POLÍTICA / JUSTICIA
Por FABIO FERRER - fferrer@infobae.com
El ex jefe del Ejército César Milani irá a juicio oral en la causa que se le sigue por los secuestros de Pedro Adán Olivera, su hijo Ramón y de Verónica Matta.
El juez federal de La Rioja Daniel Herrera Piedrabuena declaró parcialmente clausurada la instrucción respecto del militar y elevó la causa a juicio oral y público por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, allanamiento ilegal, partícipe necesario del delito de imposición de tormentos agravados de Pedro Adán Olivera, partícipe necesario de imposición de tormentos a Ramón Alfredo Olivera y miembro de una asociación ilícita.
En la misma resolución, el magistrado rechazó el planteo de nulidad del requerimiento y la elevación a juicio de la causa y el pedido de sobreseimiento intentado por la defensa de Milani.
Además del ex jefe del Ejército, serán juzgados Alfredo Solano Santacroce y Roberto Catalán.
El juez Herrera Piedrabuena ya puso a los tres imputados a disposición del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de La Rioja, encargado de llevar adelante el debate.
El sábado 12 de marzo de 1977, cerca de las 4 de la mañana, un camión Unimog, una camioneta verde del Ejército y dos móviles policiales se detuvieron frente a la casa ubicada en el 328 de la calle Italia del Barrio Ferroviario de la ciudad de La Rioja.
De los vehículos bajaron militares, policías de la provincia y gendarmes. Portaban armas cortas y largas. Con movimientos precisos y rápidos, rodearon la vivienda. Uno de los uniformados rompió con la culata de su arma el vidrio de la ventana de uno de los dormitorios que daba a la calle.
Siete u ocho integrantes del grupo -armados con fusiles y pistolas- irrumpieron violentamente en la casa. Adentro, Pedro Adán Olivera, su mujer y sus cinco hijos dormían.
Sin mostrar ninguna orden de detención ni de allanamiento, obligaron a los Olivera a salir al zaguán así como estaban, a medio vestir.
A las hijas de Olivera las sacaron a culatazos sin dejarlas vestirse. A todos los empujaron con la culata de las armas y los pusieron en fila contra la pared. Allí los tuvieron durante una hora y media aproximadamente.
Quien estaba a cargo del operativo -un joven militar- le dijo a Pedro Adán Olivera que lo iba a llevar detenido para averiguación de antecedentes. Lo tomaron de los brazos y lo subieron a la parte trasera de una camioneta del Ejército que estaba estacionada frente a su casa.
Lo llevaron al Instituto de Rehabilitación Social en donde lo sometieron a torturas consistentes en golpizas mientras lo mantenían encapuchado. A los dos días lo liberaron.
A las 9 de la mañana, dos personas vestidas con uniformes grises -posiblemente del Servicio Penitenciario- cargaron a Pedro Adán Olivera y lo dejaron sentado en uno de los sillones del porche de su vivienda, la misma de la que se lo habían llevado 48 horas antes.
No podía mover la mitad de su cuerpo, tenía fuertes dolores, le resultaba imposible caminar y ni siquiera podía mantenerse en pie. El deterioro de su salud era tal que debieron internarlo en la terapia intensiva del entonces Sanatorio Sindical.
Las lesiones que le dejaron las torturas nunca se curaron del todo y lo acompañaron hasta su muerte.
Aquel grupo de militares, gendarmes y policías que secuestró a Pedro Adán Olivera estaba comandado por el subteniente César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani. (Infobae)
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