POLICIALES / CABALLITO
Con la liberación del último rehén –un efectivo policial- a las 4 de la mañana de este miércoles (27/9), se entregaron los delincuentes que habían mantenido a una familia cautiva en el barrio porteño de Caballito.
Todo había comenzado anoche cuando dos delincuentes armados habían intentado robar en una veterinaria pero al ser sorprendidos se escaparon por los techos y terminaron ingresando a una vivienda con una terraza en la planta alta en la calle Puán al 635, a pocos metros de la avenida Directorio.
Una vez adentro de la vivienda, los malvivientes redujeron a las tres personas que se encontraban allí: un matrimonio y su hijo dando inicio a una situación que se prolongó durante ocho horas.
Pero la familia abordada por los delincuentes logró llamar a la Policía. Cuando los efectivos llegaron al lugar, los asaltantes liberaron a la familia, pero tomaron de rehenes a los policías y se atrincheraron con ellos.
"A mi hijo lo ataron y lo apuntaron", contó esta mañana la dueña de casa. "Yo tenía la puerta sin llave", se lamentó.
Fuentes policiales informaron que dos efectivos de la comisaría 12a. arribaron poco después al lugar y al entrar a la casa negociaron la liberación.
Estos dos policías los que se ofrecieron como rehenes en el lugar de los civiles, a partir de lo cual, los delincuentes los despojaron de sus chalecos antibalas y los dejaron esposados en el interior de la casa, dijeron los informantes.
Según las fuentes, otros dos policías llegaron a la vivienda más tarde a bordo de un patrullero y comenzaron una negociación para la liberación de sus compañeros.
Negociaron liberar a los efectivos a cambio de entregarles el patrullero para que huyeran. Sin embargo, los ladrones fueron rodeados cuando se subieron al auto.
Tras cuatro horas de negociaciones, aceptaron liberar a uno de los efectivos.
El último policía tomado de rehén estuvo ocho horas encerrado en el vehículo policial.
Los agresores, que fueron cercados por un amplio operativo cerrojo, con patrulleros y un helicóptero, exigían la presencia de un "mediador" y de los medios de comunicación.
Durante las negociaciones, los policías advirtieron que los delincuentes escuchaban sus modulaciones radiales, por lo que los efectivos debieron cambiar de frecuencia.
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