domingo, 14 de enero de 2018

LA ARGENTINA EN SU LABERINTO

OPINIÓN / UN DEBATE SOBRE "EL VULGO" 



Por LUIS ALEJANDRO RIZZI - Abogado especializado en Derecho Comercio, con experiencia en la gestión del aerocomercio. 

(U24) - El encanallamiento no es otra cosa que la aceptación como estado habitual y constituido de una irregularidad, de algo que mientras se acepta sigue pareciendo indebido", José Ortega y Gasset (La rebelión de las masas). 


 Volviendo a la conferencia de prensa del pasado 28 de diciembre, cuando se anunció que se corrían las metas de inflación a un nivel más laxo y a la vez ilusorio, el gobierno dejó en claro que carece de capacidad y vocación de mando, de proponer e imponer imperativos a la sociedad o si se prefiere metas imprescindibles o programas de vida para lograr objetivos nobles.

En verdad el gobierno no hizo más que darle un mimo a la inflación, que significa tolerarla y que no está demasiado obligado a bajar el gasto. El gobierno y la sociedad parecería que han apostado a su egoísmo, él gobierno, continuar en el poder sin saber para qué y la sociedad sentirse como en una suerte de disponibilidad providencial.

Este es, según mi modo de ver, el laberinto Argentino. En nuestro país todo parece ir acomodándose hacia la nada, nos conformamos con no tener destino. La misión de cualquier gobierno es la de mandar, de ejercer la autoridad y en su caso tener el monopolio exclusivo de la fuerza, pero se debe tener en cuenta que esto es legítimo cuando quien manda tiene ideas, convicciones que la sociedad necesita como guías dado que la mayoría de la gente, de las personas no tienen o no tenemos opinión y, como dice Ortega, es necesario que ésta le venga de afuera como propuesta cautivante, agregaría.

La función de la política como ciencia y como actividad o hacer, es la de convocar "en torno a... para lograr fines u objetivos"; en definitiva algo tan vago como concreto como es la de pro mover el bien común.

Pienso que esto lo entendió la "Maru" Vidal, a pesar del señor Jaime Duran Barba.

Otra excepción puede ser el ingeniero Hernán Lombardi, hombre culto que sabe de qué habla y que está acertando en el manejo y administración de los medios y que tuvo el coraje político de anunciar una política salarial restrictiva en el buen criterio, para la TV pública, algo que no hicieron quienes gestionan a Aerolíneas Argentinas, que paga aún mejores salarios.

Por ello el ejercicio de la función pública está reservada a los idóneos como lo condiciona nuestra constitución y la idoneidad no sólo se refiere a la calidad del oficio, a los llamados especialistas, sino al nivel cultural dado por saber estar a la altura de los tiempos. Esta es la diferencia entre ser "gestor" y "gobernar".

Podría ser que el gobierno de Mauricio Macri gestione un poco mejor, pero lo hace sobre esquemas obsoletos, por lo tanto los resultados siempre serán mediocres; pero lo que no tengo duda es que no sabe gobernar.

Nuestros políticos, nuestras dirigencias no han sabido aprovechar el saber que enseña la historia, saber negativo, por ello una y otra vez cometemos los mismos errores. Paradójicamente nos hemos habituado a ello y así, en cierto modo, nos hemos convencido que la inflación no es un mal grave, que indexación mediante por lo menos calmamos la efectos durante un tiempo, que hasta un poco de inflación aceita el funcionamiento de la economía, que el exceso de gasto es virtuoso y así podríamos continuar con esta saga de disparates. Nos satisface ser una sociedad adicta a nuestros propios vicios.

Cabe una pregunta y a todo esto la llamada "opinión pública", ¿existe?

Las encuestas nos muestran que en general somos "anti" o bien oportunistas y sus resultados varían según hechos puntuales, lo que muestra que nuestras opiniones se anulan entre sí y que la sociedad está muy dividida.

No sé si esa división pasa por la llamada "grieta" expresión tentadora y marquetinera, sino más bien por un fenómeno más profundo que es nuestro modo de ser, somos una sociedad vulgar, hacemos virtud del vulgo y creemos que el vulgo es un repertorio válido y legítimo de ideas.

Precisamente el vulgo es ausencia de ideas y predominio de apetitos disfrazados de derechos. Cambiemos como lo fue, y lo es el peronismo en sus diferentes expresiones, son nuestras expresiones vulgares como sociedad.

Tal como dice José Luis Espert, la diferencia está en el perfume, en la marca de agua mineral, o en las formas que se copian de una inexistente nobleza. Las diferencias las establecemos en lo nimio, Dietrich anda en bicicleta con la custodia atrás, pérdida de tiempo y dinero, una soberana estupidez; Kristina creía que el maquillaje y las marcas le daban prestigio; los millenials de cambiemos, creen que no usar corbata expresa nivel cultural y técnico y lo peor joven y con ello disfrazan su senilidad cultural, pero lo cierto es que todos carecen de estilo que como explicaba Manuel García Morente , en su libro "Idea de la Hispanidad", es esa cualidad que demuestra auténtica personalidad que nos diferencia para bien.

Nosotros los argentinos, somos "masa" no en el sentido que le dan a la palabra alguna jóvenes, sino en el sentido Orteguiano, nos hemos acomodado a nuestro propio fraude.

Por cierto la culpa está en nosotros, no en los gobiernos.

Ese es nuestro laberinto, cada vez más intrincado, pero como todo laberinto tiene una salida y es saber que la vida creadora exige restablecer la relación mando-obediencia, mientras vivamos "aguantando y tolerando" nosotros mismos estaremos bloqueando la única salida que tiene nuestro laberinto.

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