viernes, 8 de septiembre de 2017

NI LAGOS, NI BOSQUES: EL CEMENTO SE IMPONE EN BARILOCHE

POLÍTICA / EL CASO DEL "BARILOCHE CENTER II" 



(U24) - En las postales barilochenses, el color gris comienza a imponerse sobre el verde de los bosques, el azul de los lagos y ríos y el blanco de la nieve, que atraen cada año a cientos de turistas. Pero, ¿en qué basará la ciudad sus atractivos si ese avance sigue este imparable ritmo? 


 A propósito de una urbanización caótica, el diario 'Río Negro' publicó un artículo sobre lo que sucede en el cerro Runge, en plena ciudad, a sólo 10 cuadras del Centro Cívico, donde en marzo de 2015, un incendio trepó por la ladera y en sólo minutos afectó a varias viviendas, además de varios árboles, y provocó que varios vecinos presentaron notas para que el municipio prohíba nuevas construcciones en la zona.

 Como reacción al reclamo, en marzo pasado una resolución del intendente declaró al cerro Runge "en riesgo y conflictividad ambiental" y encargó un estudio técnico que sirviera de base para una nueva normativa.

 Cuenta el diario que el subsecretario de Gestión Urbana, Eduardo Reddy, dijo que el trabajo fue realizado por el ingeniero Jorge Zapata y que ya tomaron varias decisiones. Explicó que originalmente la zona vedada llegaba hasta el lago, pero "se fueron descartando impedimentos y se liberaron algunas parcelas, con condiciones" para la eventual edificación. Otras continúan restringidas.

 Pero pese a ello, para los vecinos las preocupaciones no se terminaron. "Casas de familia pueden ser, pero no queremos más edificios. Porque la calle ya no da más", aseguró Adriana Serenelli, que vive en un departamento, de un segundo piso. Los incendios son la primera amenaza, pero también preocupan los deslizamientos y hasta las consecuencias de un eventual terremoto.

 El subsecretario de Medio Ambiente del municipio, Carlos Beros, admitió que a la situación actual se llegó porque el Código lo permitía y que la "densidad urbana" que hoy presenta el del Runge norte supera lo recomendable.

Dijo que "los desarrolladores" de edificios eligen terrenos sobre el talud porque "son relativamente baratos", algo similar a lo que ocurre en el cerro Otto superior. Admitió que el municipio debe "manejar la situación para bajar la densidad" y aseguró que los límites deben ser puestos "por Planeamiento y por los concejales".

 Pero la experiencia al respecto es triste. Un caso claro en la ciudad es el de 'Capitalinas', un edificio que se levanta entre sanciones y excesos desde hace algunos años ya. En efecto, aquella obra comenzó en 2011 y en el medio fue paralizada varias veces por las infracciones cometidas, entre ellas, la quema sin autorización de un pequeño bosque de arrayanes.

 "En 2006 ingresaba al Concejo Municipal lo que sería luego, la punta de un iceberg. Bajo el nombre de Andorra, un megaproyecto inmobiliario pretendía instalarse en el kilómetro 1 de la avenida Bustillo, pero varias razones hicieron que los tiempos se demoraran mucho más de lo esperado por los impulsores de una edificación de más de 15 mil metros cuadrados.

 En el medio hubo modificaciones del proyecto, cambio de dueños, audiencias públicas, reclamos vecinales, infracciones y mucho más, pero el edificio que actualmente se llama Capitalinas, avanza sobre la costa del Nahuel Huapi y ya dificulta su visión", publicó la 'Agencia de Noticias Bariloche' hace unos meses atrás.

 Llovieron las objeciones de ambientalistas y vecinos del lugar, sin embargo no se dio marcha atrás. La mencionada agencia resumió esta "vergonzosa" historia de la siguiente manera: "Si bien el expediente ingresó al Concejo en 2006, no fue hasta 2009 durante la gestión de Marcelo Cascón que se aprobó el proyecto presentado por Arturo Iglesias Paiz y Adriana Nielsen, para levantar un edificio de 11.809,14 metros cuadrados sobre dos parcelas que suman 4.400 metros cuadrados.

 Al expediente inicial se le realizaron numerosas modificaciones, ya que no cumplía con varios puntos de la normativa vigente del Código de Planeamiento y del Código Urbano. Finalmente, en 2009 se aprobó por mayoría del cuerpo legislativo.

Los únicos concejales que no votaron a favor del proyecto inmobiliario fueron Silvia Paz y Alfredo Martín del Frente Grande. En ese momento, el abogado de Iglesias Paiz y Nielsen era Andrés Martínez Infante, que actualmente es el presidente del bloque de concejales de Juntos Somos Bariloche, partido oficialista que tiene amplia mayoría en el Concejo Deliberante.

ANB intentó comunicarse con el edil para conocer cuál es su actual postura frente al tema, siendo que ocupa un cargo público, pero no fue posible por encontrarse en constantes reuniones. Entre los requisitos que se solicitaron explícitamente al proyecto de la obra estaban el uso que se le iba a dar a la edificación, que había sido impulsada como viviendas colectivas y no estaba aprobado en el Código de Planeamiento.

 Además, el retiro frontal de la ruta tiene exigido por normativa una mínima de 6 metros, y la propuesta alcanzaba los 10,55, pero por debajo de la línea era dos metros menor a la norma. Con las modificaciones realizadas y una audiencia de por medio a la que solo concurrieron representantes del proyecto inmobiliario, comenzó la obra.

En el camino cambiaron los dueños y hubo numerosos inconvenientes. Los trabajos empezaron en 2011 pero los traspiés de la empresa llevaron a paralizar la construcción en reiteradas ocasiones. Eduardo Reddy, encargado del área de Gestión Urbana por segundo mandato consecutivo, recordó que en 2012 se dio la primera paralización de la obra por no cumplir con algunos requisitos que se habían solicitado desde el municipio, pero manifestó “no recordar con precisión” las faltas.
BARILOCHE CENTER

En 2013 la situación se repitió. Cada vez que se infraccionaba, la empresa debía pagar multas económicas, aunque el funcionario dijo desconocer los montos o si se habían efectuado los pagos. En marzo de 2015 se paralizó por completo la obra “por no acatar los llamados de atención previos”, según indicó el arquitecto.

En esta ocasión en particular, el funcionario tuvo inconvenientes directos con el director del proyecto debido a que habían afirmado que Reddy les había permitido la instalación de una enorme grúa que fue objeto de constantes críticas por parte de los ambientalistas de Árbol de Pie.

 Esta vez además, desde el municipio se solicitaron nuevos informes y algunos ajustes en la obra. Un par de meses después, todo volvió a la normalidad (...).

 “Cuando empezaron a trabajar, tiraban los escombros de la obra en el barrio Las Victorias, a los ojos de todos”, indicó con indignación Ana Wieman, referente de la organización Árbol de Pie. Además, la mujer enumeró una serie de conflictos que nunca tuvieron solución y que finalmente fueron “perdonados”.

 Quizás, lo que más provocó el enojo de los protectores del medio ambiente, fue la quema sin permiso de bosques de arrayanes que habría habido en la costa donde ahora hay materiales de construcción.

 En relación a esto, Patricia Montenegro, jefa del Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales, confirmó que existieron multas económicas por quemas sin autorización, pero no precisó si la empresa las había pagado porque “los expedientes están en Viedma”, indicó.

 El 29 de mayo de 2009, cuando el Concejo trataba la ordenanza que aprobaría la construcción de un edificio que muchos catalogaron incluso como el “segundo Bariloche Center”, sólo hubo dos concejales que hicieron referencia a la contaminación visual, ambiental y sonora que provocaría.

 Ni siquiera Darío Rodríguez Duch que luego acompañó en numerosos reclamos por las costas libres a Magdalena Odarda, se acordó de pensar en el acceso al Nahuel Huapi en una parte de la playa que en un próximo futuro será la vereda de un hotel y de exclusivos departamentos.

 “Nosotros no vamos a acompañar la aprobación de este proyecto porque consideramos que las construcciones que están sobre lotes con costa de lago son un punto sensible al impacto que provocan sobre la ciudad, porque son aquellas que mayor alteran el paisaje urbano, tanto positivo si está bien hecho como negativamente si está mal”, argumentó en la sesión de aquel 29 de mayo el ahora legislador de Juntos Somos Bariloche, Alfredo Martín, cuando pertenecía al Frente Grande.

 (...) como dato no menor, queda esperar al final de obra para tener las certezas de que habrá un acceso a la costa del lago, como se había solicitado en las modificaciones realizadas por el Concejo Deliberante al expediente que ingresó allá por 2006. La realidad es que, según muestran las imágenes ilustrativas de cómo lucirá el mega emprendimiento, la costa no existirá tal como fue en algún momento, sino que será parte de un parquizado del inmenso edificio de material que se erige sobre un sitio que supo ser un bosquecillo de arrayanes. (...)

el empresario Tullio De Barba (...) atribuyó la aprobación de la obra a un “lobby político” en las gestiones que atravesaron al proyecto. En este sentido, De Barba también consideró que lo “grave” del edificio es que “sentará jurisprudencia y no se podrán reglamentar” otros proyectos similares y esto “es grave porque se rompe la confianza en los mecanismos de control”.

El empresario fue más allá y sostuvo que “huele feo” que hayan convenido reducir un piso del edificio “a cambio de todos los excesos”. “La sociedad realizó sus reclamos pero la Municipalidad hizo oídos sordos”, consideró y agregó que desde el Ejecutivo “se cubrieron las espaldas con chicanas jurídicas y usaron los vacíos de las ordenanzas”, para aprobar la edificación. Para De Barba, todo lo que sucedió con Capitalinas es “una vergüenza moral”.

 Los ambientalistas por su parte, “se hartaron” de los reclamos y desistieron de la lucha contra el proyecto que acapara la vista al lago. Los vecinos también, porque finalmente, la empresa que dispuso más de 30 millones de dólares para construir el edificio, consiguió su objetivo. Mientras tanto, hay personas que siguen pidiendo la demolición del Bariloche Center, y a pocas cuadras de allí, se levanta en medio de la costa del lago, un gigante de cemento".

El riesgo implícito que imponen estos gigantes, junto a calles tortuosas e hiperabundancia de vehículos se puede ver a simple vista, igual que los carteles que promocionan nuevos edificios, sobre los cuales se pregunta la presidenta de la junta vecinal del barrio Belgrano, Diana Ortiz, "cómo el municipio no los ve, si están en Internet".

 La dirigente sindical dijo que "tuvo que ocurrir el incendio para que se den cuenta del disparate que es toda esa zona", y se quejó: "si el municipio lo quiere solucionar que empiece de una vez. Hasta ahora lo que pesó más fueron los intereses inmobiliarios. Es lo mismo que pasa en el cerro Otto".

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