CULTURA / CUENTOS CORTOS PARA COMPARTIR...
Hermosa mañana, el sol entraba sin pedir permiso por el amplio ventanal que daba a la habitación.
Se sentía el perfume de los paraísos, ese tan peculiar que tienen y muchas veces nos traen recuerdos de la infancia, en fin una mañana perfecta...
El tren estaba detenido a la espera de sus pasajeros, el soldado trepó de un salto y se ubicó dentro del vagón, él no sabía cual sería su destino (No todavía).
El tren estaba desierto, solo él en su asiento mirando por la ventanilla, de pronto sintió un traqueteo y el tren arrancó.
Nuestro soldado seguía mirando hacia el exterior, a veces le parecía que ese viaje ya lo había hecho, otras que era totalmente diferente, le pareció recordar el final del último viaje, había sido algo abrupto.
No podía recordar si había llegado o no al cuartel, siempre le pasaba lo mismo, subía al tren pero nunca llegaba a destino era como un sueño que se repetía con algunas variantes en el trayecto.
De pronto el tren se detuvo...
El niño guardó el tren en la caja junto a su soldadito de plomo.
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