CLAVES / NOTA DE OPINIÓN
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Han pasado tres semanas de las PASO y todos los candidatos a Presidente de la Nación se encuentran empantanados, paralizados, sin capacidad de reacción para intentar relanzar su campaña y salir a buscar los votantes que requieren para alcanzar sus metas políticas.
Esta situación no sólo encuentra debilitado a Daniel Scioli, también a Mauricio Macri, Sergio Massa y Margarita Stolbitzer quienes, si no fuera por el escándalo de la elección en Tucumán, habrían pasado otra semana “remando en dulce de leche”, tal como dicen los jóvenes.
Las encuestas que circulan –y las que llegan a los escritorios de los candidatos- muestran leves movimientos hacia arriba o hacia abajo, según sea el caso, de 1 o 2 puntos porcentuales, que no pueden ser tomados en cuenta, dado que pueden ser considerados “errores muestrales”, es decir, que no implican ningún tipo de tendencia.
El dato es grave, dado que exhibe un electorado que no está arrepentido de su voto en las PASO del 09/08 y que no tiene incentivos para cambiar de uno hacia otro postulante.
El virtual “congelamiento” de las encuestas muestra, además, que los comandos de campaña, hoy, no tienen como prioridad lanzarse a “pescar” votos, sino que consideran prioritario consolidar la base de electores propia, dado que todos han hecho elecciones de cuyos resultados no pueden mostrarse orgullosos, dado que todos los presidenciables sacaron menos sufragios que sus candidatos a intendentes, algo que nunca había pasado en la Argentina.
Con los números en la mano, tanto Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa pueden decir que no hubo arrastre de votos “de abajo hacia arriba”, es decir, que los intendentes se preocuparon más por defender sus posiciones (o que los vecinos prefirieron apoyarse en sus aspirantes locales), que de seleccionar las boletas a partir de los candidatos presidenciales, justo lo contrario que ocurrió en 2007 y 2011, por ejemplo.
Por eso, todos los comandos de campaña han mandado a sus operadores políticos a reunirse con las estructuras municipales y provinciales para consolidar e incrementar el “arrastre” de votos “desde abajo hacia arriba”, es decir, que no jueguen al “voto delivery”, como están apostando todos, con el fin de mantener su posición de poder.
El “voto delivery” es un sobre que se le acerca al vecino, al miembro de un sindicato, de un colectivo social, de una aparato clientelar o similares, donde se incluye la boleta del interesados (por lo general, un intendente o gobernador) y el candidato a presidente (o gobernador) que más le guste a la persona.
Eso se reparte casa por casa, con el objetivo de asegurarse que el receptor no lo arme mal en el cuarto oscuro el día de la votación.
Pero, además, hay que alentar a la tropa, que se encuentra ausente de entusiasmo.
Por eso el sciolismo organizó una reunión del instituto peronista Gestar (que reúne a funcionarios kirchneristas con intendentes, gobernadores y legisladores peronistas) para “calentar” y relanzar la campaña la semana que comienza, Aníbal Fernández se sentó con los intendentes de la poderosa 3ra. Sección bonaerense, Emilio Pérsico llamó al Movimiento Evita a “reventar las urnas” y Daniel Scioli se reúne con el metalúrgico Antonio Caló y el albañil Gerardo Martínez y les promete que su primer acto de gobierno será eliminar Ganancias a los trabajadores de alto sueldo.
Por su parte, en Cambiemos, Emilio Monzó y Ernesto Sanz recorren todas las intendencias radicales bonaerenses para sumar votos para María Eugenia Vidal y para Mauricio Macri, se lanza el “Gabimovil”, para que Gabriela Michetti recorra las calles del Gran Buenos Aires y la capital federal; y diversos operadores han volado a las provincias para relanzar la alianza trunca que se aprobó en Gualeguaychú.
A su vez, Sergio Massa ha tenido varias reuniones con sus intendentes bonaerenses, ha comenzado a recorrer las provincias para ver quiénes lo acompañarán en la 1ra. Vuelta y cuántos ya han cerrado con Mauricio Macri y, cada semana, se esfuerza por hacer anuncios e intentar romper la agenda de la campaña.
En el fondo, la crisis desatada en Tucumán sirvió de disparador para rearmar estrategias. Por el lado de Daniel Scioli, quedó en claro que él no puede seguir subiéndose a los problemas que tiene el oficialismo, ya sea en su frente interno o externo, y decidió arriesgarse a cambiar la agenda con el regreso de los visitantes a los partidos de fútbol.
La oposición se dio cuenta que exigiendo la reforma del sistema electoral arrinconó al Gobierno porque encontraron un tema que le permita actuar unidos a sus protagonistas, y que sus votantes han respondido muy bien al verlos juntos en una foto o ante los rumores de “diálogos a futuro”.
Es tan bajo el nivel de discusión política e institucional de la Argentina que vamos a elegir al 5to. Presidente de la Nación del siglo XXI hablando sobre la instrumentación de la boleta única papel o del regreso del público visitante al fútbol.
Ni el default, ni la inflación, ni el desempleo, ni la falta de inversión, ni los cepos cambiarios e importador, ni la crisis del Mercosur, ni la corrupción, ni la base china en Neuquén, ni los femicidios, ni el nacrotráfico, ni la decadente educación, ni el pobrísimo sistema de salud, ni los inmigrantes ilegales que nos inundan son temas de campaña.
Sí el fútbol o un instrumento de votación.
La crisis en Tucumán no se desata por problemas con la elección a Gobernador, sino por los robos, quema de urnas, peleas y otras iniquidades alrededor de la elección a concejales e intendentes. Es a nivel territorial que surgen los problemas. Es a nivel de los aparatos locales donde nace la violencia. Luego se trasmiten hacia arriba.
Por lo cual, la boleta única papel hoy sólo se puede aplicar para la fórmula presidencial y para legisladores y ParlaSur nacionales; no sirve para evitar refriegas por el control del espacio local. La oposición está en la discusión correcta, con la visión equivocada.
El problema es el sistema político, no el instrumento de votación.
Por su parte, Daniel Scioli encuentra en el fútbol una forma de llegar al votante peronista que no lo acompañó en las PASO. Sabe que debe crecer en el votante C2-D1, pero eso deja a Mauricio Macri y Sergio Massa un universo de clase media y media-alta que no puede despreciar, pero que no puede seducir si sigue sentado al lado de Cristina Fernández en cada cadena que protagoniza la Presidente de la Nación.
Si bien la semana que comienza Daniel Scioli relanza su campaña con el fútbol y algún que otro anuncio de impacto y Mauricio Macri y Sergio Massa abandonarán la crisis tucumana, para que la sigan defendiendo los radicales; todavía ninguno encuentra el “gatillo” para romper el escenario de elección de las PASO.
Sin embargo, se acerca las elecciones en Chaco y el oficialismo sabe que no debe repetirse lo de Tucumán y la oposición entendió que debe seguir presionando al Gobierno con el tema “boleta única” para instalar el temor a un fraude masivo en octubre.
Quedan dos preguntas pendientes:
- ¿Alguna vez en la campaña electoral se hablará de los problemas que tiene la Argentina y los candidatos darán a conocer sus posibles soluciones?; y
- ¿Le interesa al votante conocer la verdad de los problemas que tiene la Argentina y las posibles soluciones que tienen los presidenciables?
Es difícil el escenario cuando una parte no habla y la otra no quiere escuchar.
En las PASO, la mayoría eligió por “simpatía” a su candidato, o para oponerse a otro postulante. Pero pocos lo hicieron pensando en el Plan de Gobierno que ofrecen.
Quizás, en Octubre se vote otra vez percepción y no por decisión racional. Después, no nos quejemos del resultado.
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