domingo, 14 de enero de 2018

DESDE EL VATICANO OTRA VEZ CUESTIONAN A CLARÍN Y LA NACIÓN

DEBATE / LA NOVELA "LOS VOCEROS DE FRANCISCO" 

Juan Grabois y el papa Francisco.

CIUDAD DEL VATICANO (Vatican Insider). Dos interrogantes desvelan a los argentinos. ¿Por qué el pontífice no visita su país natal? Y ¿Quiénes son sus “voceros”? Esos parecen los únicos temas de discusión, al menos en los grandes medios. 


En estos días surgió un nuevo capítulo de la novela “los voceros de Francisco”. Un debate añejo que cotidianamente se repite. De manera extraña. Artificial. Esta vez intervino la Conferencia Episcopal Argentina con una nota que incluyó sugestivas entrelíneas.

Mientras los curas villeros advirtieron: “La palabra de Papa interpela… y molesta”. “Francisco se expresa en sus gestos y palabras de padre y pastor, y a través de los voceros formalmente designados por él. Nadie ha hablado ni puede hablar en su nombre”.

Con esas declaraciones, los obispos cortaron de raíz la especulación. Lo hicieron tras una seguidilla de publicaciones de prensa que apuntaron, en tiro por elevación, contra Jorge Mario Bergoglio.

¿El motivo? Algunas declaraciones de Juan Grabois, hombre cercano a él, referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y consultor del extinto Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano.

Entre otras cosas, él advirtió que “el vicio” del presidente Mauricio Macri “es la violencia y el resentimiento”, que “parece tener una necesidad constante de reafirmarse degradando a otros” y aunque lo considera “un camino peligroso” los sigue “porque está obsesionado con mostrar autoridad”(Página/12, 02.01.2018).

No es la primera vez que Grabois dice eso. En otras ocasiones ha sostenido públicamente lo mismo, opinando en todo momento como líder social. Él siempre ha aclarado que no habla por el Papa y no es su vocero. Un detalle que reconoció incluso la misma conferencia episcopal en su comunicado, aunque sin nombrarlo.

ero los periodistas insisten en presentar sus comentarios como una voz que llega subrepticiamente desde Santa Marta, la residencia papal en el Vaticano. “En nuestro país, gran parte de los medios de comunicación han puesto más la atención en hechos menores e incluso han identificado al Papa con determinadas figuras políticas o sociales. Algunos de ellos han sido claros afirmando que no representan ni pretenden representar al Papa ni a la Iglesia. Sin embargo, esta constante asociación ha generado muchas confusiones y justificado lamentables tergiversaciones de su figura y sus palabras que llegan incluso a la injuria y la difamación”, escribió la Comisión Ejecutiva en su nota, fechada el 10 de enero.

Tres días antes, una nota del diario Clarín se preguntaba: - ¿Es Grabois el que habla o es el Papa?”.

Un programa del canal de televisión Todo Noticias presentaba al líder social como “Soldado del Papa y de CFK”, refiriéndose a la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner.

Un artículo del diario La Nación lo acusaba a él y a los curas villeros de usar a los pobres para consolidar “su poder”. Otro más, en la misma publicación, hablaba de un intelectual que “puso en jaque al Papa”.

Una elevada tasa de ataques contra Bergoglio, más o menos velados, concentrados en pocos días. Justo cuando el pontífice se alista a volar a Chile y Perú, sin detenerse en Argentina. Un inflamado debate mediático sobre un asunto añejo y ya explicado.

De hecho, en esos mismos medios de comunicación se interpretó la nota de los obispos como una “toma de distancia” de Grabois. Sin reparar en las sugestivas entrelíneas.

“La inmensa mayoría del pueblo argentino ama al Papa, no se deja confundir por quienes pretenden utilizarlo, sea pretendiendo representarlo, sea atribuyéndole posiciones imaginarias en función de sus propios intereses sectoriales. El pueblo sencillo quiere escuchar las enseñanzas del santo padre, y lo reconoce por su lenguaje claro y llano”, precisaron los clérigos.

Por ello, invitaron a encontrar el verdadero pensamiento del Papa en su “abundante magisterio” y sus“ actitudes como pastor”, deseando ardientemente que él “sea valorado y escuchado como se merece”.

El comunicado episcopal tuvo amplia difusión. Incluso repercutió en Roma, donde fue publicado en el flamante portal único de noticias de la Santa Sede, Vatican News. Si se lo lee completo, es claro que tiene múltiples destinatarios. Los más evidentes los “voceros”, reales o presuntos, de Francisco.

Que existen es innegable. Con excepción de aquellos que, abiertamente, han explicado no serlo en lo absoluto. Algunos personajes son amigos del obispo de Roma y, como tales, cuentan lo que ven y lo que saben. Para ello no necesitan un certificado de autenticidad, ni una venia del Vaticano. Hablan por sí mismos y nada más, incluso cuando relatan intimidades de Santa Marta.

Ningún periodista serio podría darse el lujo de prescindir de su testimonio, pero el oficio obliga a la prudencia. Los otros destinatarios son aquellos que se empeñan a poner en boca del Papa palabras que surgen de otros labios.

Lecturas que, como precisó el texto de los obispos, alimentan “interpretaciones tendenciosas y parciales” sobre la figura del líder católico, que “sólo agrandan la división entre los argentinos”. Ellos recordaron que la Iglesia acompaña a los movimientos populares, incluso que Francisco los promueve abiertamente, pero eso “no implica, de ninguna manera, que se le atribuyan a él sus posiciones o acciones, sean estas correctas o erróneas”.

Una advertencia válida no sólo para los líderes de esos movimientos sino, también, para quienes analizan sus reivindicaciones desde la prensa. En otro frente, quienes también respondieron a las críticas fueron los curas villeros, sacerdotes y obispos que prestan servicio en los barrios más pobres de Buenos Aires y alrededores.

Ellos expresaron su perplejidad ante la acusación de que la Iglesia y el Papa, “no quieren que los pobres dejen de ser pobres, porque de esta manera se perdería lugar de influencia”. Sostuvieron que, en el mundo de hoy, la palabra de Francisco es “para algunos molesta”.

Y añadieron, citando el documento papal Evangelii Gaudium: “¡Cuántas palabras se han vuelto molestas para este sistema! Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia. Para nosotros, su ejemplo y su palabra son una invitación renovada a estar al servicio de los más pobres y no de nosotros mismos”.

Considerando todos estos antecedentes, no es descabellado pensar que la novela “los voceros de Francisco” tendrá secuela. Tuvo un pasado y tendrá un futuro. Aparecerán nuevos capítulos.

Incluso después de esta inobjetable declaración del episcopado. No resulta descabellado advertir como demasiado atractiva, para comentaristas y observadores de ocasión, la fórmula de invalidar al mensajero. Pero con otro objetivo: invalidar el mensaje.

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