Marta PELLONI |
por NELLO SCAVO
CIUDAD DEL VATICANO (Tierras de América). El Papa la señaló como ejemplo de religiosa comprometida, sabia, capaz de soportar las calumnias pero al mismo tiempo actuar con valentía en defensa de los más débiles. Francisco se refirió a una religiosa argentina, pero sin dar su nombre, en el encuentro del jueves con las mujeres de vida consagrada.
Y según lo que refieren algunas de ellas que estuvieron presentes, Bergoglio las alentó diciendo: “Hay que rezar y trabajar según el carisma de cada uno, y cuando el carisma te lleva a acompañar a los refugiados o a los pobres, tienes que hacerlo; y te van a decir “comunista”.
Es lo menos que te van a decir. ¡Pero tienes que hacerlo! Porque el carisma te lleva a eso”. Para explicarlo mejor, de una manera más concreta y en las cosas cotidianas, el Pontífice hizo referencia a un ejemplo de su tierra.
Ese mismo día se había establecido una comisión para estudiar el tema del diaconado de las mujeres, respondiendo a la solicitud que presentó la Unión de Superioras mayores (UISG). Fue un diálogo extenso y espontáneo y Francisco invitó a las consagradas a evitar en la Iglesia tanto el riesgo del “feminismo”como de caer en la “servidumbre”, en vez del “servicio”.
“Recuerdo a una hermana en Argentina”, dijo el Pontífice. “Una excelente persona, y todavía trabaja, tiene casi la misma edad que yo y trabaja contra los traficantes de jóvenes, de personas”. En la época de la dictadura militar “querían mandarla a la cárcel”, y al mismo tiempo las autoridades presionaban al arzobispo y a la superiora provincial “porque –según decían- esa mujer es comunista”.
Es una religiosa que “ha salvado a muchas chicas”, agregó el Papa. Aunque Bergoglio no dijo cómo se llama, no es difícil suponer que se refería a la hermana Martha Pelloni, la valiente inspiradora de la “Red Infancia Robada”, protagonista de batallas y denuncias contra el mundo de la política, las empresas, los jefes del narcotráfico y los traficantes de seres humanos. Es un compromiso que granjea enemigos y calumnias, pero “los obispos debemos custodiar a esas mujeres–dijo el Papa-, que son un ícono de la Iglesia, cuando hacen cosas difíciles y son calumniadas y perseguidas. Ser perseguido es la última de las Bienaventuranzas, ¿no es cierto?”.
Además, “el Señor nos ha dicho; “Felices ustedes cuando sean perseguidos e insultados…”, observó. El Santo Padre recordó también otro episodio, posterior a los gobiernos militares, en una época en la que el mismo Jorge Mario Bergoglio fue objeto de injustas calumnias, aunque en realidad había salvado decenas de personas.
Pero cuando era Arzobispo de Buenos Aires, la religiosa aludida seguía haciendo frente a nuevos obstáculos. Un día el cardenal Bergoglio se encontró con la hermana, que estaba especialmente angustiada.
Acababa de recibir una carta de Roma, “no diré de quién”, explicó Francisco con una sonrisa irónica que contagió a las religiosas presentes. “¿Qué debo hacer?, le preguntó ella. Y el arzobispo le respondió: “¿Tú eres hija de la Iglesia?, ¿tú quieres obedecer a la Iglesia?”.
Entonces le dio un consejo, al más clásico estilo Bergoglio. “Responde que tú serás obediente a la Iglesia y después habla con tu superiora, con tu comunidad, con tu obispo –que era yo-, y la Iglesia te dirá lo que debes hacer”.
“La Iglesia”, siguió diciendo siempre según el testimonio de las religiosas presentes en el aula Pablo VI, “no una carta que llega de 12.000 kilómetros de distancia”. Todo eso ocurrió “por un amigo de los enemigos de la hermana” que la había calumniado.
Por eso “hay que ser valientes, pero con humildad, oración y discernimiento”. Y tener siempre la esperanza de encontrar un obispo como el padre Jorge Mario Bergoglio.
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