MISIÓN IMPOSIBLE
Del Potro se quedó sin combustible y también perdió con Ferrer
Con parciales de 6-2; 6-7; 3-6; 6-4 y 6-3, David Ferrer dio cuentas de Del Potro en un partido extenuante que duró 4 horas con 35 minutos. Con este resultado, España gana la serie 2-0 y quedó a un paso de un nuevo título.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) Nadie puede decir que Juan Martín Del Potro jugó mal o que no se entregó el todo por el todo. Arrancó abajo, lo remontó, pasó a ganar, a controlar el juego y hasta ilusionarnos con un empate en la serie. Pero la remontada del invicto español David Ferrer acercó a España hacia la consecución de la Copa Davis, pendiente ahora de solo un triunfo en los tres encuentros que restan en la eliminatoria.
Ferrer es otro duro hueso de roer. El español sigue invicto como local jugando Copa Davis en polvo de ladrillo. Y encima los españoles cuentan con Nadal, el mejor de todos en esta especialidad.
Ferrer saltó a la pista con la confianza que otorga que su compañero abriera satisfactoriamente la eliminatoria. Del Potro, por contra, con la presión de saberse poseedor de las ilusiones de un país ansioso por lograr su primera 'ponchera' de plata.
Así se justifica el arranque fulgurante del tenista español, que exhibió un gran juego de piernas e hizo mucho daño al rival con una derecha metida en pista que taladró las aspiraciones de un Del Potro quebrado en el cuarto juego.
Ferrer supo buscar con acierto los puntos débiles del albiceleste: insistirle al revés y obligarle a besar la arcilla con dejadas que le rompían por completo. Con un nuevo break, firmado en blanco, el español mandó el primer set a su casillero.
Del Potro no tiró la toalla y subió el nivel de su tenis. La maquinaria tandilense golpeó tan duro la pelota que alguno comentaba en la grada que no le extrañaría que reventara alguna.
El siempre incombustible Ferrer buscó resquicios en el muro, cada vez más sólido, que tenía enfrente, pero acabó desinflándose en el tie-break.
Fue el inicio del resurgimiento del argentino, que por momentos recordó a su mejor versión. Apoyado en el saque cuando la situación lo merecía, pegando sartenazos con la derecha desplegada a un metro del cuerpo y ajustando milimétricamente cada pelota a las líneas.
Era él quien arriesgaba, pegaba y cerraba cada punto. Más en nómina de ganadores que de errores no forzados. A pesar de ceder su servicio en el juego inicial, el pupilo de Franco Davin tuvo opciones de break en cada servicio de su rival, pero fue de la manera más cruel, apoyándose en el azar de la cinta, cuando consiguió recuperar la desventaja.
Siguió pegando metido en pista, alineado con los astros y firmó cinco juegos consecutivos para llevar un set más a su nómina.
Para entonces La Cartuja parecía La Bombonera y los 3.000 hinchas argentinos se hacían notar más que los 24.000 españoles, fríos como la noche sevillana.
Albert Costa se llevó a David Ferrer al vestuario. Necesitaba tomar oxígeno, chillar a los cuatro vientos y volver a encontrarse a sí mismo.
Una situación similar a la acontecida hace dos años cuando caía dos sets a cero ante Radek Stepanek en la final de Barcelona, partido que acabó remontando.
Ferrer se puso el traje de trabajo, asimiló con temple el contrabreak de su rival tras 'robarle' un servicio en el cuarto juego y apretó los dientes en el rush final del set para acabar llevándose el set.
Fue en el décimo juego y tras una doble falta del argentino. No hay partido de esta entidad que Ferrer no esté asociado a la épica.
"Si llegamos al quinto set somos favoritos", apuntaba Rafa Nadal en el banco en un ataque de sinceridad. Sabían en el box español de las limitaciones físicas de un Del Potro (tuvo que ser masajeado en varias ocasiones de su muslo izquierdo) que pasó de héroe a villano en apenas unos instantes.
A él se le hicieron eternos. El break de Ferrer llegó en el cuarto juego tras resolver con acierto un ejercicio de paciencia y contundencia. Dañado por las heridas sufridas en la dura batalla, David sabía que no podía dejar pasar la oportunidad de poner el broche.
Por eso no esperó y fue a por el partido. Con humildad, valentía y acierto. Ni el postrero break de Del Potro deslució la victoria de Ferrer.
De los 21 partidos que ha disputado David en Copa Davis (17-4), 12 de ellos han tenido lugar como local -y por ende sobre arcilla-, resolviendo cada uno con una victoria.
Esta última otorga a España el 2-0 en la final ante Argentina y le deja la Ensaladera al alcance de las manos.
Ferrer es otro duro hueso de roer. El español sigue invicto como local jugando Copa Davis en polvo de ladrillo. Y encima los españoles cuentan con Nadal, el mejor de todos en esta especialidad.
Ferrer saltó a la pista con la confianza que otorga que su compañero abriera satisfactoriamente la eliminatoria. Del Potro, por contra, con la presión de saberse poseedor de las ilusiones de un país ansioso por lograr su primera 'ponchera' de plata.
Así se justifica el arranque fulgurante del tenista español, que exhibió un gran juego de piernas e hizo mucho daño al rival con una derecha metida en pista que taladró las aspiraciones de un Del Potro quebrado en el cuarto juego.
Ferrer supo buscar con acierto los puntos débiles del albiceleste: insistirle al revés y obligarle a besar la arcilla con dejadas que le rompían por completo. Con un nuevo break, firmado en blanco, el español mandó el primer set a su casillero.
Del Potro no tiró la toalla y subió el nivel de su tenis. La maquinaria tandilense golpeó tan duro la pelota que alguno comentaba en la grada que no le extrañaría que reventara alguna.
El siempre incombustible Ferrer buscó resquicios en el muro, cada vez más sólido, que tenía enfrente, pero acabó desinflándose en el tie-break.
Fue el inicio del resurgimiento del argentino, que por momentos recordó a su mejor versión. Apoyado en el saque cuando la situación lo merecía, pegando sartenazos con la derecha desplegada a un metro del cuerpo y ajustando milimétricamente cada pelota a las líneas.
Era él quien arriesgaba, pegaba y cerraba cada punto. Más en nómina de ganadores que de errores no forzados. A pesar de ceder su servicio en el juego inicial, el pupilo de Franco Davin tuvo opciones de break en cada servicio de su rival, pero fue de la manera más cruel, apoyándose en el azar de la cinta, cuando consiguió recuperar la desventaja.
Siguió pegando metido en pista, alineado con los astros y firmó cinco juegos consecutivos para llevar un set más a su nómina.
Para entonces La Cartuja parecía La Bombonera y los 3.000 hinchas argentinos se hacían notar más que los 24.000 españoles, fríos como la noche sevillana.
Albert Costa se llevó a David Ferrer al vestuario. Necesitaba tomar oxígeno, chillar a los cuatro vientos y volver a encontrarse a sí mismo.
Una situación similar a la acontecida hace dos años cuando caía dos sets a cero ante Radek Stepanek en la final de Barcelona, partido que acabó remontando.
Ferrer se puso el traje de trabajo, asimiló con temple el contrabreak de su rival tras 'robarle' un servicio en el cuarto juego y apretó los dientes en el rush final del set para acabar llevándose el set.
Fue en el décimo juego y tras una doble falta del argentino. No hay partido de esta entidad que Ferrer no esté asociado a la épica.
"Si llegamos al quinto set somos favoritos", apuntaba Rafa Nadal en el banco en un ataque de sinceridad. Sabían en el box español de las limitaciones físicas de un Del Potro (tuvo que ser masajeado en varias ocasiones de su muslo izquierdo) que pasó de héroe a villano en apenas unos instantes.
A él se le hicieron eternos. El break de Ferrer llegó en el cuarto juego tras resolver con acierto un ejercicio de paciencia y contundencia. Dañado por las heridas sufridas en la dura batalla, David sabía que no podía dejar pasar la oportunidad de poner el broche.
Por eso no esperó y fue a por el partido. Con humildad, valentía y acierto. Ni el postrero break de Del Potro deslució la victoria de Ferrer.
De los 21 partidos que ha disputado David en Copa Davis (17-4), 12 de ellos han tenido lugar como local -y por ende sobre arcilla-, resolviendo cada uno con una victoria.
Esta última otorga a España el 2-0 en la final ante Argentina y le deja la Ensaladera al alcance de las manos.
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