lunes, 9 de mayo de 2016

GENERALIZAR LA BAJA DEL IVA NO AYUDA A LOS POBRES

ECONOMÍA / DESIGUALDADES EN LA SUPUESTA IGUALDAD 

Imagen Ilustrativa


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Idesa). El Poder Ejecutivo ha elevado al Congreso una iniciativa para devolver el IVA cobrado sobre los alimentos consumidos por las familias de menores ingresos. 


El mecanismo prevé que a los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y a los jubilados con haberes mínimos se les reintegre, como mínimo, un 15% del valor de su compra con un tope de reintegros de $300 mensuales.

Para que la devolución se haga efectiva es imprescindible que la compra se realice mediante tarjeta de débito. La devolución del IVA mediante reintegros en la cuenta bancaria del beneficiario innova respecto a la distribución directa de alimentos (bolsones) y a estrategias de reducción generalizada en el precio de los alimentos.

En esta línea se inscriben, por ejemplo, el desaliento a las exportaciones o la reducción de los impuestos que gravan los alimentos. Una de las más usadas es la reducción generalizada en las alícuotas del IVA. Así es como actualmente se aplican alícuotas más baja al consumo final de pan, carnes vacunas, frutas, legumbres, hortalizas frescas y leche.

Para evaluar la pertinencia del nuevo mecanismo resulta útil apelar a los datos oficiales. Según la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares (ENGH) del INDEC, se observa que:

< El 30% de los hogares más pobres consume el 26% del total de alimentos consumidos por los hogares urbanos.

< El 40% de los hogares de ingresos medios consume el 38%.

< El 30% de los hogares de mayores ingresos consume el 36% del total de alimentos.

Estos datos muestran que los hogares de más bajos ingresos consumen apenas un cuarto del total de los alimentos. Por eso, las políticas basadas en reducir de manera generalizada el precio de los alimentos, como alícuotas más bajas de IVA, tienen impactos regresivos.

Quienes más aprovechan las reducciones de IVA son quienes más ingresos tienen porque son los que más alimentos consumen. En este aspecto, la idea de focalizar la devolución del IVA entre los hogares de menores ingresos tiene un impacto claro y positivo sobre la equidad distributiva.

También constituye una alternativa superadora desde el punto de la eficiencia productiva y los incentivos a la inversión y a la expansión de la producción.

El IVA es un impuesto neutral a la producción porque cada eslabón de la cadena productiva descarga sobre el siguiente el impuesto abonado en la compra de insumos. Cuando el consumo final se exime, total o parcialmente, se generan distorsiones porque se presentan dificultades para que el IVA pagado en la compra de insumos se traslade al consumidor final, convirtiendo al IVA en un costo.

Peores desincentivos se generan cuando se procura reducir el costo de los alimentos controlando los precios o aplicando retenciones o cupos a las exportaciones. La devolución del IVA focalizada en las familias más humildes tiene ventajas al no desalentar la inversión y la producción de alimentos además de concentrar el beneficio entre los más pobres moderando el impacto fiscal.

La principal crítica es que en muchos comercios, especialmente los ubicados en zonas marginales, no se puede pagar con tarjeta de débito. Esto no debería ser una restricción sino una oportunidad. Es estratégico avanzar hacia una reducción sustantiva de los costos bancarios gracias a la universalización en el uso del dinero electrónico.

Si se logra, gran parte del costo fiscal de los reembolsos serán más que compensados con la mayor recaudación de impuestos, incluso los que recaudan las provincias y los municipios. Un estudio reciente de UNICEF señala que a finales del año 2015 el 32% de los niños y adolescentes en Argentina eran pobres.

Muchos factores explican este doloroso fenómeno pero uno clave es el fracaso de las políticas asistencialistas tradicionales. La distribución de “bolsones” o inducir la reducción generalizada del precio de los alimentos no son alternativas eficaces para garantizar una dieta adecuada entre las familias pobres.

En este sentido, devolver el IVA de los alimentos a los hogares de más bajos ingresos tiene menores riesgos de favorecer prácticas clientelares, impide que el beneficio sea apropiado por segmentos medios y altos, y no desalienta la inversión y la producción.

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