jueves, 30 de junio de 2011

POLÍTICA: LISTAS ELECCIONES 2011


Leones herbívoros

La lógica de la dedocracia se aplicó en todos los frentes, pero en el oficialismo fue más evidente. La retracción del PJ ortodoxo y la CGT, que rugieron bronca pero no atacaron. Scioli, golpeado, trató de compensarse en las listas.

Absolutismo. Dedocracia. Reinados sin parlamento. No hay excepciones entre los diferentes espacios políticos. El armado de las listas seccionales se hizo de arriba hacia abajo, y la prioridad no la tuvieron los caudillos ni los tradicionales acuerdos, la tuvieron los deseos y las necesidades de quien comanda cada espacio.

Fue para todos igual, pero se hizo más notorio en el frente gobernante. En la decisión exclusiva de la presidenta Cristina Fernández, a través de su delegado, Carlos Zannini, se pulverizaron en pocas horas las aspiraciones de muchos, y se erigió un nuevo esquema de poder en la Provincia. Aunque vaticinado, el avance de La Cámpora, Colina y los ultrakirchneristas fue para el PJ y la CGT un cimbronazo de difícil asimilación y escasa comprensión. Para colmo, Daniel Scioli también puso los suyos, en algunos casos imponiendo nombres extraseccionales.

“¿Pero qué, el Gobernador o uno de sus hombres no son peronistas? ¿La gente de Randazzo no es peronista? ¿Por qué dicen que hay pocos peronistas en las listas si son casi todos del partido?”. Esto se preguntó un operador bonaerense. Es una realidad, a medias. Los entramados políticos de la Provincia son demasiado complejos, y cuando se habla de peronismo tradicional se habla, precisamente, de los que menos pudieron colocar en esta oportunidad; piezas residuales de una locomotora que arrasaba con todo en los ‘90 y a principios de este siglo. Ese sector golpeado es el mismo al que alguna vez Néstor Kirchner quiso desplazar, pero luego necesitó, y al que ahora la viuda de Kirchner parece querer darle una estocada mortal.

La Cámpora, Florencio Randazzo y hasta Daniel Scioli se muestran vencedores de una pelea en la que los propios derrotados desconocen la caída en público, pero mascullan broncas sublimes en reuniones y conversaciones telefónicas. En el caso del Gobernador, sus hombres en las listas legislativas tampoco alcanzan para tapar la gran decepción por la imposición presidencial de su candidato a vice, Gabriel Mariotto.

En una semana agitada, la designación de su compañero de fórmula fue el inicio del paso al mundo vegetariano de los leones bonarenses. Sin elegir a quien él quería, y obligado a estar con quien menos prefería, Scioli hizo conocer su enojo puertas adentro, y dejó que hasta ciertas advertencias de desplante llegaran a Olivos. Pero mientras esto operaba, el mismo viernes algunos de sus ministros y funcionarios se reunían con Mariotto en las oficinas del Banco Provincia. Atendió por cortesía a quienes lo invitaban a cambiar de selva. El presidente a cargo del PJ nacional rugió pero no atacó, siempre tuvo en claro en qué selva se quedaría.

Horas después fue el turno de las listas legislativas. Algunas compensaciones llegaron. Alberto Pérez estuvo en los retoques finales y entreveró a sciolistas y funcionarios provinciales con camporistas y dirigentes que responden a Amado Boudou y Alicia Kirchner. Todos pasaron el tamiz que Zannini delegó sobre la última hora en Randazzo, quien -obvio- llevó agua a su molino. Randazzo, pese a ser parte del PJ bonaerense y tener armado en la Provincia, no es de la simpatía de viejos caciques.

“Quedaron representados todos los sectores del partido peronista y del Frente para la Victoria, todos tienen algo, a pesar de que ninguno tiene todo lo que quería”, suelen reiterar desde los espacios que más lograron. Vaticinó una fuente legislativa que “cambian los paradigmas”, mientras que otra aseveró: “Pese a lo que muchos dicen, con esta composición de listas, donde hay tantas fracciones, se puede garantizar mejor la gobernabilidad”. No todos piensan igual. En los pronósticos previos prevén a sciolistas, jóvenes y hasta randazzistas jugando en tándem.

Las amenazas de la CGT, antes, durante y después de la confección de las nóminas, lejos estuvieron de amedrentar a la Presidenta y a su implacable ejecutor, el siempre sonriente y callado Zannini.

En la Primera y Tercera, el peronismo rancio tuvo menos embates que en el interior, pero son excepcionales los nombres que repiten; también allí hay aires renovadores.
Esperó Eduardo Duhalde grandes noticias cuando se enteró de las broncas destiladas por peronistas heridos. No las tuvo. Sus fieras de entonces apechugaban detrás de una reina que en la jungla de la política vernácula se cree invencible, montada en una sensación común a todo el ultrakirchnerismo: “los votos son de la Presidenta”.

Quienes en algún momento mostraron signos de independencia y se animaron a la crítica, pese a su vuelta al redil, nada pudieron celebrar el sábado por la noche. Sergio Massa, José Eseverri y Gilberto Alegre, por nombrar sólo algunos, se quedaron con las manos vacías. Ni siquiera un rincón en el fondo de las planillas.

Quedaron heridos a raudales, pero pocas vías de escapatoria. No obstante, siempre en la baraja del peronismo puede haber jugadas ocultas. Antecedentes recientes señalan que los enojados pueden hacer sentir el rigor a la hora de la verdad; en este caso, cuando en las primarias se necesite un poder de movilización que deje en claro quién se va a imponer en las generales en el deseo oficialista de evitar a Cristina Fernández un balotaje.

“Vuelvo como un león herbívoro”, dijo Perón en los agitados ‘70, cuando estaba de regreso. Esa metáfora bien sirve para describir el presente de muchos líderes del peronismo bonaerense. Aunque también dijo Perón aquella vez: “Pero sigo siendo un león”. CNA

Autor de Nota: Revista La Tecla

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