POLÍTICA / PENSANDO EN LA CAMPAÑA
(U24) - El segundo semestre no es el que Mauricio Macri y su gobierno imaginó a inicios del 2018. Tampoco lo fueron los anteriores. Pero este estuvo signado por la corrida cambiaria de abril-mayo a la que aún se intenta poner fin.
El esfuerzo por superar la ‘turbulencia’ trastocó los planes de Cambiemos: estallaron las metas inflacionarias, se frenará la actividad económica y volverá a subir la pobreza, entre otras consecuencias, como acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) que conserva altos niveles de rechazo entre la sociedad.
Para lo que resta del año, el Gobierno nacional aún tiene que negociar el Presupuesto Nacional con el peronismo, que contendrá las exigencias del Fondo, lo que lo hará más difícil aún de consensuar. Y la cuestión tarifaria podría reabrirse debido a las proyecciones inflacionarias, así como se reabren las paritarias y ya hubo un aumento del 5% por decreto.
Macri necesitará del peronismo mucho más. Además de las leyes que necesita en el Congreso, debe mostrar certidumbre a los mercados e inversores una vez superada la corrida cambiaria. Ese peronismo siguió con atención el contundente paro general de la CGT del lunes pasado, pero aún no puede capitalizarlo porque sigue sin encontrar un candidato.
El Presidente sabe que eso es cuestión de tiempo. Pero no tiene mucho para convencer al PJ ‘racional’ excepto el fantasma de Cristina Kirchner.
Entonces, por un lado necesita seducir al peronismo pero por el otro necesita seguir mostrándose como el ‘cambio’, un juego a dos puntas sobre el que hay muchas dudas de que el primer mandatario hoy pueda jugar.
Mirando a la sociedad, la reedición de la grieta parece la única estrategia electoral posible. Macri llegará a la campaña sin haber cumplido con sus promesas del inicio de la gestión: bajar la pobreza, la inflación y mostrar una economía en crecimiento.
Aquí también volverá a tener que colisionar, aunque sea discursivamente, con el peronismo que también necesita para gobernar.
En el Gobierno nacional ya se instaló este debate. El sector que lidera el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, insiste con la línea del cambio y romper con la ‘vieja política’.
Sin embargo, el tándem Larreta/Vidal considera que es necesario negociar con el peronismo. La gobernadora de la provincia de Buenos Aires ya implementó esa idea en su territorio y cree que puede mostrar buenos resultados. Y ambos mandatarios hicieron contactos con los ‘peronistas racionales’, como Miguel Pichetto o Sergio Massa.
Pero, además del peronismo, el Gobierno nacional suma a otro actor en la futura campaña electoral: la Iglesia Católica. Razones no le faltan: el lunes pasado apoyó el paro de la CGT. Los obispos Oscar Ojea, presidente del episcopado y Jorge Lugones, presidente de la Comisión de Pastoral Social, tuvieron una activa participación entorno a la huelga general.
En el medio, puede reactivarse la cuestión tarifaria, que tanto le costó a Macri y que lo llevó al veto de la ley sancionada en el Congreso para retrotraer los aumentos. Ocurre que sin la meta inflacionaria y una proyección de aumentos de hasta el 30% para este año, los incrementos quedaron cortos.
No sólo se trata del impacto sobre una sociedad que ya no puede tolerar más aumentos, sino también sobre la certidumbre que exige el establishment empresarial. Si el Gobierno decidiera ir por el lado de los contractos con las empresas de servicios públicos sabe que el mercado volverá a castigarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario