FÚTBOL INTERNACIONAL /LIGA DE ESPAÑA
Si el Madrid sufrió en el Bernabéu hasta cinco minutos antes del final, el Barcelona demoró su paso al frente hasta que un error del Espanyol le abrió la puerta al arco. Marcelo había salvado a su equipo ante el Valencia y el Barça transcurrió todo el primer tiempo sin poder perforar al adversario, a pesar de que Messi-Suárez-Neymar eran amenaza constante.
Goleada, una exageración en el clásico catalán.
A poco de la reanudación, Jurado cometió un error conceptual gravísimo. El volante externo del Espanyol tenía la pelota sobre la banda derecha. Sin pase, decidió reanudar la jugada con una cesión hacia atrás. Con elegancia, le pegó con tres dedos. Pero a nadie. Al vacío. Los centrales David López y Diego Reyes iban saliendo desde el fondo.
Luis Suárez olió sangre. Intuyó el pase fallido. Y fue. Y llegó antes. Y definió cuando pisó el área con un derechazo recto al palo derecho del arquero Diego López. Fin de la espera del Barça y de la sequía de gol del uruguayo quien desde el gol a Sevilla del 5 de abril llevaba sin convertir seis partidos: los dos ante Juventus por la Champions, 3 de Liga y el último ante Osasuna, cuando Luis Enrique lo dejó los 90 minutos en el banco.
Y, de yapa, por primera vez llegó a la red en el estadio Corneliá-El Prat.
Lionel Messi jugó un partido "normal". ¿Qué es normal para Messi? Un partido en el que no brilla pero sale aprobado con holgura.
Sin Iniesta en el campo y con su reemplazante André Gomes demasiado tímido para asumir liderazgo futbolístico, Messi fue el iniciador de cada ataque. Y, en algunas ocasiones, el definidor. Espanyol lo rodeó con marcas alternas, como lo haría un equipo sudamericanos: sin darle espacio y con pierna rigurosa.
Los "periquitos" recurrieron a la falta sistemática. Messi no pudo concretar ninguno de los tiros libres que dispuso. Neymar tampoco en los dos que tiró. Pero como con Messi no puede haber descuidos, si Espanyol sufrió aquel pase suicida de Jurado en el primer gol, se pegó otro tiro en los pies en el segundo.
Jugada típica de Messi: tomó la pelota a la salida del círculo central y encaró. En ese momento justo en que junta a los dos volantes centrales y a los dos zagueros en pocos metros cuadrados, encuentra el hueco para el disparo o a la asistencia. Fue pase a la izquierda a Iván Rakitic que el croata puso en la red, de zurda.
A cuatro del final hubo otra gafe, esta vez de Aaron Caricol, con una pifia descomunal. Suárez andaba por ahí y confirmó una goleada inesperada y fuera de contexto. (www.clarin.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario