ECONOMÍA / SUBSIDIOS A COLECTIVOS
Por DIEGO CABOT / LA NACIÓN
Todos los meses y durante al menos diez años, en la Argentina del transporte a precio de monedas se configuraba una de las estafas más impresionantes de la historia. Cada vez que se liquidaban los subsidios a los colectivos también se generaba una enorme masa de dinero que volvía a los funcionarios que estampaban la firma en alguna parte del expediente.
Fue la cadena de felicidad más perfecta que elaboró el kirchnerismo y que volvió millonarios a ex integrantes del gobierno y a muchos dueños de empresas de colectivos.
El negocio consistía en hacer subir la cuenta de subsidios y aumentar la enorme discrecionalidad con la que se entregaban.
Un sistema sucio y oscuro se instaló en un sector que hasta 2002 jamás en la historia había necesitado subsidios.
Para que el engranaje fuera perfecto se necesitaba que la cuenta de transferencias estatales sea cada vez más grande.
Entonces, inspirados en el populismo rancio, se congelaron las tarifas. De esa manera, la política disfrutaba por partida doble. Por un lado, palmean la espalda a la Casa Rosada por regalar el boleto; por el otro, llenaban los bolsillos de varios.
Hoy el ex ministro de Planificación, Julio De Vido, junto con varios funcionarios como los ex Secretarios de Trabajo, Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, fueron citados a indagatoria en el marco de esta causa, que se inició en abril de 2014 después de una.
Todo empezó en abril se cruzaron los datos satelitales que surgen de las máquinas del Sistema Único de Boleto Electrónico (SUBE) con los números que las empresas de colectivos denunciaban todos los meses antes de pasar por ventanilla a cobrar las compensaciones.
Entonces, aparecieron fuertes inconsistencias que dejaron mal parados a unos cuantos grupos transportistas.
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