El ascenso de Jorge Capitanich
No son horas fáciles para un kirchnerismo que luce desinflándose, tal como sucedía antes de la muerte de Néstor Kirchner. Y esa situación afecta más a los K no peronistas, tal como ocurrió -por otros motivos- en los comicios de 2005, 2007 y 2009. Ahora, en especial, beneficiaría al gobernador chaqueño Jorge Capitanich.
“Todo concluye al fin
Nada puede escapar
Todo tiene un final
Todo termina”.
Presente (El momento en que estás)
Ricardo Soulé y Juan Carlos 'Yodi' Godoy
por SILVIA MERCADO
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Es increíble lo fácil que se desarman los castillos en la arena de la política. Los comicios en las provincias, que fueron pensados por los estrategos del Gobierno como una campaña en ascenso hasta la victoria final de Cristina Fernández de Kirchner, se están transformando en una pesadilla para la Presidenta, que medita en El Calafate, Santa Cruz, acerca del atajo más conveniente para contener a su atribulada tropa, que esperaba un triunfo en la capital federal, después en Santa Fe y quizás, por qué no, en Córdoba.
Ya se enteraron que nada de esto será posible.
> Daniel Filmus no ganará Ciudad de Buenos Aires el 10 de julio,
> Agustín Rossi tampoco Santa Fe el 24 de julio, y
> el kirchnerismo no tiene oferta electoral en Córdoba, donde se votará el 7 de agosto.
Ya se enteraron que nada de esto será posible.
> Daniel Filmus no ganará Ciudad de Buenos Aires el 10 de julio,
> Agustín Rossi tampoco Santa Fe el 24 de julio, y
> el kirchnerismo no tiene oferta electoral en Córdoba, donde se votará el 7 de agosto.
Para colmo, ya quedó claro que la Presidenta carece de interés por seguir gobernando la Argentina, y en los momentos de soledad que dominan sus días y noches, sólo la posibilidad de un retiro de la política tranquiliza su estado de ánimo.
En rigor, desde enero que llegan a Buenos Aires informaciones fidedignas acerca de la férrea voluntad de Cristina por evitar un segundo mandato, transmitida en Río Gallegos a cercanos colaboradores ajenos a la política.
En rigor, desde enero que llegan a Buenos Aires informaciones fidedignas acerca de la férrea voluntad de Cristina por evitar un segundo mandato, transmitida en Río Gallegos a cercanos colaboradores ajenos a la política.
Pero los desconfiados atribuían la dilación de Cristina Fernández en anunciar su candidatura a la reelección presidencial a un maquiavélico “operativo clamor”.
Hace unas semanas, incluso, dudar de su voluntad reeleccionista era motivo de denostaciones de todo tipo de parte de kirchneristas de todo pelaje. Por estos días, en cambio, ningún ministro es ajeno a que, puesta a elegir, y sin presiones a la vista, la Presidenta se iría –feliz- a su casa.
Hace unas semanas, incluso, dudar de su voluntad reeleccionista era motivo de denostaciones de todo tipo de parte de kirchneristas de todo pelaje. Por estos días, en cambio, ningún ministro es ajeno a que, puesta a elegir, y sin presiones a la vista, la Presidenta se iría –feliz- a su casa.
Aunque nada de esto sucederá, por ahora. Como diría Carlos Menem, nadie se muere en las vísperas.
Y Cristina se suicidaría si el 24 de junio diera un paso al costado. Hace meses, y con el impacto de su reciente viudez, pudo haber convocado a la oposición para anunciar su retiro y acordar condiciones de gobernabilidad. Su imagen habría trepado al cielo y su renunciamiento le permitiría reincidir 4 años más adelante, con su estado de ánimo equilibrado.
Y Cristina se suicidaría si el 24 de junio diera un paso al costado. Hace meses, y con el impacto de su reciente viudez, pudo haber convocado a la oposición para anunciar su retiro y acordar condiciones de gobernabilidad. Su imagen habría trepado al cielo y su renunciamiento le permitiría reincidir 4 años más adelante, con su estado de ánimo equilibrado.
Ya no tiene esa chance. Su ciclo, que funcionó en los últimos meses con el pulmotor de la sorpresiva muerte de su esposo, está terminado incluso para ella quien, aunque tiene dificultades para leer la realidad, ya sabe que el paraguas ético de los derechos humanos está irremediablemente agujereado, y ya no sirve para refugiarse de ninguna tormenta.
En efecto, está decaída pero no come vidrio, tal como puede constatarse en el sencillo hecho de que no volvió a aparecer con Hebe Bonafini ni tampoco con Estela Carlotto, a pesar de que la presidente de las Abuelas de Plaza de Mayo, aún no está involucrada en ningún escándalo.
En efecto, está decaída pero no come vidrio, tal como puede constatarse en el sencillo hecho de que no volvió a aparecer con Hebe Bonafini ni tampoco con Estela Carlotto, a pesar de que la presidente de las Abuelas de Plaza de Mayo, aún no está involucrada en ningún escándalo.
Cristina quisiera decir que no. Pero no puede.
Ella está obligada a seguir adelante, para evitar el entierro anticipado de su imagen y, por lo tanto, de su gobierno. Ella aceptará ser candidata. No tiene ninguna otra posibilidad. Aunque lo hará sin ganas ni vocación, y pasándole una factura cotidiana de creciente malhumor a su entorno político, que necesita mucho más que ella de la continuidad en el poder para evitar males mayores.
Ella está obligada a seguir adelante, para evitar el entierro anticipado de su imagen y, por lo tanto, de su gobierno. Ella aceptará ser candidata. No tiene ninguna otra posibilidad. Aunque lo hará sin ganas ni vocación, y pasándole una factura cotidiana de creciente malhumor a su entorno político, que necesita mucho más que ella de la continuidad en el poder para evitar males mayores.
El sábado 18/06 Elisa Carrió dijo que la candidatura de Cristina será testimonial, que renunciará, una vez elegida, para dejar el gobierno al candidato a vicepresidente. Algo de eso venía comentando el kirchnerismo puertas adentro, algunas semanas atrás, antes de que el abogado Mariano Cúneo Libarona (h), letrado de Hugo Moyano en la causa de los medicamentos que fogonea Graciela Ocaña, alertara a periodistas del Grupo Clarín sobre el distanciamiento definitivo de Sergio Schoklender respecto de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Antes del caso Shoklender, el kirchnerismo kirchnerista buscaba al mejor pingüino para gobernar la Argentina a partir de 10 de diciembre de 2011, concientes de que no sería Cristina quien estaría en condiciones de gestionar.
Ahora, cuando los castillos de arena empiezan a desmoronarse, sólo piensan en el PJ como salvación, y un pejotista cercano, que garantice una salida lo más ordenada que permita la difícil realidad que esperan para los próximos meses.
En esos circunloquios, Jorge Capitanich es, por estas horas, el mejor aspectado para semejante desafío.
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