SOCIEDAD / INFORME
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). La cotización del barril de petróleo en el mercado internacional se ubica en mínimos de 6 años. Sin embargo, el precio de los combustibles argentinos - a contramano de otras economías- no para de subir.
La última corrección se aplicó este lunes, cuando YPF elevó los precios de sus naftas un 2,5%. La suba se ha dado casi sin pausa a excepción de esa baja del 5% que el Gobierno autorizó a fines de 2014 ante la presión de los consumidores que veía el desplome del barril, que el martes rondó los $43.
Pero esa reducción pasó casi desapercibida para los bolsillos de los automovilistas tras sucesivas alzas, que desde el inicio del año sumaron alrededor del 10%.
De acuerdo a lo que publicó el martes Infobae.com, en la Ciudad de Buenos Aires el valor del litro de nafta súper de YPF se paga $12,45, Medido en dólares, ese volumen cuesta US$1,35, que asciende $1,52 si se trata de nafta premium.
El precio final en dólares de la nafta regular resulta superior al de otros países de la región como Uruguay (US$1,48), Chile (US$1,22) o Brasil (US$0,93).
Además, la reacción en muchos de estos países fue la de ir en el sentido del mercado y achicar los precios en los surtidores tal como sucedía con el barril.
"Inversamente los consumidores argentinos pagan la nafta y el gasoil más caro de la región, y posiblemente del mundo. La nafta y el gasoil en Argentina valen -sin impuestos-más que en el resto del mundo y entonces esto perjudica al transporte de mercaderías; a las economías regionales; y también a la industria de bienes transables", señaló el exsecretario de Energía Jorge Lapeña en una columna que este miércoles publica el diario El Cronista Comercial.
El fenómeno tiene varias aristas. Por un lado, se trata de una estrategia de recaudación que encabeza YPF. Tras la reestatización de su gestión en 2012, la petrolera subió el precio de sus naftas alrededor de un 150%.
Una manera de obtener cash flow para financiar el ambicioso desarrollo de la formación de shale oil Vaca Muerta, en Neuquén.
Por otro lado, se hace alusión a la presión impositiva que les impide a los estacioneros remarcar hacia abajo.
Según cálculos del sector, la participación de los impuestos en los precios de los combustibles ronda el 70%.
Pero el dato fundamental radica en que el precio interno del barril está fijado en US$77, un valor aparentemente inamovible destinado a estimular la alicaída producción argentina.
Este es el precio que pagan las refinadoras por el crudo.
"Los costos de producción en la Argentina son muy altos, esto hace imposible que se reduzca el precio del barril", señala Emilio Apud, exsecretario de Energía, ante la consulta de Urgente24.
Y si bien YPF ha encarado un proceso de reducción de costos de perforación (de cerca del 50%, según Miguel Galuccio, CEO de YPF), esto apuntaría a maximar ganancias pero no aliviar el precio de los combustibles en las bocas de expendio.
Según Apud, en la medida que los costos continúen en esos niveles "será el consumidor el que pague la diferencia entre el precio local y el internacional". Se podría interpretar como una suerte de subsidio desde los consumidores hacia las petroleras, algunas de ellas grandes corporaciones multinacionales.
Una forma de que los precios bajen, estimó el consultor, sería "abrir la importación".
"Con el precio actual más el costo del transporte se podría conseguir un barril a unos US$60 dólares, un precio inferior a los US$77 que cuesta en la Argentina".
Pero esto requiere un "tipo de cambio único", contra lo que atenta la existencia del dólar 'libre' o 'blue', ubicado casi en los $15, contra los $9,20 que vale el dólar oficial.
Por otro lado, recurrir a la importación conlleva otros problemas. "En 1er lugar, no hay dólares para importar combustibles. Y en 2do, la importación perjudicaría mucho a la industria local, porque el refinador dejaría de comprar aquí para importar", remarcó Apud.
Para Lapeña, en tanto, resulta "una paradoja" el comportamiento del gobierno del Frente para la Victoria respecto de la “transferencia” de recursos que resulta del mayor precio de los combustibles.
"Extraña paradoja la del mismo Gobierno que se dice progresista, pero que termina metiéndole la mano en el bolsillo de los consumidores para llenar las arcas de las petroleras transfiriendo a éstas dineros de los consumidores a cambio de nada", señaló.
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