La científica falleció a los 101 años este martes (29/11). Sus investigaciones fueron clave para controlar la epidemia de poliomielitis. El 16/11 había recibido la Medalla del Bicentenario.
La científica ítalo-argentina Eugenia Sacerdote de Lustig, cuyas investigaciones fueron clave para controlar la epidemia de poliomielitis y que dedicó su vida al estudio de las células vivas, murió este domingo (28/11) a la edad de 101 años, se informó este martes (29/11).
La científica, nacida en Turín, falleció 2 semanas después de recibir la Medalla del Bicentenario, importante distinción que se entrega a altas personalidades.
Fue, junto con su prima hermana Rita Levi Montalcini (Nobel de Medicina 1986 y senadora vitalicia en Italia), una de las primeras mujeres en recibirse de médica en Italia.
De familia judía, Eugenia Sacerdote llegó a Argentina en 1939, tras dejar su país a causa de las persecuciones raciales del régimen de Benito Mussolini.
En la cátedra de Histología de la Universidad de Buenos Aires se dedicó a investigaciones con el cultivo de células vivas in vitro, técnica que permite el estudio de virus y tumores.
Su trabajo de 1959 fue decisivo para controlar la poliomielitis.
La médica solía recordar al respecto que, en el marco de la campaña para introducir la vacuna contra esa enfermedad, "y para dar el ejemplo" -dijo hace algunos años a la agencia ANSA- se dio la vacuna "primero" a ella misma y a sus tres hijos.
También recordó en ese diálogo que siempre sintió "una gran nostalgia" por su país natal, del que añoraba "las montañas" y "las estrellas" del hemisferio norte, que la habían acompañado en la infancia.
También evocó que, a poco de nacer en Italia su primera hija, leyó una mañana en el diario las decisiones de Mussolini contra los judíos y que, a causa de ese duro golpe emocional "dejó de tener leche para amamantar" a la bebé.
Con su esposo, que trabajaba en la empresa Pirelli, viajaron primero a Brasil y luego a Argentina, donde se radicaron.
Sobre su prima hermana comentó que se comunicaban telefónicamente "todas las semanas", en un vínculo estrecho de las personalidades de la misma edad y de similar dedicación a la ciencia.
La médica fallecida, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y jefa de Virología del Instituto Malbrán, trabajó hasta los 80 años, cuando comenzó a perder la visión.
Sin embargo, mantuvo siempre el diálogo científico con algunos de sus discípulos y una intensa actividad intelectual a partir de las lecturas que amigos y estudiantes hacían para ella.
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