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Por KAVIER SAUL / LA NACIÓN
MOSCÚ.- Gary Lineker podría ir modificando su famosa frase. El fútbol es un deporte de once contra once donde la ilusión de México suele encontrar el límite en la realidad rival. O donde Brasil es siempre Brasil.
Ese equipo que puede dar más o menos espectáculo, que puede irse de su Mundial con un 7-1 histórico o el que se pasea por los estadios mundialistas como el dueño de cinco coronas. En Rusia, su andar tiene mucho de esto último.
Esta vez lo hizo en el Cosmos Arena de Samara. Mientras todos buscan un finalista sorpresa por la otra parte de la llave, el Brasil de Tité camina a paso firme por el cuadro más difícil. Ante un México que propuso y que contó con oportunidades para ponerse el frente, le alcanzó con goles de Neymar y Roberto Firmino.
Un 2-0 que lo ubica en cuartos de final de Rusia 2018 , a la espera del vencedor de Bélgica-Japón.Brasil se apoya en Neymar y Coutinho, pero también en un atleta como Willian. Un velocista que oxigena a la canarinha. Para los mexicanos es otro traspié en octavos, el séptimo de forma consecutiva.
Después de dar el golpe ante Alemania, tenían la esperanza de quebrar la historia con los brasileños, pero una vez más cayeron en una etapa que ya es un karma.
Tras un fin de semana de sacudones que dejaron sin Mundial a la Argentina, Portugal y España, Brasil respiró tranquilo este lunes en el estadio que se asemeja a una nave espacial. Fue paciente y tuvo su beneficio.
El gol de Neymar a los 51 finalmente rompió la muralla de Guillermo Ochoa en el arco, Roberto Firmino sentenció a los 88 y Willian redondeó una gran actuación. Brasil supo contener el intenso despliegue de un México al que le faltó peso en ataque.
Después, el trámite del encuentro pasó por llegar al área rival, una y otra vez, hasta quebrar al hasta entonces invencible Ochoa.
En un Mundial traicionero, la selección brasileña evitó caer en las trampas que podían aparecer en Samara. Llegó con su librero y lo supo poner en práctica ante un rival preso de su historia.
Ante la posibilidad del final del duopolio Messi-Cristiano, Neymar se pone en camino para poner su nombre en lo más alto del fútbol mundial. Y Brasil se prueba, una vez más, el traje de candidato.
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