Foto: EFE |
Alberto Cantore - LA NACION
QUITO.- Un desahogo, un grito débil porque la altura le quitó oxígeno, pero un festejo que entrará en las páginas de gloria que últimamente se acostumbró a escribir River.
Fue derrota, pero al fin de cuentas resultó una victoria este resultado para los millonarios, que se enseñaron solidarios, humildes, atados a ese plan que diseñó el técnico Marcelo Gallardo para empezar a defender la corona, el primer éxito internacional que sumó en su ciclo.
La caída por 1-0 le alcanzó al campeón de la Copa Sudamericana para superar a Liga Deportiva Universitaria, en la altura de esta ciudad.
Ahora, River esperará al ganador de la llave que protagonizan Chapecoense, de Brasil, y Libertad, de Paraguay, que definen su serie. Los títulos de multicampeón no sólo consagraron a los jugadores de River: también el grupo alcanzó el fogueo internacional necesario para afrontar la adversidad.
Los 2850 metros del estadio Casa Blanca significaron un adversario que el equipo logró maniatar durante el primer tiempo. Lo hizo todo lento, con pausa, quitándole ritmo y sacando de quicio a Liga Deportiva Universitaria, que encontró en un par de remates de media y larga distancia (el de Cangá, desde 40 metros, resultó el más peligroso) la fórmula para romper la pared que levantaron los millonarios.
Los ecuatorianos, que están en un proceso de recambio generacional, no lograron absorber en ese arranque la presión de los hinchas. Fue inteligente River para ocupar los espacios, pero también astuto para lastimar. Ese tramo resultó la cara más fresca que enseñó el equipo argentino, en el que Kranevitter fue el estandarte para distribuir la pelota y Pisculichi quien mejor la administraba.
La movilidad de Mora y la capacidad para aguantar, por arriba o por debajo de Alario, completaban el manual para jugar en la altura. En el fondo, Maidana, después de un error en el comienzo, solucionaba con sus cruces y desbarataba sin arriesgar. Fue el mejor pasaje, el que hizo pensar que la llave se podía resolver con más facilidad, porque el arquero Domínguez fue figura, como lo había sido en el Monumental.
Un remate de Mercado, que se desvió en el camino, un remate de Alario y otro de Mora lo elevaron como una muralla. Pero Gallardo lo anticipó: jugar en la altura es difícil no sólo en el inicio, también hay que saber aguantar en el final. Y Liga salió decidido a recobrar su poderío, ése que demostró cuando el Patón Bauza dirigía al equipo que fue multicampeón internacional.
Los cambios les cayeron bien a los ecuatorianos, mientras que a River se le empezó a hacer cuesta arriba sostener la pelota lejos de su área. Decayó el rendimiento de Kranevitter y eso significó el adelantamiento de los locales, que avisaron con un tiro libre de Matamoros en el poste y luego con Mina encontraron el gol.
El delantero anticipó a Mercado, después de un lateral que nadie logró despejar. Lo golpeó a River el tanto, en el ánimo y en el juego. Y un error grosero del árbitro colombiano Roldán casi lo pone de rodillas: Álvez cayó en el área, pero Kranevitter no le había cometido infracción. Sin embargo, Roldán sancionó penal.
Álvez falló en la ejecución. Un tiro libre de Morales, también en el poste, a falta de ocho minutos, fue un guiño del destino para los millonarios, que a esa altura se sostenían en la solvencia de Maidana y en el despliegue solidario del resto de sus compañeros. "Jugar en la altura te deja una enseñanza", dijo Gallardo en la antesala del partido.
El Muñeco desplegó una estrategia a la que River se ajustó para seguir de pie; por momentos resultó eficaz, y en otros el destino hizo que los millonarios volvieran a demostrar que en los mano a mano, en cualquier certamen internacional, son imbatibles.
Así lo dicen los números, y también la colección de copas que este grupo supo conquistar. River sigue escribiendo la historia, a veces con brillo y en otras oportunidades, con hidalguía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario