AGENCIA / ECONOMÍA
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía & Regiones). No caben dudas que la próxima administración tendrá en el primer renglón de su agenda un claro objetivo: bajar la inflación para generar las condiciones necesarias (no suficientes) para apuntalar la inversión y tener chances de retornar al sendero del crecimiento económico.
No obstante, no se puede dejar sin remarcar que no será sencillo bajar la inflación. En este sentido, es oportuno advertir que bajar la inflación anual en torno al 3%/5% (niveles de la región) probablemente demande más tiempo que el deseado.
La economía argentina presenta actualmente un conjunto de características que hacen que la tarea de bajar la inflación no sea sencilla:
En 1er. lugar, el incremento de precios es muy elevado, de hecho sextuplica el nivel promedio de la región.
2do., el próximo gobierno recibirá la inflación acelerándose.
3ro., existe una fuerte dominancia fiscal (exceso de gasto público financiado con emisión monetaria) que presiona sobre el BCRA e impide que pueda encararse una política anti-inflacionaria seria y responsable.
4to., el BCRA no sólo no es independiente, sino que tiene una carta orgánica que impide que pueda institucionalizarse una batalla contra la inflación, lo que resulta fundamental para la puesta en marcha de cualquier programa anti inflacionario.
5to., en la economía argentina hay un desequilibrio monetario que aumenta con el señoreaje de Vanoli, por lo que no se sabe cuántos pesos terminarán sobrando al final de 2015. Este exceso de oferta de pesos deberá ser absorbido para bajar la inflación. Cuanto mayor sea dicho desequilibrio, más tiempo demandará combatir la inflación.
6to., el cepo cambiario; el combate de la inflación exige que la apertura del cepo sea ordenada y con el tipo de cambio de equilibrio lo más bajo posible, de manera que la corrección cambiaria y su traslación a precios sean moderadas.
7mo., la política anti inflacionaria exige como pre requisito la construcción de un índice de precios creíble y confiable.
8vo., el régimen anti inflacionario que se adopte, ya sea metas monetarias o metas de inflación, exige que el tipo de cambio deje de ser objetivo de política económica. Justamente lo contrario de lo que ha aplicado Argentina durante todos los últimos años.
9no., el régimen anti inflacionario exige abandonar la política de tasas de interés negativas que se aplicó durante todos estos últimos años, de manera de recrear los instrumentos y mecanismos de ahorro que apuntalen la demanda de dinero como reserva de valor
Inflación elevada y probablemente acelerándose a comienzos de 2016
Actualmente, la inflación se ubica en torno al 29%/30% interanual, pero probablemente se desacelerará hasta 25%/27% durante los próximos meses, ya que el dólar cuasi fijo y el torniquete monetario que Fábrega había aplicado el año pasado contribuyen a que el aumento de precios actualmente “ceda terreno”.
Sin embargo, en la 2da. parte del año la inflación se acelerará porque la actual política monetaria expansiva de Vanoli, que aumentó la tasa de variación anual de la base monetaria de 17% a 32% a/a, comenzará a tener impacto sobre precios.
En este sentido, hay que remarcar que la política monetaria actúa siempre con retardo sobre precios. Además, también es muy probable que en la 2da. parte del año el dólar cuasi fijo (debido al contexto regional) se deslice más pronunciadamente, lo que también contribuirá a la aceleración de los precios.
En concreto, la próxima administración recibiría una inflación acelerándose hasta 32%/33% interanual, es decir, 6 ó 7 puntos porcentuales superior a la de mediados de 2015.
En este contexto, se entiende que la tarea de bajar la inflación no será sencilla.
La Dominancia Fiscal y la política Anti inflacionaria
De acuerdo con nuestras estimaciones, el déficit fiscal del sector público nacional ascenderá a 6.9% del PBI en 2015. Si le sumamos los vencimientos de deuda, sus necesidades financieras totales treparán hasta aproximadamente el 8.7% del producto este año.
En este contexto, de no lograr mayor acceso a los mercados de crédito, el BCRA volverá a actuar como prestamista de última instancia, convirtiéndose en el principal financiador del Estado ya que contribuye con el 70% de las fuentes.
Sin refinanciamiento, el Central deberá “poner” US$9.500 millones de reservas y emitir $274.000 millones para asistir al Tesoro.
En otras palabras, al tipo de cambio oficial promedio proyectado, el BCRA aportará $360.091 millones de los $512.414 millones que necesita el sector público.
Dejando de lado las reservas, el BCRA deberá emitir $274.000 millones para asistir al Tesoro Nacional, lo cual implica un aumento del +84% con respecto al señoreaje de 2014 ($148.700 millones).
Este año el BCRA deberá emitir más de la mitad del stock de la base monetaria (hoy en $450.000 millones) existente tan sólo para financiar el exceso de gasto del Estado Nacional.
Las cifras del 1er. trimestre confirman nuestras estimaciones.
En el acumulado de los últimos 12 meses el señoreaje trepó hasta $178.000 millones, es decir el 40% de la base monetaria.
Estos niveles de déficit, dominancia fiscal y señoreaje constituyen una contradicción del gobierno con el objetivo de reducir la inflación.
Un programa anti inflacionario exige equilibrio fiscal y reducir la dominancia fiscal, ya que ningún banco central puede encarar una lucha anti inflacionaria bajo este contexto.
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