(APe).- Las chicas y chicos indígenas están marcados por los efectos de una conquista del desierto que continúa, ciento treinta años después.
Aunque la Argentina, según la Unesco, es uno de los países con mejores índices de escolaridad en todos sus niveles, la realidad de los pibes y pibas de los pueblos originarios es otra muy distinta.
Según cifras oficiales, el total de los estudiantes de pueblos originarios matriculados en el sistema educativo apenas roza el uno por ciento del total.
Alrededor de ochenta mil chicas y chicos indígenas concurren a la escuela. Once mil van al nivel inicial, cincuenta mil a la primaria y quince mil a la secundaria.
-Los más perjudicados son los que hablan su lengua originaria: los wichí, toba y mbya guaraní, por ejemplo, están en peor situación que otras poblaciones. Los chicos tienen al español como segunda lengua y si no hay docentes formados en educación bilingüe, entonces no pueden comunicarse y no hay integración con los criollos - sostiene Elena Duro, especialista en Educación de Unicef.
Para Carmen Burgos, miembro del pueblo Kolla y Coordinadora del Foro de Pueblos Indígenas del Instituto Nacional contra la discriminación (INADI), "las denuncias que recibimos que el acceso a la educación para niños y niñas de poblaciones indígenas está vulnerado, sobre todo aquellas que intentan mantener su lengua materna y eso no es respetado. Si bien la Ley de Educación plantea la Educación Intercultural Blingüe (EIB), hay provincias donde a eso se le da cumplimiento y otras en las que no".
Las cifras exhiben estas diferencias, estas nuevas exclusiones.
Uno de cada cinco habitantes de estas poblaciones no recibió ninguna instrucción formal; el 60 por ciento de los estudiantes primarios tobas superan la edad establecida para el curso al que asisten y los niveles de sobreedad entre los chicos tobas se triplican si asisten a una escuela con matrícula indígena.
El estudio de Unicef advierte también que las cifras de repitencia y abandono escolar en Chaco aún triplican la media nacional. Allí solamente un doce por ciento de los chicos acceden a la secundaria y el uno por ciento la termina.
Un número que evidencia las consecuencias de un desprecio largamente centenario en la Argentina que sigue haciendo de Julio Argentino Roca el “prócer” de mayor valor económico en la vida cotidiana a través de su imagen permanente en los billetes de cien pesos.
Pero hay otros pueblos que también sufren la continuidad del saqueo y la exclusión.
“En el plano educativo, las cifras referidas a los pueblos kolla y mapuche reflejan que aún quedan brechas por salvar: el 8 por ciento de los que tienen quince años o más no recibió instrucción formal; el 25 por ciento no completó el nivel primario y el 40 por ciento empezó el secundario pero sólo la mitad llegó a completarlo”, reflejan las últimas investigaciones.
Entre los mapuches, “sólo el 30 por ciento de los adultos de entre 40 y 49 años ingresó al secundario. El porcentaje aumenta al 57 por ciento entre los jóvenes de entre 20 y 29. Ahora, entre los adolescentes de 15 a 19 años, la matrícula en la escuela media alcanza el 70 por ciento, lo cual puede indicar un avance en las políticas de inclusión más recientes”, apuntan los datos de los informes.
Más allá de las bellas palabras de los discursos progresistas, en la Argentina del tercer milenio las chicas y chicos de los pueblos originarios siguen sufriendo exclusión y maltrato.
La clara evidencia de la continuidad de la conquista del desierto.
Los pibes que sufren la permanente construcción del desierto en sus vidas cotidianas.
Fuente de datos:
Periodismo Social
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