JUSTICIA / NISMAN
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).- Justo en momentos en que el Gobierno nacional, a través de Cristina Fernández en la ONU reclamó por el paradero del ex espía Antonio Stiuso, escuchas telefónicas que lo tienen como protagonista junto con Alberto Mazzino y otros agentes, parecen estar inclinando a la fiscal Viviana Feinhacia la teoría del ‘suicidio inducido’ de Alberto Nisman.
Si bien la cuestionada funcionaria judicial sigue sin moverse de la idea de que el ex titular de la UFI-AMIA se quitó la vida, ahora estaría abriéndose a la posibilidad de que alguien lo quería muerto.
A ocho meses y medio de la muerte de Nisman, el diario El Cronista afirma este miércoles (30/9) que la investigación oficial se encuentra frente a una encrucijada: avanzar con la hipótesis del suicidio, o perfilar la pesquisa hacia un dictamen final que confirme que el fallecimiento se produjo a raíz de uno o varios instigadores que hayan influido a través de amenazas sobre Nisman para que se quitara la vida.
Esa última hipótesis ha tomado fuerza en las últimas semanas. Fein sigue convencida del suicidio, pero reúne pruebas sobre la inducción. En esa línea, espera recibir en octubre información desde el FBI sobre un exhorto que hizo a Estados Unidos a las empresas Microsoft y Yahoo! sobre los movimientos y las claves de ingreso a las cuentas de e-mail del fiscal en las 48 horas previas a su muerte.
Siempre según la versión del diario El Cronista, hace diez días, al despacho de Fein llegó un informe de la División Fraudes Bancarios de la Policía Federal que analizaba entrecruzamientos de comunicaciones telefónicas y a través de Nextel durante la jornada del domingo en que, según la fiscal, murió su colega.
Esos llamados le hicieron ruido a Fein, en especial diálogos extensos con aparente vinculación a Nisman realizados entre espías de la ex Secretaría de Inteligencia, que el Gobierno había desplazado de sus puestos un mes antes, como Antonio "Jaime" Stiuso y Alberto Mazzino, una presunta agente de inteligencia llamada Silvia Tomalini, personal del Ejército y, también, un hombre vinculado a la Justicia.
Sobre Stiuso, Fein no tendría donde ubicarlo, pero descartaría llamarlo para indagarlo.
Por otro lado, Fein estaría buscando justificar la falta de pólvora en las manos de Nisman según determinó el barrido electrónico realizado en Salta: allí se probó con una pistola Bersa calibre 22. Se disparó utilizando un maniquí recubierto con piel de cerdo. En todas las pruebas, siempre quedó pólvora sobre la piel.
Esto reforzó aún más la teoría de que a Nisman lo mataron.
No obstante, Fein convocará para los próximos días a una destacada perito en criminalística, que aportará muestras de otros casos donde una persona se suicida y no deja rastros de pólvora en las manos.
En tanto, el portal Política Correntina plantea algunas preguntas interesantes sobre las escuchas entre los espías:
¿Por qué razón dos agentes de inteligencia estrechamente vinculados con Alberto Nisman intercambiaron frenéticas e infrecuentes comunicaciones cuando el fiscal ya estaba muerto en el interior de su departamento pero nadie lo sabía aún?
¿Por qué uno de sus custodios aparece “triangulando” comunicaciones con un misterioso personaje que sí tenía contactos con los espías?
¿Quién es la mujer con la que se comunicaban los dos agentes de inteligencia pero también tenía contactos en simultáneo con el Ministerio de Seguridad bonaerense, la Jefatura 2 Estado Mayor Conjunto, el Ministerio de Justicia, la Municipalidad de Ezeiza y hasta el canal América TV?
Según este portal, los espías Antonio Stiuso y Alberto Mazzino tuvieron contactos con Nisman hasta fines de diciembre. Se interrumpieron cuando Nisman viajó a Europa, pero tras el sorpresivo regreso del fiscal “los días viernes 16 y sábado 17 de enero intentó comunicarse por radio con Stiuso sin obtener respuestas”.
Nisman ya había presentado la denuncia por “encubrimiento” contra el gobierno y preparaba la exposición ante el Congreso, que nunca se concretó. Stiuso y Mazzino tuvieron “comunicaciones frecuentes durante septiembre y diciembre de 2014, dejándolo de hacer durante la primera quincena de enero”, cuando Nisman estaba en Europa.
Pero “el 18 de enero, mismo día en que se descubrió en horas de la noche el fallecimiento de Nisman, Stiuso retoma las comunicaciones con Mazzino, intentando en forma insistente –una conexión de ocho segundos más 11 alertas- entre l as 11.06.41 y las 12.21.43 horas, sin obtener respuestas, hasta que al fin Mazzino se comunica con Stiuso, a las 12.23.53, por 603 segundos”.
A esa hora, Nisman ya estaba muerto, o a punto de morir.
El trabajo analizó comunicaciones anteriores entre Stiuso y Mazzino. “Ninguna fue producida un domingo, siendo que tenían contactos exclusivamente los días hábiles o laborables, a excepción de un sábado en setiembre y otro sábado en diciembre de 2014″.
El trabajo interpreta “objetivamente como comunicaciones inusuales las mantenidas aquel día entre Stiuso y Mazzino”, cuando aún no había sido descubierto el cadáver de Nisman.
Aquel domingo al mediodía, tras hablar con Stiuso, Mazzino se comunicó con un aparato a nombre de Silvia Tomalini.
El contacto “dura varios minutos, continuando durante la tarde y noche de ese mismo día, también con bastante tiempo de duración la mayoría de ellas”.
¿Quién es Tomalini? No hay datos sobre ella en el expediente, pero su Nextel “tiene contactos en una o más oportunidades” con otros aparatos que figuran a nombre de particulares, y también del Ministerio de Seguridad bonaerense; del de Justicia nacional; del jefe de la Policía bonaerense, Hugo Matzkin; y del “Estado Mayor Conjunto”, entre otros.
Sólo un dato permite aproximarse a Tomalini: cuando se encuentra en Capital Federal, por la mañana y la noche, su radio es captada por una antena que parece indicar la zona en la que vive; “en horas del mediodía y tarde noche, es captada por antena Plaza de Mayo o lindantes, lo que permite inferir que en esa zona se encontraría su lugar de trabajo”.
En esa zona hay decenas de edificios públicos, entre ellos la Rosada y la sede ex SIDE.
El otro dato llamativo que surge del trabajo de DFB está relacionado con el sargento primero Luis Miño, uno de los custodios de Nisman. Entre sus “interlocutores habituales” figuran aparatos de una flota a nombre de Héctor Goncalves Pereira, sobre quien tampoco hay referencias en el expediente.
El dato parecía irrelevante, hasta que“se estableció la existencia de una radio de Goncalves Pereira que interactuaba o era nexo entre uno y otro (NdR: el de Stiuso) grupo, teniendo contactos también con la radio de Miño.
Resta saber quiénes son los tenedores de cada una de esas radios, y cuáles son sus relaciones con Miño y con Stiuso”, propone el trabajo.
“Es imprescindible determinar los motivos de las comunicaciones de las radios, previo establecer quiénes son sus tenedores, no significando ello para esta instrucción que las diligencia sugeridas provoquen un grado de sospecha o imputación sobre los mismos”, resume el documento que está en manos de Fein.
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