OBITUARIO / 74 AÑOS
(U24) - Poco quedaba ya de aquel Raúl Moneta audaz, intempestivo, ambicioso y también soberbio, que convirtió a la financiera República en un holding poderoso.
Su alianza con Citigroup, gracias a Richard Handley, y los Werthein, en lo que fue CEI (Citicorp Equity Investments), que incluyó la propiedad de parte de Telefónica Internacional en los días de Juan Villalonga al frente de la telco, resultó el momento dorado de Moneta.
En los años '90, CEI llegó a tener participación importante y simultánea en Multicanal (que lideraba Grupo Clarín) y Cablevisión, Torneos y Competencias, Editorial Atlántida y Telefé.
Y el Banco República llegó a controlar el Banco de Mendoza.
Luego comenzó el derrumbe. Los Werthein ya se habían marchado del CEI y Handley se había retirado en Citibank. Llegó el fondo texano Hicks Muse Tate & Furst, que tenía sus propias fragilidades. Moneta multiplicó sus enemigos, tuvo problemas judiciales, ya nada fue igual.
Vaya uno a saber qué hubiera sucedido si en su regreso a escena se mantenía en negocios agropecuarios.
Todo había comenzado con el banquero Guido Guelar, dueño de una estancia de 3.000 hectáreas en Luján, provincia de Buenos Aires, llamada “La Chocita”. Antes de profugarse en febrero de 1987, Guelar transfirió la estancia a un abogado de su confianza que se la cedió a Moneta, quién la rebautizó "Estancia Villamaría" y "Estancia La República", donde inició una cabaña ganadera.
Pero Moneta no era de rendirse, y regresó a los media business, donde Clarín lo consideraba archienemigo.
Moneta trabó alianza con Daniel Vila y José Luis Manzano, y Magnetto le arrojó encima a Elisa Carrió, siempre títere del multimedios. Resultaron jornadas intensas en las que Moneta peligró de verdad con la creación de la comisión investigadora sobre la banca offshore (Federal Bank) pero Carrió desbarrancó, fue disuelta la comisión (que también integraban Cristina Fernández de Kirchner y Daniel Scioli).
Hubo más conflicto. Moneta siempre tuvo como consejero a Frank Holder, especialista en inteligencia competitiva -así le llaman en la jerga de Wall Street-, y Magnetto armó su propia 'task force'. Si Carlos Menem hubiera ganado en 2003, la historia hubiese sido diferente pero Néstor Kirchner fue Presidente, y era aliado de Magnetto.
Apareció en escena el mexicano David Martínez, de Fintech, enviado por Alberto Fernández, para la fusión entre Multicanal y Cablevisión, un puente de plata a Magnetto para evitar la convocatoria de acreedores pero también a Moneta, que éste no aprovechó.
Fueron los días del semanario El Guardián, de Moneta socio circunstancial de Daniel Haddad y luego de Matías Garfunkel Madanes, acuerdos y enfrentamientos con el abogado Javier Fernández, complicaciones bancarias y remate del edificio República. Pero también de golpes importantes como el castigo a S.A.
La Nación, descubriendo la trama de sociedades offshore de los Saguier.
Demoró años Moneta en reubicarse en el escenario, vía Julio De Vido. Tardíamente quedó atrapado en la 'causa Ciccone', tal como lo recordó Amado Boudou.
Pero en el interín había encontrado una buena veta de negocios en el petróleo, que le permitió recomponer en parte su patrimonio.
Entonces, la enfermedad, la postración, la salida de escena durante casi una década. Ahora, el final.
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