Al borde de la histeria
Los últimos malos resultados en la ciudad de Buenos Aires y Santa Fe, más el resultado adverso que se espera en Córdoba, sumergen al kirchnerismo al límite del colapso nervioso de cara a las Primarias del 14 de agosto. Por qué el poder político no da solución a los temas prioritarios y el espeso aroma que sobrevuela sobre el kirchnerismo más rancio tras la negativa de la sociedad a darle mayor poder
El gobierno nacional parece no haber aprendido absolutamente nada de sus errores y de lo ocurrido en el pasado, repitiendo una y otra los fallidos que lo han llevado a estar nuevamente en una etapa de desprestigio ante la sociedad, con problemas del ayer que vuelven una y otra vez, sin que el país pueda avanzar hacia la construcción de un futuro mejor.
Según el diccionario de la Real Academia Española, el vocablo Ocaso significa “decadencia, declinación, acabamiento”, y en esto parece estar inmiscuido por estas horas el kirchnerismo más duro, que ve como su proyecto político de vincular al oficialismo solo con los “leales” a la presidenta y su pensamiento, está en caída libre, y eso lo demuestra los números sacados en las últimas elecciones en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Santa Fe.
No hay dudas que en la batalla a “todo o nada” que lleva adelante el núcleo más duro del oficialismo para mantener el poder más allá de diciembre, irá implícito el resultado que obtenga la Jefa de Estado en las Primarias del 14 de agosto, donde se decidirá el futuro político no sólo de Cristina, sino que arrastrará las consecuencias del mismo a todo el arco político que se muestra totalmente expectante a lo que pase con ello.
Cuentan los que conocen los pasillos de la Casa Rosada que el voto porteño y santafesino ha repercutido negativamente en el ánimo de la presidenta y sus allegados más cercanos, por lo que se está pensando un planteo aún más duro en la campaña contra la oposición, agigantando aún más la política K de dividir a todo el mundo en “amigos y enemigos”.
Es que tal como ocurrió luego de la votación por la Resolución 125 en el Senado de la Nación en el año 2008 o en las elecciones legislativas del año 2009, cuando salió derrotado estrepitosamente, el kirchnerismo parece salir en la búsqueda de los “responsables” de la derrota, sin caer en la cuenta que los verdaderos artífices de esta debacle electoral son nada menos que ellos mismos, que se han encerrado en cuatro paredes sin escuchar la voz de la sociedad.
Su empecinamiento en mantener como el candidato oficial a Agustín Rossi, una persona que no aportaría votos más allá de la militancia K, ya que es rechazado por una gran parte de la ciudadanía santafesina por su apoyo a la Resolución 125, llevó al kirchnerismo a sufrir un duro traspié electoral a pocas semanas de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, y que apremia al oficialismo a tener que salir a cambiar en forma apresurada su campaña de cara a las mismas, si es que quiere conseguir el tan ansiado 40,1 por ciento, lo que le permitiría seguir planteando en la sociedad el lema “Cristina ya ganó”.
El no entender el voto del peronista clásico del interior del país, al que no le gusta que se le impongan cosas desde el poder central, en una muestra más del unitarismo imperante en buena parte de la clase dirigente local, que tiene un alto discurso de federalización que pocas veces se lleva a cabo, llevaron al kirchnerismo a chocarse contra una pared imposible de pasar, y en el cual muchos de los votos del peronismo se fueron hacia Miguel Del Sel, que a base de un discurso moderado y basado más que nada en el sentido común, se supo instalar como una opción de cambio al Socialismo de Hermes Binner.
Lo mismo ya le había sucedido al círculo áulico presidencial en la Capital Federal, donde a base de encuestas de los amigos del poder, que se guían más que nada por cuánto cobran que por los análisis científicos, se buscó instalar a un candidato elegido a “dedo” por la presidenta Cristina Fernández, y con el agravante de que se basó la campaña en la hipótesis de que si se tenía el mismo color político tanto en la ciudad como en la Nación, las obras inconclusas por la administración macrista iban a llegar como por arte de magia, enervando los ánimos del porteño medio, que no quiere delegados del poder nacional, sino administradores de la ciudad que solucionen sus problemas más urgentes e inmediatos.
Situación parecida parece suceder en la provincia de Córdoba, donde el gobierno no logró armonizar su relación con el ex gobernador José Manuel de la Sota, y va en forma separada del histórico dirigente del PJ, demostrando una vez más que la lógica “estás conmigo o sos mi enemigo”, es una constante en el manejo K del poder, lo que ha levado incluso a que muchos hombres del kirchnerismo trabajen por lo bajo para que el senador nacional Luis Juez triunfe el 7 de agosto, para de esa manera darle una lección política al ex mandatario mediterráneo.
Como se ha dejado traslucir en las líneas anteriores, el ánimo K no está por arriba en estos días, lo que lo ha llevado a pelearse con antiguos aliados suyos, tal es el caso del ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, un incondicional de Néstor Kirchner en sus años de gobierno. Fue la propia Jefa de Estado quien acusó al ex funcionario de ser "el vocero de Clarín", lo que motivó una dura respuesta de Fernández en el diario La Nación, en la que dijo “leí sus expresiones con pesar. Se trata exactamente del pesar que provoca descubrir la mentira en boca de una persona con quien se ha compartido una etapa central de la vida del país, y también de la propia, y por la que aún se guarda consideración”.
“Yo sé bien que usted cree en la necesidad de construir un relato propio sobre la realidad que ampare el mundo dual en el que vive”, dijo el famoso hincha de Argentinos Juniors, y continuó “pero a mí difícilmente me convenza. He sido un testigo privilegiado de ese tiempo y no voy a poder dar por cierta la historia novelada que nos propone como verdad absoluta”.
Esto llevó a que el gran provocador que tiene el gobierno en sus filas, el jefe de Gabinete Aníbal Fernández, quien dijo que “Clarín embate contra la juventud, Alberto embate contra la juventud. Clarín dice que Papel Prensa fue bien adquirida mientras brindaban con la dictadura y Alberto dice que Papel Prensa estuvo bien adquirida. Clarín se queja de la ley de medios audiovisuales, Alberto también. Clarín no está de acuerdo con la recuperación de los fondos de los jubilados y Alberto tampoco. Clarín miente y Alberto? también".
La respuesta del ex funcionario K fue contundente t efectiva para sacar más de las casillas a la tropa oficial. “Me han afectado mucho las cosas no ciertas que ha dicho Cristina. No voy a contestar la cantidad de barbaridades falsas que dice el barrabrava éste que me mandaron para contestar. Sinceramente no tiene sentido dedicarle un segundo", aseguró, levantando fuerte polvareda al interior del núcleo más duro del oficialismo.
Y es tan angustiante el estado de ánimo que se vive en el kirchnerismo hoy día, que en una nueva muestra del doble discurso reinante en el poder, otro hecho de represión y violencia hacia los que menos tienen se vivió en el día de ayer en la provincia de Jujuy, donde 4 personas murieron y más de 30 resultaron heridas luego de un violento desalojo por parte de la policía a un grupo de manifestantes que ocupaba tierras de la familia Blaquier, dueños del ingenio Ledesma, en la localidad jujeña de Libertador General San Martín.
“Este Gobierno no reprime la protesta social”. Lo dijo el ex presidente Néstor Kirchner infinidad de veces. Lo repitió (y repite) la Presidenta, ministros, legisladores. Siempre fue una afirmación cuestionada por sectores sociales de izquierda y siempre fue, también, la bandera de los intelectuales orgánicos del kirchnerismo. Ningún intelectual o periodista que apoya este Gobierno denunció hasta el momento estos asesinatos y la vinculación que tiene esto el gobierno nacional.
Del 2003 a la fecha, con un discurso progresista a favor de los Derechos Humanos y contrario al uso de la fuerza pública en los conflictos sociales, el kirchnerismo ha ido ganando a distintos sectores populares que comparten esta visión de la realidad, aunque en realidad si se las comienza a analizar un poco más detenidamente, se pueden ver las fuertes contradicciones que hay al interior del proyecto kirchnerista en cuanto a la política de seguridad.
En su informe 2010 la CORREPI (Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional), da muestra de que desde diciembre de 1983 a noviembre de este año, han sido 3.093 los datos confirmados de personas asesinadas por las fuerzas de seguridad, de ellas, 1.633 fueron muertas bajo la administración del gobierno de los Kirchner, es decir, el 52,79% de los casos ocurridos en total desde la vuelta del sistema democrático.
A esto hay que sumarle, tal como se ha venido diciendo desde la Agencia de Noticias CNA, que el corrimiento a la derecha del gobierno tiene nerviosos a más de uno en los organismos de DDHH, y que ya no saben cómo explicar ante muchos de sus seguidores por qué se apoya a un gobierno que el último año ha tenido más de una decena de muertes por represión de sus fuerzas de seguridad, y que no muestra arrepentimiento por los mismos en ningún lado, sino que por el contrario, tratan de quitarse de encima una culpa que les pertenece sólo a ellos.
Más allá de las diatribas en contra de la mano dura, lo que se vio durante todos estos años de gobierno K, es una contradicción andante entre lo que se dice y lo que se hace, algo a lo que el gobierno autodenominado de los “Derechos Humanos” tiene acostumbrado a la sociedad, valiéndose de un tono progresista a la hora del discurso público, pero a la hora de ejecutar el mismo, se tiende sobre la mano derecha, reforzando las mismas prácticas de siempre.
La realidad nacional está dada dentro de un escenario muy complejo, en el cual los dirigentes políticos, tanto del oficialismo como de la oposición, deberán sacar a la luz sus mejores armas políticas para sacar a la Argentina del ostracismo y de la encrucijada en la que se encuentra. La hora de la verdad le ha llegado a la clase dirigente, y ojala sepan responder a los ciudadanos que buscan una solución urgente a la crisis que se vive.
Un país que se enmarca en una lucha política que en muchos casos suena descarnizada y que tiene como espectadores a más de 40 millones de argentinos que miran en muchos casos desconcertados como la realidad de la clase dirigente nacional dista mucho de ser la que viven los ciudadanos de nuestro país a diario, lo que hace que la sociedad se distancie cada vez más de la misma. Si no se cambia las actitudes, las formas y las acciones con que la clase política nacional lleva adelante sus estrategias, la crispación en nuestro país no hará más que crecer y el futuro cada día más complicado.
CNA
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