BELGRANO Y EL PRESENTE DE MISIONES Y CORRIENTES
-por Carlos del Frade-
(APe).- Belgrano llegó a Misiones en diciembre de 1810. Había dejado una cómoda situación personal en Buenos Aires y se había jugado la vida en pos de las palabras que lo habían enamorado: revolución, igualdad, independencia y pueblo.
No fue fácil llegar a la tierra que se hunde en el mar verde del Brasil como si fuera una gigantesca península. Fusiló a los traidores, nadó junto a los suyos y comió salteado como los desesperados que lo seguían sin saber bien por qué lo seguían.
Desde el campamento de Tacuarí, Don Manuel escribió el llamado “Reglamento para el régimen político y administrativo y reforma de los treinta pueblos de Misiones”.
Allí dice, aquel 30 de diciembre de 1810, que “a consecuencia de la Proclama que expedí para hacer saber a los Naturales de los Pueblos de Misiones, que venía a restituirlos a sus Derechos de libertad, propiedad y seguridad de que por tantas generaciones han estado privados, sirviendo únicamente para las rapiñas de los que han gobernado, como está de manifiesto hasta la evidencia, no hallándose una sola familia que pueda decir:`estos son los bienes que he heredado de mis mayores`… acredito que mis palabras, que no son las del engaño, ni alucinamiento, con que hasta ahora se ha tenido a los desgraciados Naturales bajo el Yugo del fierro, tratándolos peor que a las bestias de carga, hasta llevarlos al sepulcro entre los horrores de la miseria e infelicidad, que yo mismo estoy palpando con ver su desnudez, sus líbidos aspectos, y los ningunos recursos, que les han de dejado para subsistir: Todos los Naturales de Misiones son libres, gozarán de sus propiedades, y podrán disponer de ellas, como mejor les acomode, como no sea atentando contra sus semejantes…Respecto a haberse declarado en todo iguales a los españoles que hemos tenido la gloria de nacer en el suelo de América, les habilito para todos los empleos civiles, militares, y eclesiásticos, debiendo recaer en ellos, como en nosotros los empleados del gobierno, Milicia, y Administración de sus Pueblos”, sostuvo Belgrano.
Dos siglos después, la realidad de Misiones y Corrientes parece diferente a aquel sueño con forma de reglamente que escribió el vocal de la primera junta de gobierno.
-Acá hay latifundios que van de río a río. Y los planes forestales y las represas que se planifican solamente favorecen al extranjero. Es difícil encontrar un futuro para los jóvenes y los chicos – dice el ex obispo de Puerto Iguazú, Joaquín Piña, desde su modesta oficina en Posadas, la capital de Misiones, en diálogo con este cronista.
Un cantor popular y también educador, dice que una de las historias que más lo conmovió es aquella vivida hace poco en esa inmensa selva que todavía resiste los embates de la destrucción sistemática del medio ambiente. Un chiquito guaraní que por mala atención se fue muy antes de tiempo hacia la pampa de arriba. El artista le escribió una canción en la que grita la necesidad de traerle un mundo nuevo ya, porque el viejo no le sirvió al chiquito del pueblo originario.
Esos mismos chicos que habían conmovido a Belgrano por sus “ningunos recursos”, por su desnudez, hoy se multiplican en la tierra colorada. Aunque los planes sociales paliaron algo de la vida en estos lugares tan lejanos a Buenos Aires, es difícil imaginar a los chicos y chicas enamorados del país y del porvenir.
Como también lo admite la hermana Martha Pelloni, ahora asentada en Goya, desde donde trabaja en la organización Infancias Robadas con la idea de denunciar las complicidades policiales, políticas y económicas que hay detrás de la trata de personas y la explotación sexual.
-Estamos haciendo un gran esfuerzo para que las chicas y los chicos dejen de ser explotados por los dueños del tabaco para que encuentren una salida y así tengan un futuro en serio. Pero es una pelea difícil y permanente – dice con sus increíbles ojos celestes la mujer que supo expresar con el silencio el hastío de los señores feudales catamarqueños.
Y en medio de selvas que parecen comerse el asfalto de las rutas, los aserraderos denotan la explotación del momento y, al mismo tiempo, la cobertura que suelen tener los cargamentos de marihuana y otras drogas que van y vienen desde el Paraguay.
Misiones y Corrientes son tan bellas como distantes de sus propios hijos.
Provincias donde las chicas y los chicos venden chipá en las terminales de colectivos y en las cuales el recuerdo de Belgrano parece formar parte de un sueño inalcanzable.
Pero allí están, misioneros y correntinos, peleando palmo a palmo en el territorio de la vida cotidiana, intentando encontrarle un sentido propio al nuevo amanecer que suelen prometerse al enamorarse al son de una polca o un chamamé.
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