29/11/2017: Francisco durante la misa que ofreció en la Catedral Santa María, en Yangon, Myanmar. |
"Algunos se preguntan cómo es posible hablar de buenas noticias cuando tantas personas a nuestro alrededor están sufriendo. ¿Dónde están las buenas noticias cuando hay tanta injusticia, pobreza y miseria que proyectan su sombra sobre nosotros y nuestro mundo? Quiero que de aquí salga un mensaje muy claro. Quiero que la gente sepa que ustedes, muchachos y muchachas de Myanmar, no tienen miedo de creer en la buena noticia de la misericordia de Dios, porque esta tiene un nombre y un rostro: Jesucristo", arrancó Jorge Omar Bergoglio en Myanmar.
Y dejó 2 frases para los jóvenes:
< "(...) San Andrés (...) era un simple pescador y se convirtió en un gran mártir, un testimonio del amor de Jesús. Pero antes de llegar a ser mártir, cometió sus errores, tuvo que ser paciente y aprender gradualmente a ser un verdadero discípulo de Cristo. ¡Así que no tengan miedo de aprender de sus propios errores! (...) compartir con Él todo lo que tengan en el corazón: los miedos, las preocupaciones, los sueños y las esperanzas".
< "(...) No tengan miedo de hacer lío, de plantear preguntas que hagan pensar a la gente. Y no se preocupen si a veces sienten que son pocos y dispersos. El Evangelio siempre crece a partir de pequeñas raíces. Por eso háganse oír. Les pido que griten, pero no con sus voces, no, quiero que griten, para ser con su vida, con sus corazones, signos de esperanza para los que están desanimados, una mano tendida para el enfermo, una sonrisa acogedora para el extranjero, un apoyo solícito para el que está solo (...)".
Luego, de Myanmar a Bangladesh, donde volvió a hablar sobre la minoría perseguida de los Rohinyá, aunque no utilizó la palabra con la que se designa a sí misma esta etnia musulmana. Él habló ante las autoridades políticas, en el palacio presidencial de Bangabhapan, en Dhaka, hasta 1911 la residencia del virrey de la India.
A su llegada al aeropuerto de la capital, el Papa fue recibido por el presidente Abdul Hamid y un grupo de bailarinas vestidas tradicionalmente pero con los colores de la bandera vaticana, el blanco y el amarillo.
Desafiando el intenso tránsito, Francisco se dirigió al National Martyr’s Memorial, erigido en memoria de los mártires que dieron sus vidas por la guerra para liberar el país en 1971.
Allí firmó el Libro de Honor, y, antes de escribir una frase sobre su visita, en la columna en la que los visitantes deben especificar su profesión, Francisco puso: "Obispo católico romano".
Francisco agradeció a Bangladesh por lo que ha hecho frente a la emergencia humanitaria: "En los últimos meses, el espíritu de generosidad y solidaridad, que es un signo distintivo de la sociedad de Bangladesh, se ha manifestado con más fuerza en el impulso humanitario con el que han atendido a los refugiados llegados en masa del estado de Rakhine, dándoles refugio temporal y lo necesario para la vida. Esto se ha realizado con no poco sacrificio. Y todo el mundo lo ha podido contemplar".
"Ninguno de nosotros –añadió el Papa– puede ignorar la gravedad de la situación, el inmenso costo en términos de sufrimiento humano y de la precaria condición de vida de tantos de nuestros hermanos y hermanas, la mayoría de los cuales son mujeres y niños, hacinados en los campos de refugiados. Es necesario que la comunidad internacional tome medidas decisivas para hacer frente a esta grave crisis, no sólo trabajando para resolver los problemas políticos que han provocado el desplazamiento masivo de personas, sino también ofreciendo asistencia material inmediata a Bangladesh en su esfuerzo por responder eficazmente a las urgentes necesidades humanas".
El Papa insistió en la armonía que tradicionalmente "ha existido entre los seguidores de las diversas religiones. En un mundo en el que la religión a menudo se usa (escandalosamente) para fomentar la división, el testimonio de su poder reconciliador y unificador es muy necesario. Esto se ha manifestado de manera particularmente elocuente en la reacción unánime de indignación que siguió al brutal ataque terrorista del año pasado aquí en Dhaka, y en el claro mensaje que las autoridades religiosas de la nación han enviado de que el santísimo nombre de Dios nunca se puede invocar para justificar el odio y la violencia contra otros seres humanos, nuestros semejantes".
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