domingo, 3 de mayo de 2015

Y ESTO TIENE UN TUFILLO A 2003...

OPINIÓN / CLAVES 
Scioli - Massa - Macri


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Muchas lecturas pueden hacerse de las PASO que se realizaron en la Ciudad de Buenos Aires hace una semana, pero el mensaje más claro fue que el resultado de la votación mostró los límites y carencias que tienen el macrismo, el kirchnerismo, el sciolismo y el massismo para enfrentar la elección presidencial en octubre.



 El indiscutible triunfo de Horacio Rodríguez Larreta confirmó que el PRO tiene un único líder, Mauricio Macri; que el macrismo ha sabido armar una estructura clientelar política propia y que ya no son un “club de amigos”, sino un partido político.

Sin embargo, entre el 70% de imagen positiva que tiene el macrismo como administradores de la Ciudad de Buenos Aires al 48% de votos obtenidos, hay una distancia que muestra cierta desconfianza hacia el PRO que intenta aprovechar el massismo.

 Carlos Fara, a quien muchos señalan como el encuestador que toma como referencia el Frente Renovador, hizo circular un trabajo en el cual preguntó a quién no le gustaría que Mauricio Macri fuera Presidente de la Nación: 42% de rechazos para el líder del PRO. El trabajo continuó con 30% de rechazo para Daniel Scioli y sólo 21% para Sergio Massa.

Esa es una línea argumental que impusieron el duhaldismo + el kirchnerismo (+ Grupo Clarín) contra Carlos Saúl Menen, en 2003, construyendo la barrera que impidiera la 2da. vuelta; aunque en 2015 busca frenar la ola de encuestas a favor del Jefe de Gobierno porteño y llevar votos hacia el diputado nacional.

 Este esfuerzo del massismo por revertir la tendencia negativa de las encuestas de las últimas semanas confirma el daño que le produjo a Massa y al Frente Renovador dejar de estar a la cabeza de las preferencias de los votantes y el magnífico instrumento que resultan las encuestas cuando hay carencias de propuestas políticas, ausencia de convicciones y abundancia de liderazgos sin contenido, para así crear percepciones e impulsar decisiones políticas en el atomizado y complejo escenario político argentino.

 De todos modos, el gran triunfo del PRO en Ciudad de Buenos Aires desnudó

- las carencias que tiene el macrismo más allá de la avenida General Paz;

- los votos que comparte con candidatos contrarios como Martín Lousteau (que pueden fugarse de una ronda de votación a la otra); y

- el peligro de que los votos no resulten suficientes para llegar al poder, tal como muchos aún creen que ocurrirá con Miguel del Sel en Santa Fe, pese al enojo de los radicales con sus socios políticos locales del Partido Socialista.

 Sin duda, el PRO tiene ventaja electoral en la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza, gracias al acuerdo con la Unión Cívica Radical; y que en las últimas 2 semanas ha alcanzado fórmulas competitivas en Córdoba y La Pampa; y ganó el apoyo del candidato radical de Tucumán, Juan Manuel Cano, quien ahora lo sumó a su frente electoral, igual que Gerardo Morales en Jujuy.

Pero sin un candidato fuerte en la Provincia de Buenos Aires, el macrismo contará votos hasta último momento para ver si llega al balotaje.

 ¿María Eugenia Vidal es ese candidato fuerte que precisa el PRO? ¿Basta con Mauricio Macri al frente para traccionar los sufragios que precisa Vidal, o es que debería ser al revés? ¿Tanto le impactó a Macri el caso de Gabriela Michetti para insistir que quiere en todos los distritos candidatos sin peso relevante propio?

 Advertencia: el compañero de fórmula que elija Macri podría ser clave para sumar voluntades en Provincia de Buenos Aires, si sabe elegir en forma adecuada.

Sin embargo, el Jefe de Gobierno porteño, quién ya dijo que sabe quién será su N°2 en la fórmula, parece ir en contra de las 2 elecciones en las que obtuvo la mayor cantidad de votos, al tener una mujer de acompañante.

 Muchos minimizan la figura de un vicepresidente de la Nación, pero por algo Eduardo Duhalde le puso a Daniel Scioli a Néstor Kirchner; el santacruceño hizo lo propio con Cristina Fernández apostando a la “transversalidad” de Juio Cobos; y la propia Presidente de la Nación se equivocó al seleccionar a Amado Boudou por un antojo personal de inmenso costo político.

 Volviendo a las elecciones porteñas, Cristina Fernández tuvo una nueva demostración de que La Cámpora, como máquinaria electoral, es un fracaso rotundo, como ya lo había demostrado en las elecciones en la Universidad de Buenos Aires, y otras casas de estudio.

Pese a que cuentan con recursos, asesores, medios de comunicación y otros apoyos, la agrupación juvenil es incapaz de un armado serio y de seducir votantes. Es más, los analistas coinciden que la figura de Mariano Recalde ha resultado ser “piantavotos”, no tanto por su persona, sino por representar lo más alto de la cúpula del poder de un colectivo que se sustenta en jóvenes empleados públicos ganando sueldos inalcanzable para el resto de los ciudadanos.

 No es consuelo para el Frente para la Victoria o para la Casa Rosada decir que con Daniel Filmus obtuvieron derrotas más honrosas y un seguro 2do. lugar en la preferencia de los porteños; lo peor es que figuras como Gustavo Marangoni o Carlos Tomada, que fueron vetados en forma directa por el hijo de la Presidente de la Nación, sin duda hubiesen obtenido un caudal mucho más abundante de votos.

 Máximo Kirchner merece un párrafo, dado que fue su decisión que La Cámpora encabezara las listas porteñas, quitando de la carrera a Gustavo Marangoni y permitiendo tantas listas que atentaron contra la fortaleza que buscaba el kirchnerismo.

Si estando en el poder la agrupación oficialista no obtiene un triunfo, menos es imaginarla estado en el llano, tal como estarán desde el 10/12. Por eso, las fantasías de continuidad se evaporaron con cada urna que se abrió el domingo 26/04.

 Pese a que fue uno de los dirigente oficialistas que no tuvo problemas en poner la cara al papelón de festejar un 3er. lugar en una elección, Daniel Scioli también encuentra en la Ciudad de Buenos Aires un límite a su carrera hacia la Casa Rosada, dado que la carencia de un candidato fuerte que arrastre votos lo obliga a apoyarse en tierras bonaerenses.

 Daniel Scioli carece de figuras relevantes que lo apoye no sólo en la Ciudad de buenos Aires, sino también, en Santa Fe y Mendoza; en Córdoba, haber elegido a “Cacho” Buenaventura como compañero de fórmula del Intendente de Villa María, Eduardo Acastello, confirma que el kirchnerismo no tiene oportunidades de una buena elección en tierras mediterráneas.

 La confianza de Daniel Scioli se basa en las encuestas, que mayoritariamente lo ubican a la cabeza de las preferencias de los votantes. En base a encuestas intenta convencer a los electores indecisos o indefinidos. El discurso electoral de Scioli son, entonces, los porcentajes que exhibe a los “Barones del Conurbano” y a una “Liga de Gobernadores” que viene tejiendo desde hace años.

Luego de la elección porteña, un Axel Kicillof como compañero de fórmula podría ser lo mismo que la kriptonita para Superman.

 En cuanto a Massa, él quedó desnudo por la votación porteña, lo que volvió a desatar una cadena de rumores adversos a sus ambiciones, que intentó neutralizar con el acto que realizó en el estadio del club Vélez Sarsfield, gracias al inmenso aporte de micros de los intendentes y sindicatos que adhieren al massismo.

En ese sentido, su raíz peronista quedó al descubierto. Vélez Sarsfield fue una demostración de fuerza calculada. La puesta en escena, prolija. Elegir de enemigo a La Cámpora, inteligente. Pero quedó gusto a poco o a tardío, no sólo dentro del massismo, sino en los potenciales aliados, dado que el ex intendente de Tigre confirmo que la Provincia de Buenos Aires es su fuerte, pero para ser Presidente de la Nación se necesita penetrar y caminar todo el país.

 La conferencia de prensa anunciando el acuerdo con José Manuel de la Sota permitió evaluar que algunos de los integrantes del “tren fantasma” quedaron en el camino (con Adolfo Rodríguez Saá a la cabeza).

Fue una gran jugada de Massa y De la Sota. Pero desde el punto de vista electoral fue mucho más importante el mensaje de los candidatos radicales de media docena de provincias apoyando su lanzamiento, pese a lo acordado en Gualeguaychú; más el aporte de gremios como La Fraternidad, que consolidaron la idea de que el Frente Renovador está lejos de disolverse, como decían los rumores; y menos, de un acuerdo con Macri.

 De esta forma, la carrera presidencial queda de la siguiente forma:

 1. El kirchnerismo volverá a depender del peronismo para sobrevivir políticamente a las próximas elecciones. Son incapaces de ganar una votación con su propio esfuerzo y estructura, lo que disipa los temores de que el Frente para la Victoria pudiera abandonar a Daniel Scioli para competir con un candidato propio.

 2. El Gobernador de Buenos Aires queda cada vez más encerrado del apoyo del peronismo bonaerense para ganar. El famoso 30% de núcleo duro que dice poseer el kirchnerismo es más peronista que seguidores de Cristina Fernández, por eso Sergio Massa sabe que debe buscar al votante peronista para debilitar a Daniel Scioli e incrementar sus chances electorales. Sin embargo, Daniel Scioli se mantiene en su apuesta de ganar en primera vuelta, la duda es ver si puede alcanzar esa meta.

 3. Mauricio Macri y Sergio Massa juegan a ver quién de los 2 llega al balotaje, en la conciencia que quién lo logre, polarizará con Daniel Scioli y, ante el antikirchnerismo creciente que hay entre los votantes, 1 de los 2 se impondrá y será el futuro Presidente de la Nación. De esta forma, con 3 candidatos con posibilidades de llegar a la Casa Rosada, 1 juega a ganador y 2 a ser el 2do., algo pocas veces visto en la historia electoral argentina y una confirmación de que ni Mauricio Macri ni Sergio Massa han logrado construir un proyecto alternativo al kirchnerismo que los lleve hacia el poder sin magia o especulaciones electorales.

 Muy en el fondo, tanto Sergio Massa como Mauricio Macri terminan por seguir los pasos de Néstor Kirchner, quien nunca se propuso ganar en 2003 en la 1ra. vuelta a Carlos Menem, sino que su ambición era superar a Ricardo López Murphy y ser el 2do., posicionándose para el balotaje.

Bastante poco para 12 años de un Gobierno que no dejó de cometer errores, pero es lo que se puede lograr con un escenario tan atomizado y desestructurado políticamente, donde los intereses de conservar el poder a nivel local aparecen por encima de el deseo de imponer un nuevo modelo de país que se haga cargo de la “fiesta kirchnerista” y de crear nuevas oportunidades para los ciudadanos.

Es lo que hay.

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