UN MAESTRO
Roger le ganó la final del Masters a Tsonga
El suizo Roger Federer, que acabará el año como número tres del tenis mundial, conquistó hoy en Londres su sexta Copa Masters, al batir en la final al francés Jo-Wilfried Tsonga por 6-3, 6-7 (6) 6-3 en dos horas y 18 minutos.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) El suizo se impuso en la final número 100 de su carrera para convertirse en el jugador que más veces ha ganadola Copa Masters, que reúne cada temporada a los ocho mejores tenistas del mundo, superando al checo Ivan Lendl y el estadounidense Pete Sampras, ambos cinco veces campeones.
Roger Federer llegó al último tramo de la temporada sin grandes títulos en su haber. Sólo había ganado el torneo de Doha en el arranque de la misma y luego se diluyó en la sombra de una batalla que tuvo a Novak Djokovic y Rafael Nadal como protagonistas y en la que el suizo apenas figuró ni como actor secundario.
El partido no fue todo lo brillante que se espera en un duelo entre dos de los mejores jugadores del planeta, pero dice el sabio que en una final no se puede esperar más.
Fue Tsonga quien estuvo mejor plantado en pista en los primeros compases, resolviendo con autoridad los juegos al servicio, ganando los intercambios desde el fondo de pista y haciendo mucho daño a su rival con un revés mágico.
Federer tuvo que recurrir a su servicio y a las continuas subidas a la red para ganar terreno y tirar del pesado carro en el que se había disfrazado el duelo. Así se llegó al siempre clave octavo juego, con Jo al servicio.
Dos fallos garrafales del galo y dos toques de muñeca de Federer se tradujeron en break en blanco del suizo. Ese poco le fue suficiente para tomar ventaja en el marcador.
La historia volvió a repetirse en el segundo acto, que comenzó con un dubitativo Tsonga firmando dos dobles faltas y dos saques directos en un mismo juego.
La regularidad del francés se perdió en el quinto juego, momento que aprovechó Federer para poner una marcha más al partido, dar un paso al frente en la pista, para pegar más potente a la pelota y firmar el segundo break del partido. Si pierdes la concentración sólo un instante ante el mejor tenista de la historia, lo acabas pagando.
Después de la ruptura, Tsonga se mostró descordinado, precipitado y sin ideas. Pero hasta los más grandes tienen nervios a la hora de cerrar los partidos y el suizo no iba a ser menos. Con 5-4 y saque, concedió el break a su rival y el partido se dilató algo más en el tiempo.
Tsonga demostró ser uno de los mejores sacadores del circuito (acaba el año liderando la nómina de saques directos -823-), forzó primero el tie-break (salvó una bola de partido) y posteriormente un tercer set.
Federer, infiel a sus ideales, nadó a contracorriente, pasando la pelota al otro lado de la pista, buscando más los errores que su rival que los aciertos propios. Tsonga tuvo el mando del partido, pero se confundió con el botón cuando pudo poner el canal de la victoria. El octavo juego volvió a ser clave.
Federer se mostró valiente, atacó la pelota y desconcertó a un Tsonga que acabó cediendo su saque. Luego no le tembló la muñeca al genio de Basilea para poner el broche. Esta vez lloró de alegría. El suizo se lleva de Londres el cariño de un público entregado, 1.630.000 dólares en nómina y 1.500 puntos para su cuenta ATP.
Roger Federer llegó al último tramo de la temporada sin grandes títulos en su haber. Sólo había ganado el torneo de Doha en el arranque de la misma y luego se diluyó en la sombra de una batalla que tuvo a Novak Djokovic y Rafael Nadal como protagonistas y en la que el suizo apenas figuró ni como actor secundario.
El partido no fue todo lo brillante que se espera en un duelo entre dos de los mejores jugadores del planeta, pero dice el sabio que en una final no se puede esperar más.
Fue Tsonga quien estuvo mejor plantado en pista en los primeros compases, resolviendo con autoridad los juegos al servicio, ganando los intercambios desde el fondo de pista y haciendo mucho daño a su rival con un revés mágico.
Federer tuvo que recurrir a su servicio y a las continuas subidas a la red para ganar terreno y tirar del pesado carro en el que se había disfrazado el duelo. Así se llegó al siempre clave octavo juego, con Jo al servicio.
Dos fallos garrafales del galo y dos toques de muñeca de Federer se tradujeron en break en blanco del suizo. Ese poco le fue suficiente para tomar ventaja en el marcador.
La historia volvió a repetirse en el segundo acto, que comenzó con un dubitativo Tsonga firmando dos dobles faltas y dos saques directos en un mismo juego.
La regularidad del francés se perdió en el quinto juego, momento que aprovechó Federer para poner una marcha más al partido, dar un paso al frente en la pista, para pegar más potente a la pelota y firmar el segundo break del partido. Si pierdes la concentración sólo un instante ante el mejor tenista de la historia, lo acabas pagando.
Después de la ruptura, Tsonga se mostró descordinado, precipitado y sin ideas. Pero hasta los más grandes tienen nervios a la hora de cerrar los partidos y el suizo no iba a ser menos. Con 5-4 y saque, concedió el break a su rival y el partido se dilató algo más en el tiempo.
Tsonga demostró ser uno de los mejores sacadores del circuito (acaba el año liderando la nómina de saques directos -823-), forzó primero el tie-break (salvó una bola de partido) y posteriormente un tercer set.
Federer, infiel a sus ideales, nadó a contracorriente, pasando la pelota al otro lado de la pista, buscando más los errores que su rival que los aciertos propios. Tsonga tuvo el mando del partido, pero se confundió con el botón cuando pudo poner el canal de la victoria. El octavo juego volvió a ser clave.
Federer se mostró valiente, atacó la pelota y desconcertó a un Tsonga que acabó cediendo su saque. Luego no le tembló la muñeca al genio de Basilea para poner el broche. Esta vez lloró de alegría. El suizo se lleva de Londres el cariño de un público entregado, 1.630.000 dólares en nómina y 1.500 puntos para su cuenta ATP.
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