INTERNACIONAL / NADIA MURAD
(U24) - Este año, el premio Nobel de la Paz fue para dos activistas contra las violaciones de mujeres en contextos de guerra: Nadia Murad, ex esclava del grupo yihadista Estado Islámico (ISIS), y Denis Mukwege, ginecólogo congoleño.
El comité Nobel noruego sostiene que la primera tiene "un coraje fuera de lo común" y merece el premio por haber "levantando la voz en nombre de otras supervivientes".
"Nadia Murad es víctima de crímenes de guerra. Rechazó aceptar los códigos sociales que obligan a las mujeres a permanecer mudas y avergonzadas por los abusos que padecieron", dijeron también desde el comité Nobel.
En agosto del año 2014, Nadia Murad fue secuestrada en la frontera de Irak con Siria, junto a otras miles de mujeres y niñas. Vivía en una pequeña aldea llamada Kocho, donde también se asesinaron a 300 hombres.
En ese lugar se practica la religión yazidi, que es rechazada por el ISIS y la población estaba conformada por campesinos y pastores. Nadia Murad nunca había salido de allí.
"A los forasteros Kocho les debía parecer demasiado pobre para ser un pueblo feliz, demasiado aislado y yermo. Los soldados americanos debieron llevarse esa impresión cuando los niños les daban la bienvenida suplicando bolígrafos y caramelos. Yo fui una de esas niñas", recordó Nadia.
Los hombres fueron asesinados, acusados por los miembros del ISIS de "adorar al diablo". Las mujeres se convirtieron esclavas sexuales del grupo terrorista ISIS: "No vinieron a matarnos sino a usarnos como botín de guerra, como objetos que se venden por poco o se regalan", narró la víctima en 2015 ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
"Nos compraban y vendían. Nos trataban de una manera salvaje. Yo fui propiedad de un iraquí, un sirio, un tunecino y un saudí. Todos sin excepción me violaron", recuerda su hermana, que tuvo la misma suerte y escapó en 2015. Nadia era la menor de 11 y estaba a un año de terminar el colegio secundario cuando fue secuestrada.
Sorprendentemente, uno de sus hermanos varones sobrevivió: "Sobreviví a la matanza. Recibí dos balas pero me hice el muerto y, al caer la noche, con otros tres hermanos huimos hacia la cima de la montaña", recuerda Jalid Murad.
Hajji Salman, un militante de la organización, fue uno de los que compró a Nadia: "Cada día, en cada rato libre que tenía, me violaba. Cada mañana se marchaba tras darme las instrucciones: 'Limpia la casa. Haz la comida. Ponte este vestido'", contó la víctima. "Ya no eres virgen. Eres musulmana. Tu familia te matará. Ya no tienes nada", la amenazaban.
Entonces decidió escapar, pero no tuvo éxito: "Los guardas me capturaron y aquella noche, el hombre que me había tomado me dio una paliza, me obligó a desvestirme y me confinó en una habitación con seis militantes que continuaron cometiendo crímenes contra mi cuerpo hasta que caí inconsciente", contó.
Nadia volvió a ser vendida. Fue entonces que decidió escapar, vagó durante horas por Mosul hasta que llamó por azar a la puerta de una familia musulmana que la ayudó a escapar con un documento de identidad falsificado. Así cruzó los puestos de control hasta alcanzar Kirkuk.
Finalmente, fue libre. Sin embargo, había perdido su casa y su familia. Supo que su madre había sido asesinada: "La mataron porque era una mujer mayor y no podían casarla", cuenta su hermana Khiria, que reside desde que escapó de Siria en un campo de refugiados yazidíes en Zajo, en el norte del Kurdistán iraquí cerca de la frontera con Turquía.
Está esperando el pasaje de avión para recibir tratamiento psicológico en Australia.
Seis de los hermanos de Nadia aún están desaparecidos y los sobrevivientes ya perdieron las esperanzas.Además de ellos, miles de yazidíes secuestradas tampoco aparecen.
Mientras tanto, las sobrevivientes afrontan una incierta recuperación. Aún las que llegan a Alemania no tienen respiro: Hubo varios casos de "falsos refugiados", verdugos de estas mujeres, que aparecen en los centros de rehabilitación. Hay cientos sino miles de miembros del ISIS que han regresado a Europa después de haber cometido crímenes y que tratan de pasar por refugiados cuando son, en realidad, terroristas.
En 2017, tres años después de abandonar la aldea, la mujer visitó las ruinas del que fue su pueblo. El dolor fue inmenso e incontenible y sus gritos y llantos fueron captados por cámaras de todo el mundo. A pesar del dolor, aprovechó el momento para visualizar su historia.
Actualmente, Nadia vive en Alemania, donde fueron recibidas muchas mujeres sobrevivientes de ISIS. En 2016, gracias a su activismo, ganó el premio Sajarov de derechos humanos. Su testimonio ante la ONU ayudó para que el Consejo de Seguridad de la organización abra una investigación internacional contra los crímenes perpetrados por el ISIS en Irak.
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