Foto: Archivo DyN - René Lavand
El gran ilusionista y mago argentino falleció hoy a los 86 años en una Clínica Tandil, a donde había ingresado con una insuficiencia respiratoria.
Alabado por colegas de todo el mundo -David Copperfield se declaró su "fan" cuando estuvo en Argentina y el prestidigitador español Juan Tamariz Martel lo calificó como "poeta de las cartas"-, Lavand se destacó en el arte de la cartomagia, al que unía un notable talento narrativo en los relatos que acompañaban sus "nobles trucos", con un particular manejo de los silencios.
Nacido en la ciudad de Buenos Aires, a los siete años se mudó con su padre (zapatero) y su madre (maestra de escuela) a Coronel Suárez y desde los 14 vivió en Tandil, ciudad a la que consideraba su lugar en el mundo.
"Tandil es el vértice para mí, el lugar al que regresar, el sitio al que volver que debe tener todo hombre", relató en el filme documental "El gran simulador", que sobre él realizó Néstor Frenkel y que se estrenó en 2013.
Nacido como Héctor René Lavandera en septiembre de 1928, René Lavand comenzó a trabajar profesionalmente como prestidigitador en 1960, luego de ganar un concurso y con actuaciones en los teatros Nacional y Tabaris de avenida Corrientes.
En la televisión argentina fueron famosas sus apariciones en programas como "El show de Pinocho" de Juan Carlos Mareco o "Sábados circulares" de Pipo Mancera, además de tener luego sus propios ciclos como el "Mano a mano con René Lavand".
Una de las particularidades de Lavand fue que no poseía mano derecha, la que había perdido en un accidente en Coronel Suárez a los 9 años al ser atropellado por un automóvil.
Además de sus shows y actuaciones, René Lavand recorrió el mundo dando clases y seminarios y publicó cinco libros de técnicas de cartomagia para especialistas a los que debe sumarse su libro de anécdotas, "Barajando recuerdos".
Su número más admirado y trascendente fue su versión de "Agua y aceite", donde hizo famosa la frase "no se puede hacer más lento", jugando al límite entre la ilusión y la posibilidad de descubrir la trampa.
Mi gran maestro -dijo una vez- es Miguel Angel, "él me enseñó a quitar todo lo que sobra, a llegar a lo simple y eso es lo que busco, la belleza de lo simple". (http://www.diariojornada.com.ar/)
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