Foto: AP |
Por Waldemar Iglesias / Clarin
El Camp Nou sabe -como ningún otro estadio, al menos desde la llegada de Messi- que la magia puede suceder bajo su cielo. Y esa es la magia que necesita para volver a creer, para convencerse de que lo imposible puede transformarse en asombrosa realidad.
Volvió a suceder en esta ocasión, frente al Celta de Eduardo Berizzo: el viejo Barcelona que parecía invencible, dueño de todo, regresó a escena. Tiene una intención inequívoca: enterrar a ese equipo más terrenal, más errático, menos atractivo, menos voraz.
Y un objetivo: la remontada histórica frente al Paris Saint Germain, el miércoles, por los octavos de final de la Champions League. Ese 0-4 que hasta la UEFA dice que no hay forma de dar vuelta. Y en la recuperación de esa magia, claro, el principal involucrado es el Harry Potter del equipo, el supercrack rosarino: Lionel Messi.
En el 5-0 ante el equipo gallego, convirtió dos goles, ofreció dos asistencias y fue el organizador general de una actuación que mereció aplausos hasta romperse las manos. Así, el Barcelona sigue como puntero de la Liga: con un partido más disputado, le saca un punto de ventaja al Real Madrid, que ayer goleó como visitante por 4-1 al Eibar. Ese Messi mago ofreció mensajes: al PSG le dijo sin decir que su equipo está vivo.
Y parece que otro: a los dirigentes del Barcelona para que apuren la renovación de su contrato. No hubo nada de azar en el festejo de su primera maravilla. Luego de gambetear desde la mitad de la cancha, de amagar y de definir ofreció un festejo -en principio- misterioso.
Primero, señaló al palco con índice derecho, luego hizo un gesto como si estuviera hablando por celular y finalmente brindó el típico movimiento con la mano que invita a apurarse. Repitió los tres pasos, siempre con la cara seria.
En cuanto a posesión, a llegadas, a belleza. A los 40, luego de un pase de Messi a lo Iniesta, Neymar definió como si con su botín fileteara a la pelota. En términos del fútbol español: una vaselina perfecta. Después hubo lugar para todo. para un tanto (en off side) de Rakitic, para el estreno como goleador de Umtiti (tras un pase decisivo de Messi) y para otra aparición del mago del Barça. Gambeteó, amagó y definió.
Hizo simple lo que para casi cualquier futbolista sería un milagro. Así, llegó a los 23 goles en la Liga, rumbo al Pichichi, el cuarto de su recorrido. Así, suma 37 para el Barcelona en la temporada, rumbo a un nuevo Botín de Oro, el cuarto de su carrera. También sus números son mágicos.
Al cabo, fue demasiado Barcelona para un Celta que sólo brindó sus valiosas intenciones de un planteo sin inhibiciones. El equipo de Luis Enrique, justo en la semana del anuncio del fin de ciclo, dio una demostración de fútbol bien jugado, incluso superior al 6-1 ante el Sporting Gijón, la fecha pasada.
Al equipo de Berizzo lo dominó en todos los aspectos, tuvo la pelota (62% fue la posesión ante un rival que no suele rifarla), llegó con frecuencia, entregó delicias y destrezas.
Todo, para que el PSG sepa que un equipo capaz de jugar así será siempre peligroso. Incluso para hacer realidad una remontada inédita como la que intentará el miércoles. En cuanto a posesión, a llegadas, a belleza.
El equipo de Luis Enrique, justo en la semana del anuncio del fin de ciclo, dio una demostración de fútbol bien jugado, incluso superior al 6-1 ante el Sporting Gijón, la fecha pasada.
Al equipo de Berizzo lo dominó en todos los aspectos, tuvo la pelota (62% fue la posesión ante un rival que no suele rifarla), llegó con frecuencia, entregó delicias y destrezas. Todo, para que el PSG sepa que un equipo capaz de jugar así será siempre peligroso. Incluso para hacer realidad una remontada inédita como la que intentará el miércoles. (www.clarin.com)
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