miércoles, 12 de diciembre de 2018

LA COSA SERÁ ENTRE “NOSOTROS” Y “ELLOS”: ¿Y EL RESTO…?

OPINIÓN / "ELLOS" Y "NOSOTROS" 



Por LUIS ALEJANDRO RIZZI - Abogado especializado en Derecho Comercio, con experiencia en la gestión del aerocomercio. 

(U24) - Decía Eduardo Fidanza al diario Clarín en un reciente reportaje que “El Estado democrático argentino está capturado por intereses particulares, pueden ser sindicales, empresarios, religiosos. Lo que significa es que el Estado pierde autonomía y cuando nos preguntamos por qué tenemos dificultades para construir políticas de Estado, eso tiene que ver con que la democracia no ha servido para diferenciar las cuestiones de partidos de las cuestiones de gobierno y de las cuestiones de Estado, que deben funcionar de manera neutral."


Pienso que esa observación es errónea y acertada a la vez. Es acertada en cuanto nuestra democracia no ha servido para diferenciar las cuestiones de Estado de los intereses particulares. No cabe duda estos últimos predominan y el Estado no atina, no encuentra el modo, o no quiere subordinarlos a la tarea de promover el bien común. Más, los deja hacer.

A lo sumo se conformaría con limitar algunos de sus derechos o beneficios que lucen abusivos, todas las reformas que propone no son tales, son más bien retoques cosméticos. Lo que no se advierte por parte de nuestros políticos, tanto de un lado como del otro es que lo que necesita la Argentina, no es tanto “reformas” o “refundaciones” o lisa y llanamente una etapa fundadora, sino más bien un lento, difícil, artesanal y paciente proceso de adaptación institucional a la época que nos toca vivir.

Sería algo así como comenzar a armar un nuevo sistema institucional sin que el viejo deje de funcionar y tener la paciencia y prudencia necesaria para ir haciendo los empalmes lo más suavemente posible.

A su vez considero errada la reflexión de Fidanza porque no es que el “Estado” esté capturado, sino todo lo contrario, diría que los llamados “factores de Poder” que serían los “intereses particulares” logran imponer sus condiciones, debido a que el Estado argentino no pasa de ser un ente “virtual”.

Afirmarían “no tenemos estado” tenemos funcionarios en exceso de mínima o nula idoneidad. En verdad vivimos sumergidos en el populismo más rancio que no es otra cosa que la división entre “ellos” y “nosotros”, donde los primeros serían los “malos” y los segundos “los buenos”.

A su vez ser “ellos” o “nosotros” es una cuestión alternativa, es un fenómeno dialéctico, somos los malos y en otro momento, los buenos para luego volver a ser los malos y así sucesivamente.

Otra cosa, “para ser “ellos” o “nosotros” no hay patrones objetivos, son categorías absolutas, creadas desde la necesidad de adueñarse de un discurso descalificador para “Ellos” y calificador para los “nosotros”. “Hay que entender que el populismo es un momento destituyente, contra lo viejo, que ha roto el pacto social por privilegiar los beneficios de las minorías”, dice Juan Carlos Monedero, el ideólogo de “Podemos”.

Ese discurso descalificador, unánimemente aceptado es lo que nos convierte en “populistas” porque en el fondo somos los mismo, hacemos culto de lo “Absoluto”. El populista niega al otro. Esta realidad es demostrativa de una decadencia cultural que nos lleva a perder lo que llamaría el “valor de las creencias”. Hoy se identifica la “modernidad” o “postmodernidad”, con el relativismo más absoluto o la plena liquidez, de donde con otra forma recreamos el famosos “prohibido prohibir” de 1968; hoy decimos “prohibido creer”, que es un paso más avanzado.

El primer eslogan, por lo menos reconocía que, en la vida existe “lo prohibido”. Para el segundo al prohibir las “creencias”, no existe lo “prohibido” ya que no se puede prohibir la nada o lo inexistente. Lo cierto es que “el populismo” no es ni de derecha, izquierda o centro, es una expresión cultural decadente, de naturaleza anárquica alimentada en el culto a las frustraciones personales y sociales cuya creencia es el “anti” y sus métodos, el obstruccionismo y el poder de veto.

Debemos reconocer que parecería que varias sociedades van en ese camino y quizás la expresión sean paradójicamente los “chalecos amarillos” de Francia, el color del PRO. La Argentina “de color amarillo” de Macri sigue siendo una típica expresión del populismo.

La diferencia es que los “ellos” pasaron a ser los “nosotros”, los eternos creyentes en el “2do. semestre” y ahora en los “brotes verdes”, del 3er. trimestre de 2019.

La campaña electoral tendrá su eje en la necesidad de superar a "ellos" como expresión de un pasado imponderable (sic) como si el presente fuera ejemplar. En todo caso una parte de la sociedad pasó a ser “el resto” que no quiere ser ni “ellos” ni “nosotros”.

Ese 40% / 60% que sigue esperando una dirigencia idónea. Nuestra democracia sigue siendo insuficiente o "¿excluyente?”. Monedero, en www.lapolitica.com lo dice con estas palabras: “La democracia en el siglo XXI o cabalga contradicciones o gobierna autoritariamente.”

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