunto, alejadas del individualismo, podrán dar solución a un delito que crece ante la vista de todos. Sólo con el compromiso de toda una sociedad y con políticas activas por parte de un Estado involucrado de lleno en el tema, se podrá acabar con un delito humillante que hace retroceder al mundo a la época de las cavernas y mirar al futuro plagado de optimismo y no de resignación y desesperanza.
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