Foto: Télam |
Los incesantes esfuerzos para llegar a una niña atrapada entre los escombros de su escuela se prolongaron hoy en México, en una vigilia transmitida por televisión, mientras los rescatistas se esforzaban en la oscuridad y bajo la lluvia para tratar de retirar los inestables restos y sacarla.
La imagen de sus dedos moviéndose a primera hora de ayer se convirtió en un símbolo de esperanza que llevó a miles de profesionales y voluntarios a trabajar frenéticamente en docenas de edificios derribados en toda la capital mexicana y en estados próximos para buscar a sobrevivientes del terremoto de magnitud 7,1, que causó al menos 245 fallecidos y más de 2.000 heridos en el centro del país.
En la escuela Enrique Rebsamen, situada en el sur de Ciudad de México, una de las zonas más afectadas por el sismo de 7,1 grados del martes, murieron al menos 21 niños y cuatro adultos.
"Sabemos que hay una niña con vida al interior (de la escuela destruida), lo que no sabemos es cómo llegar a ella (...) sin riesgo de colapso y sin que no se arriesgue al personal" de rescate, dijo a la cadena 'Televisa' el almirante José Luis Vergara, quien coordina el rescate.
La esperanza de un milagro se desvanecía. Horas antes rescatistas aseguraban bajo anonimato que habían visto a cinco menores con vida, otros señalaban que con escaners térmicos habían detectado al menos tres cuerpos con vida. Pero Vergara prefiere no dar esperanza. Se ha conseguido hablar brevemente con la menor, le han pasado agua y oxígeno.
"Estoy muy cansada", dijo la niña, según el militar. Su nombre es un misterio. No fue posible escucharlo con claridad. Horas antes, en los medios se decía que la pequeña se llama Frida Sofía, pero no ha sido posible confirmarlo ni se ha ubicado a familiares de un menor que responda a ese nombre.
La remoción de escombros era quirúrgica. Se medían cuidadosamente los polines metálicos que eran colocados para sostener la construcción, que de dos pisos quedó reducida a uno, según testigos. A cada momento los rescatistas alzaban los puños, señal para pedir silencio que se ha generalizado en los derrumbes en Ciudad de México. Se afinaba el oído para escuchar algún signo de vida o comunicarse con rescatistas que se sumergían en los escombros.
El silencio se prolongaba hasta por media hora. Los socorristas permanecían atentos, inmóviles, expectantes, algunos susurrando entre ellos.
"Estamos trabajando junto con cámaras térmicas y unidades caninas. Por momentos guardamos silencio absoluto para escuchar a los sobrevivientes. Ellos suelen gritar o golpear paredes", dijo a la agencia de noticias 'AFP' Pamela Díaz, una panadera de 34 años que desde el martes trabaja en el rescate. Entre los socorristas destacaba un hombre menudo, un civil al que la prensa mexicana ha bautizado como "Jorge Houston" por su nombre y la franela azul en la que está estampada el nombre de esa ciudad estadounidense.
Por su tamaño es el que más se ha aventurado en los escombros. Siempre se persigna antes de lanzarse a la llamada "línea de vida" que han abierto en el amasijo de fierros y concreto. Ha conseguido hacerle llegar agua y oxígeno a la niña. En tanto, los rescatistas que trabajan en el Colegio Enrique Rébsamen sacaron esta madrugada el cuerpo sin vida de una maestra, que estaba atrapado entre los escombros, confirmó el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño.
"No hay poder humano que pueda imaginar el dolor que estoy pasando", dijo a 'AFP' Adriana Fargo, madre de una niña de siete años y que teme esté entre los escombros, desde un albergue improvisado a la intemperie. Mientras, su esposo trabajaba hombro a hombro con los soldados, bomberos y socorristas que removían cuidadosamente los escombros en busca de señales de vida de los pequeños. Hasta ahora, 11 niños y al menos una maestra han sido sacados con vida de los escombros.
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