AGENCIA / ECONOMÍA
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía & Regiones). Venimos mencionando que el principal objetivo del gobierno es sostener la actual estabilidad financiera para llegar con el mayor grado de gobernabilidad posible a las elecciones presidenciales de fin de año.
El costo implícito de esta estrategia es descuidar el nivel de actividad en general y la creación de empleo en particular.
En la actualidad, la oferta agregada se contrae porque los niveles de inversión son insuficientes, lo que afecta negativamente al stock de capital, contrae la frontera de posibilidades de producción y termina afectando negativamente al consumo y la demanda agregada.
El mercado de trabajo no escapa a esta problemática y a medida que el sistema económico va perdiendo la capacidad de generar puestos de trabajo, el desempleo se incrementa y la gente se retira del mercado.
En este contexto, la semana pasada el INdEC dio a conocer los datos del mercado de trabajo del último 4to. y de cierre de 2014; que pusieron de manifiesto un aumento del desempleo que ascendió a 6.9% (4to. Trimestres 2014) y 7.4% (promedios 2014) de la población económicamente activa (PEA).
El registro de la última parte del año pasado representa un aumento de 0.5 punto porcentual (p.p.) con relación al mismo período del año anterior, cuando se ubicaba en un 6,4% de la PEA.
El razonamiento anterior se pone de manifiesto al observar la merma de la demanda de trabajo que cae en términos interanuales por 4to. trimestre consecutivo.
En concreto la tasa de empleo alcanzó un 42.1%, es decir 0.6 pp menos que durante el mismo trimestre de 2013.
Se destaca que la tasa de empleo del 4to. trimestre fue la más baja desde el 2005 (41.8%), año en que según los relevamientos privados, la economía se encontraba lejos de su frontera de posibilidades de producción.
De modo que la caída en la demanda de trabajo está reflejando la contracción del stock de capital y la incapacidad de generar empleo capaz de absorber a la población que sale a ofrecer su mano de obra.
Paralelamente, a pesar de que la tasa de empleo se contrae, la tasa de desempleo no sube significativamente por la fuerte caída de la tasa de actividad (PEA / población), cuya caída alcanza 0.4 pp; desde 45.6% en 4to. Trimestre 2013 a 45.2% en 4to. Trimestre 2014.
En otras palabras, la oferta de trabajo también se contrae probablemente a partir de que los desocupados “desalentados” dejan de buscar empleo. De modo que se entiende que la tasa de desempleo informada por el INdEC se encuentra minimizada por el hecho que la gente deja de buscar trabajo cuando ve que no lo encuentra.
Sin embargo, hay que mencionar que es llamativa la correlación existente entre las tasas de actividad y empleo durante los últimos años; sobre todo desde que comenzaron a vislumbrarse problemas de actividad económica.
Esta correlación pasó de representar un 22% en 2003-2010 a más del 95% a partir del 2011. Es decir, según los datos de INdEC, la tasa de empleo y de actividad (oferta y demanda de trabajo) se mueven en paralelo, lo cual sería algo totalmente novedoso y que pasa recién a partir de 2011.
En otras palabras, antes de 2011 la gente no dejaba de buscar trabajo en forma tan marcada cuando el empleo empezaba a menguar; y en consecuencia la tasa de desempleo aumentaba.
Sin embargo, a partir de 2011, los datos del INdEC muestran que los desocupados se desaniman rápidamente cuando la economía empieza a destruir empleo (cae la tasa de empleo) y viceversa.
Corrigiendo este fenómeno, si se computa una tasa de actividad similar a la del año 2010 (46% de la PEA), antes que comenzaran a distinguirse estas irregularidades, la tasa de desempleo hubiera alcanzado un 8.4% y 9.3% de la PEA a fines de 2014 y para el promedio
del año respectivamente, ubicándose un punto y medio por encima de lo informado oficialmente.
Más allá de la veracidad de las estadísticas del INdEC y sus números publicados, lo que ocurre es que el mercado laboral se achica, tanto por el lado de la oferta como de la demanda. Desde la oferta, hay un “efecto desánimo” que hace que los trabajadores dejen de buscar (ofrecer) trabajo; mientras que desde el lado de la demanda, las empresas primero acortan las horas trabajadas, luego suspenden personal y finalmente comienzan a despedir trabajadores.
Por otro lado, el avance de la tasa de subocupación, que asciende a 9.1% de la PEA (1.096 mil trabajadores) y aproximadamente al 10% de los ocupados, también muestra la debilidad actual del mercado laboral. Este concepto de subocupación es relevante para definir la calidad de los
puestos de trabajo, ya que en general los empleados “sub-ocupados” cuentan con empleos de baja productividad y remuneración.
De modo que si se recalcula la tasa de desempleo incluyendo a los sub-ocupados, la tasa de desempleo ascendería a 16% de la PEA.
En síntesis, la caída del nivel de actividad hace que las firmas no demanden trabajo, lo que contrae la tasa de empleo. Paralelamente, el desempleo no aumenta porque el público desalentado deja de buscar de trabajo retrayendo la tasa de actividad.
Además, cabe resaltar que las dificultades que atraviesa nuestro mercado laboral responden a las malas políticas aplicadas internamente.
En contraste con las estadísticas de los países latinoamericanos, Argentina sigue superando el promedio de desempleo de la región.
Según datos recopilados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el promedio de desempleo de las principales economías de la región alcanzó el año pasado al 6.5%, destacándose Colombia, Venezuela y Argentina como los países con mayores tasas de desocupación (las más bajas corresponden a México, Ecuador y Paraguay).
Peor aún, si se considera el período comprendido entre 2009 y la actualidad, se observa que Argentina fue el país que más aumentó el desempleo, incluso más que Venezuela; mientras que el resto pudo reducir la tasa de desocupación.
Además, si en lugar de utilizar los datos de INDEC, se usa el desempleo recalculado anteriormente (que considera la tasa de actividad de 2010), el desempleo argentino se presentaría como el mayor de la región, dejando entrever que la actual administración no ha podido igualar el desempeño del resto de los países de la región en materia de generación de puestos de trabajo, tras una década de bonanza externa, con términos de intercambio favorables para nuestras exportaciones.
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