El ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, viene encarando un rally mediático intentando explicar el último aumento del 10% en los combustibles, que desde diciembre de 2015 ronda el 30%.
En su afán por ser amable, quiso colocar a los ciudadanos en un pedestal, pero se dejó llevar por su impulso ortodoxo (algo que ya molestó mucho en Casa Rosada cuando dio declaraciones por los aumentos de la luz en medio de los cortes de luz generalizados en pleno verano):
“Si el consumidor considera que este nivel de precios es alto en comparación a otros precios de su economía, deja de consumir lo que considera alto. Si considera que en relación a otros precios no es alto, sigue consumiendo. Los consumidores son inteligentes”, disparó.
Sucede que no está teniendo en cuenta que los incrementos de las n aftas rápidamente se reflejan en todos los otros productos por una cuestión de fletes y producción.
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