MÁS ALLÁ DE SOBERÓN
Denuncian que la DEA maneja el tráfico de drogas en Perú
Con todo Perú discutiendo el cargo de Ricardo Soberón como zar antidrogas y con la reciente intervención de tres departamentos y el posterior ataque a un helicóptero militar, el periodista Raúl Wiener pone el foco de atención en otra cuestión: ¿cuál es el verdadero rol de la DEA estadounidense en las erradicaciones de cultivos que tanto revuelo están causando en Perú?
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) - Tras la asunción de Ollanta Humala en Perú, hace poco más de un mes, uno de los debates más acalorados que se desató en el país andino es el del tratamiento del narcotráfico.
La reciente intervención de tres departamentos amazónicos a raíz de los piquetes de cocaleros tuvo su respuesta en el ataque a un helicóptero militar que costó la vida de dos oficiales.
Mientras opositores y oficialistas debaten sobre la corrección de que Ricardo Soberón esté al frente de DEVIDA (organismo encargado de luchar contra el narco en Perú), el periodista Raúl Wiener, jefe de investigación del diario "La Primera", corre el foco de la discusión y apunta sus cañones contra la DEA.
Aquí el último post publicado en su blog:
Hace unos días medios locales informaron que la embajadora de Estados Unidos les regaló un paseo en helicóptero de bandera de los Estados Unidos por la selva peruana, al ministro del Interior y al general de la DINANDRO, junto con el jefe del CORAH y de la DEA, y se encargó ella misma y sus asistentes de mostrar los cocales desde el aire y algunas pozas de maceración. El jefe de DEVIDA no estuvo invitado.
Las historias que la selva cuenta sobre el CORAH (policía militarizada encargada de la erradicación de cocales) y la DEA, son bien distintas a las que nos relatan los periodistas que muy de vez en cuando llegan a las abruptas selvas del Huallaga a realizar “informes” y moverse en los helicópteros de la erradicación. Las cámaras que llegan a los caseríos y las pozas generalmente no muestran personas, ni capturas y requisas. Pero en las comisarías obran numerosas denuncias de robos de bienes de las viviendas de los erradicados, maltratos físicos y otros abusos. Los del CORAH llegan dirigidos por miembros de la DEA que certifican la erradicación y contemplan sin intervenir la violencia con la que se trata a los cocaleros.
En Lima se dice que se trata de contener el flujo de droga que sale de la selva. Pero en las zonas de erradicación las fuerzas se mueven como en un escenario de guerra. En Pucallpa hay una central de la DEA al lado de un cuartel del CORAH. Ambos operan sin ninguna relación con las autoridades regionales y locales, toman la dirección de la torre de control del aeropuerto cuando movilizan sus aviones y helicópteros, mueven personal hacia el exterior y desde otros países sin regulaciones de la FAP, migraciones o cualquier otro organismo estatal. En Tocache la DEA ha metido millones en renovar el aeropuerto que está al servicio de la actividad que llevan adelante con el CORAH.
Para muchos habitantes de la selva lo que es evidente es la impunidad con la que pueden actuar los agentes estadounidenses. Pueden entrar y salir del Perú sin ser registrados, dirigir las labores de erradicación, la captura de dirigentes cocaleros, y podrían sin ningún problema llevarse prisioneros y la droga a otro lugar. Personas que han trabajado en la zona señalan que Montesinos hacía tratos directos con la DEA, para mantener una presión sobre los cocaleros y sacarse de encima a algunos narcos que actuaban por su cuenta, logrando articular un cartel de los grupos más poderosos que trabajaban para él. Para los agentes extranjeros esta era una manera de reducir la oferta de droga y concentrar los ingresos. Curiosamente el zar antidrogas de Washington, tomaba la política del régimen de Fujimori casi como un modelo de tratamiento del problema, hasta que empezaron a descubrirse los casos de Vaticano, el narco avión presidencial y otros que mostraron la penetración de las mafias en el Estado. ¿Y dónde estaba la DEA?
Once años después del fin de la dictadura, con Fujimori y Montesinos presos, la política contra las drogas no ha sufrido ningún cambio: el CORAH sigue persiguiendo campesinos, supervisado por la DEA; los norteamericanos controlan las rutas aéreas de la selva y se dan el lujo de escoger a qué funcionarios del Perú pasean por los aires para mostrarles su propio país; los insumos de la droga llegan regularmente a las pozas y la droga sale pasando todos los controles. Pero al país le quieren vender la idea de que el problema es Soberón por lo que dijo en sus reuniones con las organizaciones cocaleras, o por los mails que remitió desde su despacho en DEVIDA. Pero lo que arde no es que haya dicho que las erradicaciones son ilegales e injustas, sino que esté en un puesto que siempre estuvo ocupado por operadores de la Embajada de Estados Unidos. La señora Likins ha traducido su molestia en una visita a Palacio sin trascendidos y en un paseo de funcionarios peruanos en el que no se invitó al jefe de DEVIDA.
La reciente intervención de tres departamentos amazónicos a raíz de los piquetes de cocaleros tuvo su respuesta en el ataque a un helicóptero militar que costó la vida de dos oficiales.
Mientras opositores y oficialistas debaten sobre la corrección de que Ricardo Soberón esté al frente de DEVIDA (organismo encargado de luchar contra el narco en Perú), el periodista Raúl Wiener, jefe de investigación del diario "La Primera", corre el foco de la discusión y apunta sus cañones contra la DEA.
Aquí el último post publicado en su blog:
Hace unos días medios locales informaron que la embajadora de Estados Unidos les regaló un paseo en helicóptero de bandera de los Estados Unidos por la selva peruana, al ministro del Interior y al general de la DINANDRO, junto con el jefe del CORAH y de la DEA, y se encargó ella misma y sus asistentes de mostrar los cocales desde el aire y algunas pozas de maceración. El jefe de DEVIDA no estuvo invitado.
Las historias que la selva cuenta sobre el CORAH (policía militarizada encargada de la erradicación de cocales) y la DEA, son bien distintas a las que nos relatan los periodistas que muy de vez en cuando llegan a las abruptas selvas del Huallaga a realizar “informes” y moverse en los helicópteros de la erradicación. Las cámaras que llegan a los caseríos y las pozas generalmente no muestran personas, ni capturas y requisas. Pero en las comisarías obran numerosas denuncias de robos de bienes de las viviendas de los erradicados, maltratos físicos y otros abusos. Los del CORAH llegan dirigidos por miembros de la DEA que certifican la erradicación y contemplan sin intervenir la violencia con la que se trata a los cocaleros.
En Lima se dice que se trata de contener el flujo de droga que sale de la selva. Pero en las zonas de erradicación las fuerzas se mueven como en un escenario de guerra. En Pucallpa hay una central de la DEA al lado de un cuartel del CORAH. Ambos operan sin ninguna relación con las autoridades regionales y locales, toman la dirección de la torre de control del aeropuerto cuando movilizan sus aviones y helicópteros, mueven personal hacia el exterior y desde otros países sin regulaciones de la FAP, migraciones o cualquier otro organismo estatal. En Tocache la DEA ha metido millones en renovar el aeropuerto que está al servicio de la actividad que llevan adelante con el CORAH.
Para muchos habitantes de la selva lo que es evidente es la impunidad con la que pueden actuar los agentes estadounidenses. Pueden entrar y salir del Perú sin ser registrados, dirigir las labores de erradicación, la captura de dirigentes cocaleros, y podrían sin ningún problema llevarse prisioneros y la droga a otro lugar. Personas que han trabajado en la zona señalan que Montesinos hacía tratos directos con la DEA, para mantener una presión sobre los cocaleros y sacarse de encima a algunos narcos que actuaban por su cuenta, logrando articular un cartel de los grupos más poderosos que trabajaban para él. Para los agentes extranjeros esta era una manera de reducir la oferta de droga y concentrar los ingresos. Curiosamente el zar antidrogas de Washington, tomaba la política del régimen de Fujimori casi como un modelo de tratamiento del problema, hasta que empezaron a descubrirse los casos de Vaticano, el narco avión presidencial y otros que mostraron la penetración de las mafias en el Estado. ¿Y dónde estaba la DEA?
Once años después del fin de la dictadura, con Fujimori y Montesinos presos, la política contra las drogas no ha sufrido ningún cambio: el CORAH sigue persiguiendo campesinos, supervisado por la DEA; los norteamericanos controlan las rutas aéreas de la selva y se dan el lujo de escoger a qué funcionarios del Perú pasean por los aires para mostrarles su propio país; los insumos de la droga llegan regularmente a las pozas y la droga sale pasando todos los controles. Pero al país le quieren vender la idea de que el problema es Soberón por lo que dijo en sus reuniones con las organizaciones cocaleras, o por los mails que remitió desde su despacho en DEVIDA. Pero lo que arde no es que haya dicho que las erradicaciones son ilegales e injustas, sino que esté en un puesto que siempre estuvo ocupado por operadores de la Embajada de Estados Unidos. La señora Likins ha traducido su molestia en una visita a Palacio sin trascendidos y en un paseo de funcionarios peruanos en el que no se invitó al jefe de DEVIDA.
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