martes, 3 de enero de 2012

INTERNACIONALES


PROTESTAS A LA CHINA

Protestas locales y el significado de Wukan

Las protestas en China no son vistas como una amenaza existencial para sus líderes, sino más simplemente una cuestión política. Sin embargo, los ciudadanos se muestran cada vez más propensos a continuarlas como la mejor manera de asegurarse lo que se les viene. 

 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). China parece haberse sumado a la corriente de protestas iniciadas en el 2011. Los medios internacionales hablan de un efecto contagio de la Primavera Árabe o de una versión local del movimiento Occupy.

El último episodio de violencia social da cuenta de al menos 5 personas muertas como consecuencia de un enfrentamiento entre la Policía y cientos de musulmanes que intentaban impedir la demolición de una mezquita en una localidad del noroeste de China, según informaron este martes fuentes mediáticas de Hong Kong y vecinos locales.

Los enfrentamientos entre los agentes y los miembros de la etnia Hui, mayoritariamente musulmana, estallaron el pasado viernes (30/12) en la región de Ningxia, adyacente a la provincia de Mongolia Interior,
después de que las autoridades declarasen ilegal una mezquita recién construida. 

Cientos de habitantes de la localidad de Taoshan se enfrentaron a la Policía, que iba armada con gases lacrimógenos, porras y cuchillos.

Según
Jin Haitao, un local, entre los muertos podría haber 2 ancianas, un hombre joven y otras 2 personas de los alrededores. Los vecinos de la zona han precisado que las comunicaciones telefónicas con Taoshan han sido cortadas, por lo que resulta imposible verificar las informaciones. "Intentaban únicamente celebrar un acto religioso, pero las autoridades no lo permitieron .Demolerieron la mezquita y ahora han echado tierra encima porque había demasiada sangre en el suelo", denunció Jin.

Por su parte, un pequeño comerciante de Tongxin, a unos 3 kilómetros del lugar de los hechos, ha asegurado a Reuters que las autoridades han acordonado la localidad. "Es ridículo, yo soy musulmán y los musulmanes necesitan mezquitas. Son personas normales que se reunieron únicamente por motivos religiosos, no para derribar al Partido Comunista", declaró.

Las autoridades de China han experimentado numerosos conflictos con las minorías musulmanas, en especial con los uighures, una comunidad turcófona procedente de la región de Xinjiang, en el oeste. La comunidad Hui está formada por 10 millones de personas, lo que la convierte en el colectivo musulmán más numeroso de China. En numerosas partes del país, los Hui han aceptado la cultura dominante Han, pero se niegan a renunciar al Islam, salvo en algunas costumbres, como la circuncisión de niños varones o el consumo de carne de cerdo.

Este episodio, marcado en la religiosidad, encuentra su espejo en otros laicos, donde la economía es el caballo de batalla. Todo lo cual lleva a una pregunta:
¿Hay suficiente descontento social en China como para ilusionarse con una revolución? No lo parece.  El levantamiento de Wukan tenía los componentes para ser la piedra angular desde donde comenzar el proceso. 

Sin embargo, el “Occupy Wukan” no duró mucho. De hecho, bastante poco. Y parece haberse agotado en si mismo y
no alcanza para hablar de una Revolución Árabe o Jazmín. 

Finalizó cuando el gobernador provincial
Wang Yang se desplazó a la aldea de pescadores rebeldes y llegó a un acuerdo que logró el reemplazó de las autoridades locales corruptas, poniéndole un fin a los negociados con las tierras, que fue lo que provocó el conflicto en primer lugar.

Sin duda,
las causas que dieron lugar al levantamiento no desaparecerán. Tampoco lo hará el gobierno autoritario de la nación. Las comparaciones con la primavera árabe y las protestas rusas no terminan de dar en el clavo. De hecho, Wukan no hace sino evidenciar los puntos fuertes del Partido Comunista Chino, así como los desafíos que enfrenta al tratar de aferrarse a la estabilidad y la legitimidad.

Las protestas en Wukan comenzaron hace 2 meses tras un intento del gobierno local de apoderarse de tierras rurales para el desarrollo comercial, un problema generalizado que es una causa frecuente de malestar social. El descontento se transformó en revuelta a principios de diciembre, cuando un aldeano enviado para negociar con el gobierno local fue golpeado hasta la muerte por los agentes policiales,
enfureciendo a la turba ya harta de la corrupción de sus líderes locales.

El conflicto se elevó a nivel provincial antes de ser resuelto, pero parece que ha hecho poca mella en
los líderes chinos que, al parecer, presentaron el episodio como un ejemplo más -particularmente grave eso sí- de los 80.000 a 100.000 "incidentes de masas" que China experimenta cada año, por lo menos de acuerdo con cifras oficiales. La respuesta de Beijing probablemente haya sido más notable por lo que no hizo que por lo que hizo. Sólo cabe recordar que las revoluciones de la Primavera Árabe claramente pusieron muy nerviosos a los líderes chinos quienes respondieron con una ola de arrestos y una cobertura mediática afín al régimen. En este caso, parecían felices de dejarle Wukan a las autoridades locales.

Las apropiaciones de tierras y la corrupción local son desafíos serios para los líderes de China, pero
Wukan demuestra muy bien por qué es poco probable que reproduzca una revolución: más a menudo que no, el gobierno se muestra propenso a darle a los manifestantes lo que quieren. Los villanos de las historias suelen ser las autoridades locales -funcionarios de bajo nivel que hace tiempo perdieron su oportunidad de ser promovidos y aprendieron a pasar su tiempo proveyéndose por izquierda de favores pagos para garantizar sus jubilaciones.

Cuando funcionarios de bajo nivel se llenan los bolsillos obligando a la gente a abandonar sus tierras en beneficio de desarrolladores de bienes raíces, violan la ley china que impone una indemnización relativamente generosa para casos de ventas forzadas de tierras. Y, mucho más importante, están haciendo caso omiso de las directrices de los dirigentes del Partido que le dan un alto valor a la estabilidad y ven en los decomisos de tierras elementos potencialmente incendiarios que van contra la misión del Partido Comunista de servir a su pueblo.

Sin embargo, a pesar de lo varias veces mencionado en los altos niveles gubernamentales, poco se ha hecho por resolver el problema de los funcionarios locales enfrentando demandas contradictorias.
Los gobiernos locales dependen de la tierra para financiar sus presupuestos -de acuerdo con algunas estimaciones, tanto como un tercio de sus ingresos proviene de la venta de tierras-. Bajo presión para evitar conflictos locales pero con la necesidad de exhibir crecimiento y desarrollo y suministrar servicios gubernamentales, muchos funcionarios locales han llegado a prácticamente depender de la intimidación violenta de sus ciudadanos para ponerle fin a las protestas antes de que puedan atraer la atención de sus superiores, extremo que les costaría sus carreras.

Sin embargo, parece que los manifestantes como
los rebeldes de Wukan están dispuestos a echarle la culpa a los funcionarios locales, apelando a Beijing para proteger sus derechos. En un centro de prensa extranjera improvisado, los aldeanos de Wukan habían colgado un cartel diciéndole a los periodistas: "No es esta una revuelta. Apoyamos el Partido Comunista. Amamos a nuestro país". Caso omiso hicieron los medios extranjeros que prosiguieron llamando a la protesta “una revolución”.

Los aldeanos de Wukan también tuvieron buen timming. El líder provincial Wang Yang estaría candidateándose para un puesto en el Comité Permanente del Buró Político para la transición política de octubre, lo que les permitió ejercer cierta presión adicional sobre él para que resuelva el conflicto. Una masacre hubiese planteado dudas sobre su capacidad para manejar el conflicto, dándole munición a sus enemigos políticos para que bloqueen su ascenso.

Lejos de ser "una rara concesión de Beijing" el acuerdo logrado por Wang Yang fue elogiado de inmediato en el semi-oficial Diario del Pueblo, criticando a los funcionarios de Guangdong por su lentitud para reconocer las quejas de los pobladores, al escribir: "El incidente Wukan podría haber tomado otra dirección completamente diferente -en lugar de empeorar y convertirse en un conflicto más grave- si los intereses y las demandas hubieran sido tomadas en serio". Si bien el Diario del Pueblo no es la voz oficial de los dirigentes del partido, suena en demasía a la respuesta plausible de la alta dirigencia.

Para los líderes chinos, los problemas locales son un reto político, no una amenaza existencial. En el futuro, habrá que estar atento si los conflictos locales se resuelven con cierta regularidad a favor de los manifestantes. Pero también habrá que esperar a ver mucho más protestas por haber demostrado ser la herramienta más efectiva de los ciudadanos de China para que se hagan las cosas que pretenden se hagan.

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