ÍCONO POLÍTICO DE HOY
La sociedad argentina se encuentra acorralada, y debe soportar inquebrantablemente todo tipo de vaivenes sociales y políticos provocados por la incapacidad de sus dirigentes en poder construir compromisos. El poco aporte de la dirigencia nacional a la hora de pensar un país inclusivo y pensado para las próximas generaciones
Estoicamente el argentino medio resiste de manera casi fundamentalista el cúmulo de desatinos que la clase dirigente a diario les ofrece. Inerme, quizás alelada, pasa por alto la incapacidad de sus gobernantes por llevar alguna buena noticia que por lo menos amortigüe en parte el drama de vivir en un país cortoplacista.
Un país en donde la brecha entre ricos y pobres actual pulverizó las cifras de la “infame” década del 90 liderada por el gobierno de Carlos Menem, quizás este solo dato haga que la clase dirigente en mayor o en menor medida tenga la obligación de sentirse culpable y responsable de llevar a este suelo, uno de los mas bendecidos por la naturaleza, a este estado de postración donde lo único que se ve por parte de los protagonistas de la escena política son golpes bajos, chicanas y echarse las culpas unos a otros y no asumir jamás las responsabilidades que le pesan por sus actos.
Personajes como Alfredo Palacios o Lisandro de la Torre, pasando por John William Cooke, Arturo Jauretche o Arturo Frondizi por dar un vuelo rápido por dirigentes que pensaron al país con sus más variadas y distintas ópticas, hoy ya no es posible encontrar, la mediocridad es la moneda corriente y como consecuencia su resultado.
Un oficialismo que juega con la poca visión opositora y hace sentir a estos que cualquier intento de discusión o rechazo a algo emanado por el Ejecutivo, es provocado por mentes golpistas y lo más dramático es que la falta de ideas de los que predican el cambio, ante tanto avasallamiento muestran en algunos momentos más grietas que el propio kirchnerismo.
A poco más de 27 años de democracia consecutiva, no se ha podido o no ha sabido la dirigencia en su conjunto romper la inercia de caída que el país inició con la dictadura militar de 1976, el pensar en el hoy provocó que se alejaran los dirigentes que aportaban estrategias, ganando terreno los comúnmente llamados productos de “marketing”, personajes de cualquier extracción que con decir 2 ó 3 frases pegadizas montados sobre una parafernalia de propaganda masiva logran llegar a participar del festín de lo que comúnmente se lo llama “poder” y como lógico resultado al final de la gestión es más de lo mismo, más de “nada”, cero aporte para solucionar los problemas políticos y sociales.
Porque el “cero aporte”, fundamentalmente por el desconocimiento del significado mismo que envuelve a la palabra “política”, porque no hay duda de que no saben de donde se viene, por lo que les resulta imposible saber a donde se va.
Es en nombre de la “política”, con el fin loable de ayudar a mitigar el desorden social, que se suben sistemáticamente a las listas a toda clase personajes mediáticos, llenando lugares en sábanas electorales con la ayuda del dedo como única garantía, sin preselección de ninguna índole y sin hacer un recuento de lo que han hecho con su vida, de su trabajo y de su capacidad para solucionar problemas en momentos de crisis y de problemas como los que vive la Argentina hoy.
Este método fue usado por todos los partidos políticos, sin exclusión de ninguno de ellos, por eso no es casualidad que se esté donde se esté. Hoy en día puede verse con mayor claridad con lo que sucede con el oficialismo en la ciudad de Buenos Aires, donde la tropa kirchnerista está dividida en tres parte: la primera comandada por Daniel Filmus, la segunda por Amado Boudou, y la tercera por Carlos Tomada. Quién tendrá la decisión final será la presidenta Cristina Fernández en lo que comúnmente se denomina “dedazo”, con lo cual la política no hace más que alejarse de la sociedad privilegiando sus armados políticos particulares por sobre el interés general.
Nada es casual o de mala suerte, por el contrario, los resultados son lógicos, se ve un oficialismo permanente cualquiera sea el signo gobernante, que se ha encargado de justificar su incapacidad para el cambio echando culpas al que le precedió en el ejercicio del poder. Pero esta incapacidad habría que hurgarla en la forma de llegar al “poder” y el común que a través de estos años fue atacar a personas y hacer hincapié en hechos de corrupción, sin aportar alguna idea que permita a la ciudadanía reflexionar para poder construir una sociedad sobre cimientos que no sean el odio, la traición o el golpe bajo.
Se busca el voto de la manera más abyecta, nadie se detiene en aportar alguna idea que ilumine en algo el horizonte que cada día es más oscuro, ocupado por los problemas de siempre, falta de trabajo, inseguridad, inflación, la imposibilidad de llegar a la casa propia o lo peor para un país, que es la falta real de educación, siendo precisamente este ultimo parámetro el que marca más gráficamente la decadencia en que la sociedad se encuentra.
Salir de este laberinto será el desafío que tendrán de aquí en más todos los dirigentes políticos, sindicales, empresariales y sociales en el corto y mediano plazo. Pero para lograr este objetivo, es necesario que se comience a pensar qué se va hacer a partir de mañana y cómo se va a solucionar determinada variable a partir de los elementos con que se cuenta, en vez de hacer campaña sobre los hechos de corrupción o la cartera o el calzado que se compró la Presidenta, ya que para eso están la Justicia para lo primero y las revistas del corazón para lo segundo.
Reiterar errores a esta altura puede ser letal, no sólo a los intereses electorales de algún candidato en particular, sino que puede ser algo peor para todos los argentinos, que es la ingobernabilidad. Hablar o hacer un alto sobre los últimos acontecimientos ya es redundante, si personajes como Ramón Saadi o Carlos Menem tienen el poder de poder volver a estar en centro de la escena política, está todo dicho y no basta con seguir hablando más.
Fuente: CNA
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