JUSTICIA / COMIENZA EL JUICIO
(U24) - Francisco Giovanoli sufre de epilepsia desde la infancia, por lo que trataba su enfermedad con medicina legal recetada. Sin embargo, cuando terminó el colegio y se fue a estudiar a La Plata, tuvo un ataque y se golpeó la cabeza. Entonces se dio cuenta de que la medicación que consumía desde los 6 años no le estaba haciendo los efectos que debería. Le ofrecieron aumentar la dosis, pero los efectos secundarios también aumentarían.
La medicación que tomaba se llama Valcote, como se comercializa en Argentina el valproato de sodio, un antiepiléptico y estabilizador del estado de ánimo que puede ocasionar graves problemas hepáticos. Según Francisco, la droga lo hacía permanecer en un estado de "bobera".
Por este motivo, investigó alternativas y se encontró con el cannabis en el año 2008. "Yo nunca había fumado un porro", dijo a la prensa. Volvió a vivir en Puerto Madryn y allí comenzó a cultivar para poder tener una mejor calidad de vida. Al principio, solo fumaba, pero después comenzó a utilizar aceite derivado de cannabis.
Cuatro años después dejó la medicación legal y comenzó a sentir que su cerebro funcionaba de forma "normal": "Pensaba más rápido, tenía lecturas sostenidas, podía interrelacionar y hacer relaciones de conceptos de hechos sociales y políticos, todo eso con la medicación no pasaba", dijo el joven.
Sin embargo, en el año 2014 la Policía Federal realizó un allanamiento a partir de la denuncia de una vecina.
Encontraron seis plantas a punto de cortar, otras diez en macetas de diez litros, en estado vegetativo (antes de la producción de flores psicoactivas) y unos 30 plantines en vasos de 500 centímetros cúbicos. La mayoría de las genéticas eran Black Widow, una de las más usadas por los usuarios terapéuticos.
Se lo privó de su libertad durante 7 días, se lo dejó sin su medicación en toda la estadía, tampoco le brindaron la atención médica que solicitó.
Ahora se lo juzga bajo el artículo quinto de la ley de estupefacientes de siembra, cultivo de planta o guarda de semillas y podría afrontar una condena entre 4 y 15 años de prisión.
Este jueves, 28/2, comienza el proceso judicial a cargo de un Tribunal Oral Federal (TOF) en Comodoro Rivadavia.
Los casi cinco años que pasaron desde el allanamiento no fueron fáciles: Francisco es docente y contó que no es fácil conseguir trabajo cuando se está involucrado con un hecho delictivo.
El consumo del cannabis con fines medicinales es legal en Argentina. Lo que sucede es que es demasiado complicado para un paciente acceder al mismo: Solo se permite una marca específica que tiene un valor de $10.000 y dura aproximadamente un mes, dependiendo de la enfermedad que se trate. Es decir que se puede consumir, pero sale carísima y hay que realizar un trámite burocrático para acceder al sistema. Y, por supuesto, no se puede cultivar.
Sin embargo, esa ley tampoco afecta a Francisco: "Yo no entro en ese registro porque la ley determina que solamente sirve para epilepsia refractaria en niños y jóvenes adultos y yo ya no lo soy, ni padezco ese tipo de epilepsia".
"El Congreso Nacional, al aprobar la ley ha desoído el principal reclamo de la población que consume cannabis con fines terapéuticos, que es acceder a la sustancia por cualquier vía, un acceso democrático. Se negó la posibilidad de acceder al autocultivo y se mantuvieron las mismas penas establecidas desde 1989", opinó Mariano Fusero de la organización Reset, que asesora a Francisco en el juicio.
"Tenemos una de las legislaciones más vetustas, anacrónicas y desproporcionadas de la región y del mundo", cerró.
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