OPINIÓN / UNA SEMANA
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
Entender la forma de hacer política del PRO es muy difícil, como siempre suelen correr detrás de los hechos, hay que esperar hasta el final para saber si ganaron o perdieron con las estrategias que aplicaron y las medidas que tomaron.
Sin embargo, en el medio, las improvisaciones, los errores y los golpes de suerte se confunden y generan un inmenso costo de capital político, que muchas veces no se logra recuperar.
El fracaso del intento de Sesión Extraordinaria que se produjo el jueves 12/05 dejó un claro derrotado (el Frente de la Victoria, que se despidió de sus fantasía de “escribanía” y “mayoría automática”), un resultado mixto (Sergio Massa quedó entronizado como “árbitro” de los temas que se pueden aprobar o no en Diputados, aunque en el camino perdió un legislador, Héctor Daer) y un ganador pírrico ("Cambiemos”, que pudo evitar la aprobación del “Cepo Laboral” esta semana, pero se duda lo que puede ocurrir la que viene, si el massismo llega a un acuerdo con el kirchnerismo).
De todos modos, sólo mirar hacia el resultado legislativo puede ser un error. Por un lado, Sergio Massa está a un paso de imponerle al Frente para la Victoria cambios al “Cepo Laboral” que se aprobó en el Senado y un par de proyectos de ley adicionales, que contarían con el apoyo del PRO, lo que confirmaría que, al final todos ganaron algo y todos perdieron algo.
Por el otro, Mauricio Macri logró cerrar filas con el poderoso “Círculo Rojo” (de la opinión pública) que, hasta ahora, le había sido esquivo en apoyos y coordinación de objetivos.
Si bien el lunes 09/05 el Gobierno pudo reunir a los popes sindicales en menos de 3 horas (un éxito del ministro de Trabajo, Jorge Triaca), en 2 horas se logró que gran parte del “Círculo Rojo” se sentara en la Casa Rosada y firmara un acuerdo demasiado “livianito” comprometiéndose a no despedir trabajadores por 90 días, pero en el párrafo final, se agregó un fortísimo rechazo del “Cepo Laboral” que espera en el Congreso.
De esta forma, con la movida empresaria y el enojo sindical que no aceptó la presión de la Casa Rosada para firmar el acuerdo, quedó legitimado el camino para que Mauricio Macri, en caso de ser necesario, vete el “Cepo Laboral”, un gesto que en el Gobierno creen que demostrará que el Presidente de la Nación no acepta presiones del Legislativo y, menos, de una potencial alianza en su contra del panperonismo (massismo + kirchnerismo + peronismo), tratando de imponerle agenda.
Desde hace un mes, la Casa Rosada ha concentrado todos los esfuerzos en lograr que el “Círculo Rojo” se comprometa con la gestión de “Cambiemos” y con el Gobierno de Mauricio Macri. El “Gabinete Económico” no duda que está haciendo las cosas bien (pese a las discusiones internas, muy duras, por cierto, todos coinciden que están haciendo “lo que se debe hacer”), pero no consiguen que las inversiones internas se movilicen.
Sin embargo, desde que estalló el choque entre el Grupo Techint y el Gobierno de Córdoba (aunque a quien Paolo Rocca amenazó con dejar gente en la calle fue a Mauricio Macri durante una casi violenta conversación telefónica) por la compra de caños para la construcción del sistema de gasoductos provincial, el clima ha cambiado (Macri llamó a Juan Schiaretti y acordaron que Rocca se pusiera de acuerdo con el contratista civil de la obra porque la adjudicación fue a él, consiguiera la financiación y un precio similar al que tiene en Brasil, por eso la enorme baja que aceptó hacer Techint).
Entonces, la Casa Rosada apoyó al Grupo Techint en su reclamo y puso una barrera a la importación de tubos de acero de China. En respuesta, la cúpula de la Unión Industrial Argentina acercó al Gobierno propuestas concretas para impulsar la inversión del sector privado, desde las Pymes a las grandes empresas.
El resultado fue un paquete de medidas que fueron presentadas por el ministro de Producción, Francisco“Pancho” Cabrera, uno de los funcionarios de más pobre desempeño en el Gabinete de Mauricio Macri, que acaba de ser “salvado” por los industriales (porque siempre los acompañará en cualquier traba a la apertura comercial); que implica líneas de crédito por más de $70.000 millones adicionales a las existentes y el diferimiento a 3 meses para el pago de IVA para las Pymes, entre otras.
La virtual “intervención” de los industriales en el Ministerio de la Producción ha generado rondas de negociación más fluidas con los funcionarios y, ahora, se hablan de medidas en blanco y negro contra importaciones, facilidades en los trámites, negociaciones sectoriales y el hilado fino de los acuerdos con la Unión Europea y con el nuevo Gobierno de Brasil, entre otros temas.
¿Cómo no van a apoyar los industriales a Mauricio Macri en su avanzada contra el “Cepo Laboral”?
Sin embargo, el diálogo abierto con los industriales ha comenzado a tener impacto en el análisis de los problemas macroeconómicos que se han generado al intentar solucionar los gravísimos problemas que dejó el Gobierno de Cristina Fernández como “herencia”.
Más allá de las causas, las medidas aplicadas diseñan este escenario:
1. Se vive un virtual congelamiento del tipo de cambio, dada la necesidad de neutralizar las pérdidas por los contratos de dólar futuro aún vigentes, que generan 2 efectos:
< Para aquellos que apuestan a la tasa de las Lebacs, una ganancia de más de 30% en dólares, que frena cualquier tipo de inversión en la economía real. Es decir, volvimos a la “bicicleta”.
< El tipo de cambio ya no es competitivo, frente a los aumentos de los costos internos, en especial, salarios y servicios públicos; por eso se pide una devaluación mayor.
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2. En términos reales, la presión fiscal ha crecido en todo el sistema productivo, salvo, quizás, la producción agropecuaria, salvo la soja, donde la quita de retenciones ha compensado otros incrementos.
< Las metas fiscales y de crecimiento que fijó el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, en enero, quedaron obsoletas y deben ser revisadas, con su consecuencia sobre precios y salarios.
< La caída del consumo está trayendo una merma en las ventas y, consecuentemente, en la producción a niveles alarmantes en ciertos sectores, como los servicios urbanos, que es donde más se siente.
3. La pelea interna en el Gobierno entre “neokeynesianos” y ortodoxos monetaristas lleva más de 2 meses. Es necesario que haya una “cumbre” del “Gabinete Económico”, cierre la discusión y determine los pasos a seguir, con todos apuntando hacia el mismo lado.
Entre los empresarios, banqueros e industriales, las dudas son muchas y las respuestas, escasas.
Por ejemplo: ¿Por qué se dilata el canje de Lebacs por bonos de más largo plazo que descompriman los pasivos de corto del Banco Central?
Otra. El Gobierno dice que no tomará deuda en el exterior por 2 años, ¿cómo se financiará? ¿Se convertirá en una aspiradora de pesos del mercado interno?
Una más. ¿Cuándo recuperará el Estado su rol de movilizador de las inversiones, tal como fue los últimos 10 años?
Que el acercamiento entre el Gobierno y el “Círculo Rojo” se haya producido no implica que las diferencias o problemas entre ellos estén resueltos. Lejos está esa situación. Pero ha comenzado un diálogo, como se nota en la citación del “Consejo del Salario” con un temario fijado a pedido de los industriales y los empresarios, para intentar regular los ausentismos por ejercicio del Derecho de Huelga y el pago de plus salariales por productividad; algo que puede ahondar el enojo sindical.
Pero hubo otros 2 gestos del Gobierno hacia los empresarios para comenzar a dialogar.
Por un lado, están comenzando a salir los primeros pagos de las obras públicas paralizadas por falta de pago el año pasado. Quizás, el anuncio se haga la semana próxima.
Por el otro, Mauricio Macri ha lanzado una sucesión de planes de obras públicas e infraestructura como nunca antes ningún gobierno argentino.
La irracional posición contra el “Cepo Laboral” y el show mediático de la Justicia en supuestas lucha contra la corrupción (salvo Ricardo Jaime, aún no hay un solo político preso), ha tapado totalmente casi una docena de anuncios que realizó Mauricio Macri o algunos de sus ministros por obras que pueden impulsar la salida de la recesión como, por ejemplo:
< La construcción de 3.000 jardines de infantes y 120.000 viviendas.
< El otorgamiento de 175.000 créditos hipotecarios subsidiados y 400.000 microcréditos para refacciones.
< Conceder 300.000 títulos de propiedad.
< Crear 300.00 puestos de trabajo con el Plan Federal de Turismo.
< Construir 12.800 kilómetros de autopistas, 4.000 kilómetros de ruta segura y 11.400 kilómetros de repavimentación.
< Realizar un paquete de obra pública de $200.000 millones para este año y de casi $1 billón en 4 años.
Isaac Asimov se reconocía como un amante de los grandes números. Lo mismo podría decir el Gabinete de Mauricio Macri, dado que los anuncios y las cifras anunciadas dejan enano al kirchnerismo y opacan hasta a Juan Domingo Perón de 1945/1955 o los militares de la década del ´70.
Pero... del anuncio a la concreción hay un enorme paso y si algo ha caracterizado a la gestión de “Cambiemos” y del macrismo en estos 5 meses en el poder es que son grandilocuentes, creen que vinieron a cambiar la Argentina y sus ambiciones son enormes, pero su capacidad de ejecución es ínfima, dado que se pierden en los vericuetos de la burocracia estatal.
De esta forma, la pelea por el “Cepo Laboral” evitó que los megaplanes de Mauricio Macri y sus ministros se perdieran en las páginas interiores de los diarios y no generaran impacto en Gobernadores, Intendentes, legisladores, empresarios o sindicalistas.
Es como si nada se hubiese anunciado y estuviéramos todavía en Diciembre pasado. Pero no es así.
Por esta semana, en el Congreso, el kirchnerismo perdió, Sergio Massa se fortaleció y el macrismo obtuvo una victoria menor; además, la Casa Rosada celebra la nueva relación con industriales y empresarios.
Sin embargo, todo es demasiado endeble en la Argentina. Los ganadores de hoy, son los perdedores de mañana, por lo cual, aún todo está por verse.
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