sábado, 9 de julio de 2016

HISTORIAS DEL BICENTENARIO: 3 DOCUMENTOS PARA LA INDEPENDENCIA

DOCUMENTOS / DE SAN MARTÍN A LA CASA DE TUCUMÁN 



 El 12/04/1815, José Francisco de San Martín ya le había escrito a Tomás Godoy Cruz: "(...) Más que mil victorias he celebrado la mil veces feliz unión de Güemes con Rondeau. Así es que las demostraciones en ésta sobre tan feliz incidente se han celebrado con una salva de veinte cañonazos. 


(...) ¡Hasta cuando esperaremos declarar nuestra Independencia! No le parece a Usted una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quién en el día se cree dependemos. ¿Qué nos falta más que decirlo?

Por otra parte, ¿qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo? Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos (...)". Pero no había logrado alcanzar el objetivo. Por lo tanto, el coronel mayor de los Ejércitos Nacionales (había sido ascendido el 10/01/1815, porque hasta entonces era gobernador intendente de la provincia de Cuyo), vuelve a reclamar a su amigo, y comprometió su fortuna personal en el equipamiento de la fuerza expedicionaria:

Señor don Tomás Godoy y Cruz. Mendoza y mayo 24 de 1816. Mi amigo y paisano: Tengo a la vista la de V. del 12, y en consecuencia he prevenido a Vargas el desarreglo en que se hallan los Correos a ésa. Este ha quedado en remediarlo, pero para esto es necesario se entable la Posta desde La Rioja a Catamarca y de ésta a Tucumán que no la hay. Veo lo que me dice sobre el punto de la independencia no es soplar y hacer botellas.

Yo respondo a V., que mil veces me parece más fácil hacerla que el que haya un solo americano que haga una sola. Ya sabe V. que de muy poco entiendo, pero de política menos que de nada; pero como escribo a un amigo de toda mi confianza, me aventuraré a esparcir un poco de erudición gabinetiva: cuidado, que yo no escribo más que para mi amigo.

Si yo fuese diputado, me aventuraría a hacer al congreso las siguientes observaciones. Para el efecto haría mi introducción de este modo, propio de mis verdaderos sentimientos: Soberano Señor: un americano republicano por principios e inclinación, pero que sacrifica estos mismos por el bien de su suelo, hace al congreso presente:

1º Los americanos o provincias unidas no han tenido otro objeto en su revolución que la emancipación del mando de fierro español, y pertenecer a una nación.
2º ¿Podremos constituírnos república sin una oposición formal del Brasil (pues a la verdad no es muy buena vecina para un país monárquico) sin Artes, Ciencias, Agricultura, Población, y con una extensión de territorios que con más propiedad pueden llamarse desiertos?
3º ¿Si por la maldita educación recibida, no repugna a mucha parte de los patriotas, un sistema de gobierno puramente popular, persuadiéndose tiene éste una tendencia a destruir nuestra religión?
4º ¿Si en el fermento horrendo de pasiones existentes, choque de partidos indestructibles, y mezquinas rivalidades, no solamente provinciales, sino de pueblo a pueblo, podemos constituirnos nación?
5º ¿Si los medios violentos a que es preciso recurrir para salvarnos, tendrán o no los resultados que se proponen los buenos americanos y si podrán o no realizar, contrastando el egoísmo de los pudientes?

Seis años de revolución, y los enemigos victoriosos por todas partes nos oprimen: falta de jefes militares y nuestra desunión son los causales ¡y se podrán remediar! Puede demostrarse que no podemos hacer la guerra de orden por más tiempo que el de dos años, por falta de numerario. Y si sigue la contienda, no nos resta otro arbitrio que recurrir a la guerra de montanera, y en este caso sería hacémosla a nosotros mismos.

Ya está decidido el problema de la Inglaterra: nada hay que esperar de ella. Ahora bien ¿cuál es el medio de salvarnos? Yo los sé; pero el congreso los aplicará como tan interesado en el bien de estos pueblos. Resta saber, que si los tales medios no se toman en todo este año, no encuentro (según mi tosca política) remedio alguno. Se abacó.

Mucho me ha tranquilizado lo que V. me dice acerca de la probabilidad de la unión del Paraguay y Banda Oriental. Dios lo haga; pero yo apostaría un brazo a que no se verifica, y aseguro a V. por mi honor que me alegraría perderlo.

El tiempo por testigo. Ya no creo necesaria mi ida a ésa, en razón de que Pueyrredón me escribe me entienda con el director interino en un todo, en el entretanto él regresa. Yo lo celebro mucho, pues mi mala salud hubiera padecido mucho con tal viaje. He vuelto a emprender la construcción del campo de instrucción, y voy a extenderlo para tres tantos más que el ya construído.

Sin este arbitrio no habrá soldados. Sigue la tranquilidad por ésta, pero el numerario me apura mucho. Su señor padre está completamente bueno y más robusto que nunca. Lo mismo le sucede a Molina. Muchas cosas a los compañeros, quedando como siempre su amigo.

Q.B.S.M. 

José de San Martín 

El 24/03/1816 fue inaugurado el Congreso en Tucumán. El porteño Pedro Medrano fue su presidente provisional y los diputados presentes juraron defender la religión católica y la integridad territorial de las Provincias Unidas.

En Ciudad de Buenos Aires, el gobierno no podía resolver los problemas planteados: la propuesta alternativa de José Artigas, los planes de José de San Martín para liberar Chile, los conflictos con Martín Güemes y la invasión portuguesa a la Banda Oriental, entre otros.

El Congreso comenzó con bastante confusión. Los congresistas alternaban los nombres de Solón, Licurgo, Platón, el Contrato Social, la Constitución inglesa, y otras obras, aunque en las primeras sesiones los eclesiásticos presentes deslizaron un plan de establecimiento de un gobierno rigurosamente jerárquico, tomando como ejemplo el modelo teocrático de los jesuitas en Paraguay, a su vez basado en el modelo de los incas.

San Martín insistía, vez tras vez, en declarar definitivamente la libertad. Por fin, el Congreso nombró una comisión de 3 miembros para presentar un plan de trabajo: Esteban Agustín Gascón, también citado como Juan Agustín Gazcón, procedente de Oruro (Alto Perú); Teodoro Sánchez de Bustamante, procedente de San Salvador de Jujuy; y José Mariano Serrano, procedente de Chuquisaca (Alto Perú). O sea que la independencia argentina le adeuda muchísimo a varios conspicuos bolivianos.

Su trabajo se tituló “Plan de materias de primera y preferente atención para las discusiones y deliberaciones del Soberano Congreso”:

Primera. Un manifiesto que exponga a la consideración de las provincias los espantosos males, que han causado las divisiones de los pueblos, y las revoluciones fraguadas en el ardor de las pasiones; la inminencia de los riesgos y peligros, y necesidad de la más estrecha unión, con un decreto general, que establezca fuertes y rigurosas penas contra todo hombre que bajo cualquier pretexto en las ciudades, villas, campañas, o ejércitos, quebrante el orden, atente o desobedezca las autoridades.

Segunda. Declaración, o deslinde de las facultades del actual Soberano Congreso nacional constituyente, y tiempo de su duración.

Tercera. Discusiones sobre la declaración solemne de nuestra independencia política: el manifiesto de dicha declaración. Iniciativa del poder ejecutivo para el envío de diputados a las cortes que se crean convenientes a tratar sobre el reconocimiento de aquélla, como también a la de Roma para el arreglo de materias eclesiásticas y de religión.

Cuarta. Pactos generales de las provincias y pueblos de la unión, preliminares a la constitución, y que en las circunstancias se estimen necesarios para consolidar dicha unión.

Quinta. Qué forma de gobierno sea más adaptable a nuestro actual estado, y más conveniente para hacer prosperar las provincias-unidas.

Sexta. Decretada la forma, un proyecto de constitución.

Séptima. Plan de arbitrios permanentes para sostener la guerra por la libertad común, mientras dure, y proporcionar armamento para las milicias nacionales; tales como el establecimiento de un banco, aumento de valor actual de nuestra moneda, creación de una nueva, u otros que se crean convenientes.

Octava. Nombramiento de una comisión compuesta de los mejores oficiales de estado para el arreglo de nuestro sistema militar, que abrace la fuerza veterana, la cívica y las milicias nacionales de cada provincia.

Novena. Arreglo de la marina según sus ramos; formación de ordenanzas de corso; habilitación de puertos; escuelas de náutica y matemática.

Décima. Arreglo de rentas generales del estado, confirmación, nueva creación, o supresión de los empleados en éste y demás ramos de pública administración; método, uniformidad y seguridad de aquéllas.

Décimo primera. Establecimiento de una nueva casa de moneda en la ciudad de Córdoba solicitada por el gobierno de la provincia.

Decimosegunda. Establecimientos útiles de prosperidad general sobre educación, ciencias y artes, minería, agricultura, dirección y habilitación de caminos, y otros que permitan las circunstancias y actual estado de las provincias.

Decimotercera. Arreglo de magistraturas, creación de las necesarias y supresión de las que no lo sean.

Decimocuarta. Demarcación del territorio; creación de ciudades y villas.

Decimoquinta. Arreglo de fondos y ramos municipales de cada pueblo.

Decimosexta. El reparto de terrenos baldíos; aplicación o venta de las fincas de temporalidades a beneficio de la agricultura y aumento de los fondos del estado. La arreglada distribución a los naturales en plena propiedad de las tierras de comunidad con alguna habilitación de las primeras herramientas para fomento de la labranza bajo un derecho moderado, que facilitando el reintegro de esta anticipación, ayude a sostener las cargas del estado.

Decimoséptima. Revisión general de todo lo dispuesto por la anterior asamblea constituyente desde el día de su instalación hasta el de su disolución, para confirmar y llevar adelante todo lo que sea digno de aprobación: como igualmente la de todos los reglamentos expedidos por el poder ejecutivo.

El 09/07/1816 se aprobó el temario que intentaba darle un orden al congreso. Entonces se abordó la cuestión de la independencia. Según el Redactor del Congreso Nacional, idea del diputado Fray Cayetano Rodríguez, que resultó un diario de los hechos del Congreso, para enviar a los periódicos de la capital, el siguiente texto fue leído a los presentes:

En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de julio de mil ochocientos diez y seis, terminada la sesión ordinaria, el Congreso de la Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto, y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. 

Era universal, constante y decidido el clamor del territorio entero por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España. Los representantes, sin embargo, consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya, la de los pueblos representados y la de toda la posteridad. 

A su término fueron preguntados si querían que las provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli. 

Aclamaron primero, llenos del santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime voto por la independencia del país, fijando en su virtud la determinación siguiente: 

“Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia, que regla nuestros votos, declaramos solemnemente a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli. 

Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su volunt ad, bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación, y en obsequio del respeto que se debe a la naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración.” 

”Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios. – Francisco Narciso de Laprida, presidente. –Mariano Boedo, vice-presidente, diputado por Salta. –Dr. Antonio Sáenz, diputado por Buenos Aires. – Dr. José Darregueyra, diputado por Buenos Aires. – Dr. Fray Cayetano José Rodríguez, diputado por Buenos Aires. – Dr. Pedro Medrano, diputado por Buenos Aires. – Dr. Manuel Antonio Acevedo, diputado por Catamarca. – Dr. José Ignacio de Gorriti, diputado por Salta. – Dr. José Andrés Pacheco Melo, diputado por Chichas. – Dr. Teodoro Sánchez de Bustamante, diputado por la ciudad y territorio de Jujuy. – Eduardo Pérez Bulnes, diputado por Córdoba. – Tomás Godoy Cruz, diputado por Mendoza. – Dr. Pedro Miguel Aráoz, diputado por la capital del Tucumán. – Dr. Esteban Agustín Gazcón, diputado por Buenos Aires. – Pedro Francisco de Uriarte, diputado por Santiago del Estero. – Pedro León Gallo, diputado por Santiago del Estero. – Pedro Ignacio Ribera, diputado de Mizque. – Dr. Mariano Sánchez de Loria, diputado por Charcas. – Dr. José Severo Malabia, diputado por Charcas. – Dr. Pedro Ignacio de Castro Barros, diputado por La Rioja. – L. Jerónimo Salguero de Cabrera, diputado por Córdoba. – Dr. José Colombres, diputado por Catamarca. – Dr. José Ignacio Thames, diputado por Tucumán. – Fr. Justo Sta. María de Oro, diputado por San Juan. – José Antonio Cabrera, diputado por Córdoba. – Dr. Juan Agustín Maza, diputado por Mendoza. – Tomás Manuel de Anchorena, diputado de Buenos Aires. – José Mariano Serrano, diputado por Charcas, Secretario. – Juan José Paso, diputado por Buenos Aires, Secretario”. 

En ese momento presidía el cuerpo uno de los representante de San Juan, Francisco Narciso de Laprida.Ningún país reconoció en ese momento la independencia nacional. El 21/07/1816 fue jurada la Independencia en la sala de sesiones por los miembros del Congreso, ante la presencia del gobernador, el general Manuel Belgrano, el clero, comunidades religiosas y demás corporaciones.

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