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por OSVALDO BODEAN (Elentreríos.com). ¿Para qué necesitan armas los "albañiles" de la UOCRA de Concordia?
¿Cómo se explica que cuatro integrantes del gremio de la construcción circulen por las calles armados hasta los dientes? ¿Qué clase de "obra" ejecutan que los obligó a reemplazar la siempre digna cuchara del albañil por pistolas de grueso calibre?
Los cuatro, con camperas de la UOCRA y a bordo de un Bora, fueron interceptados por la policía la semana pasada. El informe oficial detalla que portaban una pistola calibre 9 milímetros, un revólver calibre 32 marca Colt de seis alvéolos y otro calibre 38 especial.
Los detenidos dependen del secretario general del Gremio, Walter Doronzoro, quien a su vez depende de su jefe político, Sergio Urribarri.
A ello se agrega que uno de los jóvenes apresados es homónimo del sindicalista. No por casualidad. Lleva su sangre en las venas.
La UOCRA, al menos en Concordia, no es un gremio más.
Oficialista a ultranza, en los últimos años se lo vinculó de manera reiterada con episodios de violencia armada y con el consumo y venta de drogas.
En Concordia, en 2011, dos hermanos a cargo de una obra de cableado subterráneo denunciaron a tres delegados del gremio por "amenazas, lesiones leves y daño en flagrancia". Uno de los protagonistas de aquella reyerta está entre los cuatro detenidos en los últimos días.
No fue la única denuncia que llegó a la justicia. Una firma constructora concordiense recurrió a los tribunales para acusar a punteros de la UOCRA por vender drogas dentro del predio en el que se construía un barrio de viviendas.
El nexo que une a la UOCRA con el oficialismo es inocultable Un antecedente alcanza y sobra: en diciembre de 2013, en plena rebelión policial, Sergio Urribarri desembarcó en Concordia protegido por cerca de 100 afiliados al sindicato de la construcción.
Algunos custodiaron la vivienda particular del gobernador y otros se apostaron en pleno centro. ¿También en aquella ocasión portaban armas?
"El Walter" tampoco es un dirigente gremial más
Hace añares que Urribarri le confió una Vocalía en el Directorio de la CAFESG, el organismo que administra los excedentes de la represa de Salto Grande, una de las cajas más preciadas del Estado entrerriano.
Alto, corpulento, macanudo, con un aire campechano y un apellido al que León Gieco bien podría haber apelado para componer "Ojo con los Orozcos", Doronzoro es pieza clave de la obra pública, uno de los sectores que más dinero maneja.
Difícilmente una construcción pueda avanzar sin el control y la aprobación de la UOCRA. O sea, de Walter. Bien lo saben los empresarios. Pero su poder es aún mucho mayor. Como vocal de CAFESG, integra la mesa chica que adjudica obras millonarias a ser construidas con los excedentes de la Represa de Salto Grande.
El dueño de una constructora recuerda aquella reunión en la que un grupo de empresarios tuvieron la osadía de cuestionar a los muchachos de Walter. En tono firme y desafiante, el dirigente los interrumpió con una sola pregunta: "Díganme, ¿alguno de los que están acá tiene algún juicio con un afiliado de la UOCRA?".
Todos callaron. Doronzoro acababa de recordarles a quién le debían el "favor" de hacer negocios con el Estado. Un favor que, obvio, dista mucho de ser gratuito.
El rol de Walter es tan amplio y ambiguo que en ocasiones llegó a ofrecer sus buenos oficios para que empresas constructoras chicas asfixiadas por los atrasos en los certificados de obra se hicieran del dinero para abonar sueldos caídos.
Gesto tan inesperado viniendo de un sindicalista -prestar plata a los empresarios para que paguen los salarios-, tenía por objetivo abortar a tiempo cualquier atisbo de conflicto social que pudiera dañar la imagen de Urribarri.
Doronzoro es un hombre que viene muy de abajo. Se dice que comenzó como peón de albañil. Un ya anciano hombre de la construcción suele atribuirse haber acarreado a sus obreros en camiones para que votaran a Walter en la elección que lo encumbró por primera vez como secretario general.
Por entonces, lejos estaba de imaginar que el flamante dirigente al que le daba una mano llegaría tan pero tan lejos.
Como en 2013, cuando viajó a Europa a una cumbre de la Organización Internacional del Trabajo, en representación del máximo conductor de la UOCRA, Gerardo Martínez, el mismo cuyo nombre figurara en la nómina de civiles que trabajaron en el Batallón de Inteligencia 601 durante la dictadura.
Sobre el patrimonio de Doronzoro poco y nada se sabe Aunque su buen pasar no está en duda. Apenas si llamó la atención que una integrante de su familia levantara dúplex en tres o cuatro puntos de la capital del citrus.
No faltan quienes lo consideran un "testaferro" con participación en la propiedad de campos y de un importante edificio a medio construir, cuyo obrador lucía llamativas banderas del gremio. Pero más allá de los antecedentes del sindicato y de su secretario general, la cuestión medular pasa por saber qué hay detrás de estos cuatro militantes de la UOCRA armados hasta los dientes.
Su detención es un hecho concreto, constatable, aunque los medios de desinformación del oficialismo hayan mirado para otro lado, con calculada distracción. ¿Fue sólo un episodio aislado o bien una clara manifestación de un modus operandi mafioso que emparenta a la política con la violencia armada, las drogas y el manejo de fondos provenientes de la coima institucionalizada, que aceptan pagar los popes de la obra pública?
Si así fuera, los cuatro detenidos no pasarían de ser meros "4 de copa" al servicio de una asociación ilícita y corrupta en la que los "anchos de espada" son los dueños de las grande firmas constructoras y quienes los contratan. Tal vez el Procurador General de la provincia pudiera instruir a sus fiscales para que investiguen...
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