INTERNACIONAL / AUNG SAN SUU KYI
Más 400.000 rohingya -minoría muslmana del norte del Estado de Rakhine, uno de los más pobres de Myanmar- han abandonado el país en las últimas 3 semanas, dirigiéndose a Bangladesh. La cifra representa casi la mitad de la población rohingya de Myanmar, país donde enfrentan discriminación y persecusión por parte de la mayoría budista.
La crisis se desató el 25/8, cuando grupos insurgentes rohingya atacaron puestos policiales en el estado de Rakhine, asesinando a una docena de personas. A partir de ahí, el Ejército de Myanmar lanzó "operaciones de despeje" en Rakhine, disparándole a los civiles que intentanban huir y quemando pueblos rohingya, según Shashank Bengali del Los Angeles Times.
Un alto oficial de derechos humanos de la ONU lo llamó "un ejemplo de manual de limpieza étnica".
Por primera vez desde que se desató la crisis, la líder de facto del Gobierno y premio Nobel de la Paz, Aung San Sun Kyi, se dirigió este martes 19/9 a la comunidad internacional sobre el éxodo de los rohingya -y lo trató como un misterio, generando la indignación internacional.
"Queremos averiguar por qué está sucediendo este éxodo", dijo Suu Kyi. Durante la alocución, la líder birmana -quien lideró la oposición contra los ex gobernantes militares de Myanmar- defendió al Ejército que una vez la tuvo bajo arresto domiciliario durante más de una década.
Lo que es más grave aun, Suu Kyi no se refirió a los rohingya por su nombre, manteniendo así la visión del Gobierno de que los miembros de esta minoría étnica y religiosa son inmigrantes ilegales de Bangladesh y no forman parte de la docena de etnias nacionales reconocidas por Myanmar.
Los activistas rohingya disputan esto enfáticamente, citando que muchas familias han vivido en Myanmar durante generaciones, explica Bengali. Suu Kyi dijo que "la gran mayoría de los musulmanes en el estado de Rakhine no se han unido al éxodo." "Más del 50% de los pueblos de los musulmanes están intactos.
Están como estaban antes de los ataques (del 25/9) sucedieran. Nos gustaría saber por qué."
Suu Kyi negó asimismo que el Ejército llevara a cabo operaciones en Rakhine desde el 5/9, pero los grupos de derechos humanos y periodistas en Bangladesh dan cuenta de incendios en pueblos de Myanmar hasta la semana pasada, y los refugiados han continuado cruzando la frontera contando que los soldados quemaron sus casas. Richard Weir, investigador en Myanmar para Human Rights Watch, dijo que los sensores satelitales han detectado "docenas de incendios activos" en Rakhine durante las últimas 2 semanas.
Oficiales del ejército de Myanmar alegan que los rohingya han p rendido fuego sus propias casas. Según Shishir Gupta del HindustanTimes, la comunidad internacional cuestiona a Myanmar por la crisis pero hace la vista gorda a la sangrienta contribución que han hecho los grupos yihadidtas con base en Pakistána ella.
El conflicto con la minoría rohingya en Myanmar no es nuevo. "Los derechos de este grupo se han deteriorado gradualmente en años recientes, sobre todo tras la violencia antimusulmana que estalló en el estado de Rakhine en 2012. El último brote en dicha zona se debió a una serie de atentados cometidos en octubre y noviembre contra la policía de fronteras y el Ejército en una zona próxima a la frontera con Bangladesh, en el noroeste", escribía Gonzalo Toca de Esglobal en enero de este año, cuando recién asumía el nuevo Gobierno civil encabezado por la Nobel de la Paz.
"Las fuerzas de seguridad respondieron con contundencia en una campaña que no distinguió apenas entre militantes y civi les, y se les acusó de ejecuciones extrajudiciales, violaciones e incendios provocados. A mediados de diciembre, la ONU calculaba que alrededor de 27.000 rohingyas habían huido a Bangladesh."
Toca alertaba que si bien la población rohingya nunca había estado radicalizada, la dura respuesta militar del Gobierno tras los primeros ataques -que habían sido cometidos por el grupo denominado Harakah al Yaqin "Movimiento de la fe"-, aumentaba el peligro de una espiral de violencia.
"Los yihadistas internacionales pueden aprovechar sus motivos de queja para promover sus intereses particulares y calentar las tensiones religiosas en este país de mayoría budista", escribió Toca.
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