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-por ANALÍA PÁEZ-
"Esta novela es una pincelada gótica atravesada por el pensamiento de fines del siglo XIX, una época que a mí me interesa mucho abordar", comenta Casañas en una entrevista con Télam.
La historia de este trabajo, editado por Plaza & Janes, se remonta a 2014 cuando la escritora, abogada y docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, brindó clases durante un semestre como invitada en la Universidad de Framingham, cerca de Boston (Estados Unidos).
"Durante mi estadía visité muchos lugares históricos como las casa-museos de los escritores Mark Twain y Louisa May Alcott, entre otros. Tenía en la memoria sus libros pero al recorrer esas casas y recrear lo que ellos vivieron me sumergí también, de alguna manera, el pensamiento de esa época. Así nació la idea de hacer este libro", sostiene la autora de "Y Porá".
Casañas impartió en esa casa de estudios dos cursos en el Departamento de Lenguas Modernas. Durante ese semestre conoció no sólo a sus alumnos, sino la idiosincrasia y costumbres del lugar: "fue un aprendizaje mutuo", recuerda.
"En un libro anterior mío, 'La maestra de la laguna', ya había contado parte de esa experiencia, centrada en la historia de las maestras que Sarmiento trajo desde Europa a Argentina para ejercer su profesión. Ahora se me ocurrió retomar uno de los personajes de aquella novela, el de una de las alumna", dice Casañas.
"Ese libro lo escribí porque cuando Framingham cumplía un aniversario desempolvaron viejos archivos para exhibir en los festejos y descubrieron que por lo menos cuatro docentes habían viajado a la Argentina de la mano de Sarmiento...eso me pareció muy mágico", rememora.
"De esa experiencia también surgió esta novela con la que estoy muy feliz y porque es el final de un ciclo de la novela histórica, y al mismo tiempo me deja la puerta abierta a las cosas nuevas que vendrán", asegura.
Casañas en su libro relata la historia de Livia Cañumil, cuya abuela -de origen araucano- escapó de una gran matanza de su pueblo cuando la niña era muy pequeña y ambas sobrevivieron a duras penas hasta la llegada de Miss Eli, la docente que tiempo después la llevó a vivir con ella a Europa y la hizo parte de su familia.
"Livia fue creciendo a través de los libros, es un personaje que yo quería que tenga su propia historia porque los lectores le tomaron especial cariño; como a estas alturas ya es una maestra normal, se me ocurrió que viaje a Estados Unidos a vivir nuevas experiencias".
La protagonista de Casañas descubre en esas tierras una corriente de pensamiento distinta a las vividas en el Río de la Plata pero afín a sus creencias: el feminismo y los ideales eran estilos de vida muy de avanzados para la Buenos Aires de 1890.
"Esas mismas ideas fueron las que deslumbraron a Sarmiento. Las mujeres tenían un protagonismo que las criollas locales no tenían, más que nada por la herencia española, y él quería promover un poco ese ambiente, que la mujer pudiera estudiar, independizarse con un trabajo y tener vida social", reflexiona Casañas.
"Como Livia tiene un carácter un tanto guerrero -por su estirpe nativa- me pareció ideal que viviera allá y, una vez instalada, le construí su circunstancia personal: docente comprometida con su trabajo y sus alumnos, que al poco tiempo se convierte en la institutriz de una niña y termina enamorada del padre de la pequeña, un viudo con un carácter difícil", describe la escritora.
"Como toda buena historia de amor algún tormento tiene que haber en esa relación amorosa", asegura la creadora de "Por el sendero de las lágrimas" a la vez que agrega: "me gustó porque la personalidad fuerte de Jeremías Robinson -su nuevo jefe-, sirve para que se mida con su carácter porque ella también es brava. Son como dos contendientes", agrega la escritora.
A pocas semanas de lanzar su nuevo libro, que se ubica por segunda semana consecutiva en el primer puesto de ventas, Casañas sostiene a propósito del éxito del género romántico: "lo que vivimos ahora es una variación de la romántica por excelencia, que generalmente es más trágica".
La autora explica que "el hecho de que el romance no se concrete también es la esencia del movimiento romántico: es como un ideal, donde se sufre pero nunca se completa la felicidad. Esa no es la idea de lo que hoy llamamos novela romántica, sino que es una variación en la que pasan muchas cosas sólo que ahora tiene que tener un final feliz".
"Yo no sé si podría hacer una historia con un final trunco porque mis lectoras me cuentan que ellas leen mis libros para olvidar todo lo que las rodea”, finaliza Casañas. (Télam)
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