Niños armenios
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Sin miedo a la irritación y a las posibles represalias de las autoridades turcas, el Papa (quien recientemente visitó Turquía) conmemoró el centenario del martirio, el "Metz Yeghern" de los armenios y declaró doctor de la Iglesia a san Gregorio de Narek.
En 1ra. fila, el presidente de Armenia, Serz Sargsyan, y los 2 patriarcas, Karekin II, de Todos los Armenios; y Aram I, de la Gran Casa de Cilicia, junto con el patriarca de los armenios católicos Nerses Bedros XIX.
En una basílica de San Pedro repleta de fieles, en su mayoría armenios, representantes de los 10 millones que componen la diáspora, el Papa abordó el "despiadado exterminio" de sus compatriotas, en un vigoroso discurso previo al comienzo de la misa.
Francisco denunció que "estamos viviendo un tiempo de guerra, una 3ra. guerra mundial ‘a trozos’, en la que asistimos cada día a crímenes despiadados, a matanzas sangrientas y a una locura de destrucción".
El jefe de los católicos apostólicos romanos denunció que "hoy estamos viviendo una especie de genocidio causado por la indiferencia general colectiva y el silencio cómplice de Caín, que exclama: ‘Y a mí, ¿qué me importa?’ ‘¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?’".
El Papa recordó que "nuestra humanidad ha vivido en el siglo pasado 3 grandes tragedias inauditas: la 1ra. fue aquella que generalmente se considera ‘el 1er. genocidio del siglo 20’, en palabras de Juan Pablo II y el patriarca armenio Karekin II en el 2001. Castigó vuestro pueblo armenio, la 1ra. nación cristiana, junto con los sirios católicos y ortodoxos, los asirios, los caldeos y los griegos".
El Papa lamento enérgicamente la indiferencia colectiva, pues "parece que el entusiasmo surgido al final de la 2da. Guerra Mundial esté desapareciendo y disolviéndose. Parece que la familia humana se niega a aprender de sus propios errores causados por la ley del terror, e incluso hoy hay quien trata de eliminar a sus propios semejantes, con la ayuda de algunos y el silencio cómplice de otros".
En palabras muy fuertes, dirigidas claramente a Turquía, Francisco advirtió que "recordarlo es necesario. Es más, es un deber, pues donde no vive la memoria significa que el mal tiene todavía abierta la herida. ¡Esconder o negar el mal es como dejar que una herida continúe sangrando, sin medicación!".
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