ECONOMÍA / IMPRESIONANTE
(U24) - Muy impactante la columna de Maxi Montenegro, acerca de un impresionante cronograma de ajuste de tarifas sin margen de demora pese al año electoral, publicada en la web de su programa televisivo:
Las subas de tarifas y precios regulados tiene un calendario apretado, sin concesiones, en los próximos meses. Sólo en marzo hay ajuste de luz, combustibles, colectivos y trenes . El grueso de los “tarifazos” se darán en el primer semestre.
El Gobierno intentó dosificarlo, pero fue tan grande el shock cambiario e inflacionario 2018, que aún ajustado en cuotas habrá subas hasta en agosto, el mes de las elecciones primarias.
En el sendero en el que transita la política económica demorar los ajustes tarifarios implicaría elevar la cuenta de subsidios económicos y comprometer las metas fiscales acordadas con el FMI, lo que a su vez podría acelerar las presiones cambiarias en el escenario electoral.
A la aceleración inflacionaria de los meses previos (enero y febrero) se le suma el ajuste de tarifas entre marzo y mayo, que le fijarán un piso alto a la inflación mensual. Difícilmente baje demasiado de 2,5/3% en estos tres meses.
En Marzo rige el segundo aumento de 2019 de la luz de 14%, que acumula entonces 43% desde principios de año. También de los combustibles, de entre 2,5 y 3%. Mientras que vuelve a subir todo el transporte urbano en el área metropolitana: colectivos, trenes y subte (ver cuadro).
En colectivos, con el aumento de marzo (9%) el boleto mínimo en el área metropolitana completará una suma (contando las de enero y febrero) acumulada en el año de 38,5%. En trenes, con la suba de marzo (9%) se completará un ajuste en lo que va del año (sumados a los enero y febrero) de 40% en promedio.
Mientras que en el caso del subte, en marzo (15%) y abril (10,5%), se completan los aumentos ya aplicados en enero (7%) y febrero (6,5%). Con lo cual a mediados de abril el boleto costará $21 cuando comenzó el año en $14,50, un incremento acumulado del 45%.
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CIFRAS OFICIALES: La fuerte caida del CONSUMO DE SERVICIOS PÚBLICOS (luz, gas, transporte, peajes). Vean acá también la magnitud de la caida del consumo de NAFTAS Y GASOIL, y en particular de la nafta premium: https://t.co/sAiUnkGYI3
— Maxi Montenegro (@maximmontenegro) 4 de marzo de 2019
CLAVE para entender el único objetivo (cueste lo que cueste) del Banco Central: que el DÓLAR no se dispare antes de la elección. Vean acá: https://t.co/W8sYqTl2S2
— Maxi Montenegro (@maximmontenegro) 4 de marzo de 2019
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Para abril está previsto también el aumento del gas, del orden del 30/35% en el subte en la Ciudad.
En mayo se incrementa el agua 27% y está previsto otro ajuste en la luz del 4% (acumulará a ese entonces 49,3% en el año).
Para agosto está agendado otra suba de 4% en la luz, que así llegará 55% acumulado en el año.
Gran parte de los precios regulados (especialmente energía y combustibles) están vinculados al precio del dólar.
La crisis cambiaria de 2018 fue de tal magnitud, con una disparada del dólar del 100%, que el ajuste de tarifas requerido para evitar que se dispare la cuenta de subsidios económicos es enorme.
El gobierno intenta dosificar las subas para no “matar el bolsillo”, justo cuando más necesita que se recupere el consumo.
Pero el margen de maniobra de la política oficial en medio del acuerdo con el Fondo es muy acotado.
Según la Fundación Capital, que dirige Martín Redrado, la actualización de tarifas tendrá un impacto de 2 puntos adicionales en la inflación del periodo febrero-abril.
Asimismo, la consultora LCG advirtió que el ajuste de tarifas puede traer “efectos de segunda ronda” en los cuales los mayoristas, productores y comercios trasladan a precios la suba en el costo de los productos. Así podrían verse a posteriori de los meses de aumento un impacto extra sobre el índice precios al consumidor.
Tras el acuerdo con el Fondo Monetario, el Gobierno ya no tiene espacio para “pisar” o suspender aumentos de tarifas, tal como hizo durante la campaña electoral de 2017.
Si no aplicara el apretado cronograma de ajustes tarifarios, los subsidios se dispararían y pondrían en riesgo las metas de déficit fiscal incluidas en el acuerdo, lo cual a su turno podría acelerar la dolarización y las presiones sobre el dólar en plena campaña electoral.
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